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Jueves, 9 de febrero de 2006

CINE › “SYRIANA”, DEL ESTADOUNIDENSE STEPHEN GAGHAN

Un rompecabezas político en el que hay demasiadas piezas

La compleja situación en Medio Oriente es un disparador de múltiples historias.

POR L. M.

6

SYRIANA
EE.UU., 2005


Dirección y guión:
Stephen Gaghan, inspirado en el libro See No Evil de Robert Baer.

Fotografía:
Robert Elswit.

Música:
Alexandre Desplat.

Intérpretes:
George Clooney, Matt Damon, Jeffrey Wright, Chris Cooper, William Hurt, Mazhar Munir, Tim Blake Nelson, Amanda Peet, Christopher Plummer.

¿Qué tienen en común un agente veterano de la CIA, una compañía petrolera de Texas, un alto funcionario del Ministerio de Justicia, un abogado de Washington experto en rastrear fusiones fraudulentas, un analista económico radicado en Ginebra, un príncipe reformista de un país del Golfo que aspira a la sucesión real, un joven paquistaní que trabaja como inmigrante ilegal en Arabia Saudita y el Comité para la Liberación de Irán? Todos ellos y muchos más confluyen en Syriana, que lleva por título un término real, utilizado por los grupos de expertos y los think tanks de Washington para describir una hipotética transformación en la situación de Medio Oriente.

“Vivimos tiempos difíciles y complejos y yo quería que Syriana reflejara esa complejidad de manera visceral, desde su narrativa. No hay personajes malos ni buenos, ni hay respuestas fáciles. Las cosas no siempre terminan bien ni ofrecen lecciones de vida. Las preguntas continúan sin ser respondidas y al no darle un final perfecto, la película puede seguir dando vueltas en la cabeza de los espectadores después de verla. Este podría ser el reflejo más honesto de esta era post 9/11 en la cual vivimos.” La declaración del director y guionista Stephen Gaghan –que ya probó la estructura del film mosaico en Traffic (2000) y ahora la repite– resume de manera bastante precisa los alcances y también las limitaciones de una película ambiciosa, dispuesta a abordar más temas, personajes y situaciones que las que finalmente está en condiciones de abarcar.

Un poco a la manera de los thrillers políticos de los ’70, como Tres días del cóndor o Asesinos S.A., la atmósfera que se respira desde un inicio en Syriana –inspirada en las memorias de un ex agente de la CIA especializado en Medio Oriente– es la de una conspiración, una maquinación de alcances insospechados y tentaculares. Pero a diferencia de sus predecesoras de la era Watergate, que tendían a encontrar el fondo de la cuestión a través de la determinación de sus protagonistas –el agente de la CIA Robert Redford; el periodista Warren Beatty– en el film de Ga-

ghan el desarrollo e incluso el final es casi tan abierto y sujeto a especulaciones como el comienzo.

No sin cierta audacia, Gaghan acumula historias y personajes que no tienen conexión aparente, pero que por el solo hecho de estar en el film no se puede sino sospechar de su vinculación. A la manera de una hoja de ruta, el material de prensa provee una lista de 24 personajes y tres organizaciones con una participación de relieve en el film, pero el espectador común no dispone de esa ayuda para orientarse en este puzzle hecho de una multiplicidad de piezas que no están pensadas para encajar con perfección una al lado de la otra.

La realidad, por cierto, no es un rompecabezas y en ese sentido –y eso es ponderable– el film de Gaghan no pretende ordenar simplistamente el mundo, o darle un único sentido moral, como intentaba en Traffic, una película esquemática y, en ese sentido, del todo diferente a la serie de TV británica que la había inspirado. Pero, al mismo tiempo, el precio que paga Syriana por tejer ese tapiz tan amplio es cierta falta de profundidad, como si cada historia paralela rozara apenas la superficie. La película no está pensada para el lucimiento de ninguna estrella, pero uno querría saber o entender más de la conjura en la que está sumido ese trajinado agente de la CIA que compone con gran eficiencia George Clooney (candidato al Oscar al actor de reparto). Por el contrario, el analista económico a cargo de Matt Damon es un personaje menos interesante y se explica demasiado de su vida privada y sus conflictos morales. La geopolítica del petróleo es quizás un tema demasiado arduo, oscuro para que una sola película pretenda agotar el tema con una narrativa que confía en exceso en la mecánica causa-efecto sin terminar de adoptar un punto de vista.

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George Clooney está nominado al Oscar al actor de reparto.
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