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Jueves, 9 de febrero de 2006

Explorado desde la Antigüedad

Por L. G.

El sexo anal no es una práctica sexual exclusivamente gay; ha sido explorado desde la Antigüedad por personas de ambos sexos. Hoy en día, hay mujeres y también hombres (homosexuales o no) que confiesan disfrutar del sexo anal. Según algunos estudios sexológicos, en la sociedad occidental cada vez hay más parejas que ven en el coito anal una manera como cualquier otra de disfrutar del sexo, siendo para ellos una alternativa válida al vaginal o al oral.

El sexo anal puede ser un acto excitante y audaz. El ano es una parte muy sensible sexualmente. Pero es muy importante realizarlo respetando reglas de higiene, sino podría resultar desagradable e incluso dañino.

Hombres y mujeres heterosexuales disfrutan frecuentemente con diversos tipos de masajes anales. Para realizarlo se requiere altísima confianza mutua, buena lubricación del pene y de la zona anal. Y, de parte del varón, capacidad de comunicación y paciencia para evitar brusquedades. En el caso del que penetra, no puede moverse tan reciamente como podría hacerlo durante el coito vaginal. Se corren riesgos de dañar tejidos rectales y anales.

Como el ano, al igual que la vagina, tiene terminaciones nerviosas sensibles, su estimulación en ambos sexos produce placer. Aunque el recto no está diseñado para el sexo, puede soportar encuentros sexuales sin sufrir daños si la práctica es delicada. Si los dos componentes de la pareja gozan, el sexo anal es un acontecimiento especial. Con buena creatividad, ambos pueden quedar satisfechos.

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