Casi todas las familias que viven en Giribone 850 son “beneficiarias”. Eso significa que Silvia Jurovietzky –por ejemplo– es beneficiaria del 3º “D” donde vive; que cuando se termine el edificio –cuando llegue el esperado final de obra– podrá pagar el departamento a 20 años. El problema de la vivienda es tan acuciante que la poeta cuenta que hay momentos en que llega gente al edificio con intenciones de hacerse su casita en la planta baja. “Ahí nosotros nos ponemos en esa posición de los que decimos ‘no’”, dice. Las familias que viven en la propiedad horizontal de al lado –en Giribone 852– también entraron de un modo similar al de Silvia. “El otro día una de las mujeres me hablaba horrorizada de lo que estaba pasando en Soldati. ¡Ya se olvidó cómo llegó!”, se queja Jurovietzky. “No pedimos que nos regalen las viviendas; hay que ofrecer las posibilidades para que la gente pueda hacerse su propia casa. Cuando alguien construye su vivienda, la cuida, la quiere, como cuando cuidás tus plantas, tus animales, tus hijos. Eso es ser propietario: es hacerse cargo de algo, cuidarlo.”