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Lunes, 28 de marzo de 2011

Arquetipos pintorescos

“Esta versión de El conventillo de la Paloma tiene todo el espíritu de mi padre: Doria captó el colorido y la alegría de la obra, y eso que no es fácil hacer un sainete en el siglo XXI...”, dice Mercedes Vacarezza, la primera de los cuatro hijos que Alberto Vacarezza tuvo con su última esposa. En total, el dramaturgo tuvo 12 hijos: “Fue prolífico en todo aspecto”, se ríe la hija, en conversación con Página/12. “Hasta los 10 años fui hija única, así que cuando mis padres salían de gira, yo también iba con ellos. Tuve un hogar de bohemios, me quedan unos recuerdos muy lindos: íbamos en colectivo con las compañías –muchas veces eran todos familiares entre sí– y viajábamos por el país. Papá siempre fue muy agasajado en las provincias. Las funciones se hacían en los circos. Una vez recuerdo que sacaron en andas a papá, grandote y todo como era él: tanto les había gustado la obra. El conventillo... es, como bien dijo un periodista, un sainete inoxidable, siempre vigente. Fue muy redituable pero, para vivir, papá hacía otras cosas. Por ejemplo, daba charlas por la radio sobre temas de lo más diversos. Debutó en 1943 de la mano de Yankelevich. Como en sus obras, en la radio hablaba sobre arquetipos pintorescos de la época. También escribía poesía. La Biblia Gaucha, por ejemplo, se reeditó el año pasado en editorial Colihue. También escribió letras de tango. Gardel, quien era muy amigo de papá, grabó varios, ‘La copa del olvido’ y ‘Botines viejos’, entre otros. Papá escribía de noche y le gustaba que le cebaran mate. Una vez, como estaba cansada de ir y venir a la cocina, le llevé el agua en un termo. No le gustó nada. Me dijo: ‘A mí me gusta el mate caminado’. Y después me escribió un verso que terminaba así: ‘Mate cebado con desgano sale frío y aguado’. El tenía como rasgos característicos el optimismo y la alegría. Era como los sainetes que escribía. Estuvo enfermo cinco años, sin poder caminar, además de estar proscripto después de la Revolución Libertadora. Pero nos alegraba igual. Una vez fue un amigo a verlo y él le dijo: ‘Aquí estoy, estudiando para difunto, y creo que debuto pronto’. Falleció en 1959, ese mismo año, a los 73.”

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