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Lunes, 18 de octubre de 2010

LITERATURA

El orgullo de la vieja

“Mi vieja no puede creer cómo le salió el hijo de la cárcel –dice César González como si él no fuera ese hijo—. Ni con toda la fe en el mundo pensaba que iba a salir así. Ella tenía la esperanza de que dejara de robar. Y nada más.” Su madre, como muchas otras mujeres de la villa Carlos Gardel, crió sola a César. “Infancia tuve, pero a los golpes, en la calle, a los porrazos, como tantos. Los pibes con los que me juntaba tenían madres solteras, les faltaba el papá, eran iguales que yo”, recuerda. No conoce a su padre y se incomoda –un poco– cuando se le pregunta por él. “Era borracho, le pegaba a mi mamá. Ahora no sé dónde vive ni me interesa realmente... pobrecito, fue adicto al alcohol, yo a las drogas, ¿qué puedo reprocharle? Nada”, responde. “Mi vieja está orgullosa. ‘Sabés cuántas madres quisieran tener un poeta revolucionario’, me dijo el otro día”, cuenta César y se ríe celebrando la ocurrencia materna. “No soy un fanático de los Redondos, pero sí un investigador de las letras, de la música, de los acordes”, reconoce César. Algo de esa pasión ricotera está en La venganza del cordero atado. “Juego con ese título del disco porque considero que el lobo suelto es la representación del capitalismo de consumo y el cordero atado representa al pibe excluido, encarcelado, asesinado por la policía, el pibe condenado a ser un adicto, un ignorante”, explica. “Llega una noche en que ese cordero se desata y sale a vengarse de todos. Se desata solo el cordero. Pero la venganza no es matar al lobo. La venganza es regalarle un poema, reflexionar. La poesía es mi mejor venganza.”

César/Camilo está tramando su segundo libro y continúa publicando la revista de cultura marginal ¿Todo piola?, que empezó cuando todavía estaba preso y ahora sale cada dos meses, se vende a cinco pesos y tiene una página web: www.todopiolarevista.com.ar. “Si la revista puede crecer en cuanto a ventas, me encantaría que se pueda transformar en una herramienta de trabajo para los pibes que escriben. ¿Por qué no hay que trabajar de lo que a uno le gusta? Es una mentira de Hollywood, de los malditos yanquis”, se queja César, que trabaja en la Secretaría de Cultura de Morón coordinando talleres de escritura en la villa Carlos Gardel y en los barrios del municipio. “Es la educación popular de la que hablaba Freire: el que enseña aprende, el que está aprendiendo a la vez enseña”.

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