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Martes, 9 de mayo de 2006

TEATRO

Un cabaret de los años ’30

El Nacional cumple 100 años y se viste de fiesta. En la première de Victor Victoria, la sala estrenará su nuevo look: las butacas han sido removidas y, en su lugar, se han colocado mesitas y sillones, a imagen y semejanza de los cabarets parisinos de los años ’30. De este modo, el público pasará a ser parte del espectáculo cuando, en cada número de cabaret –cuando se monte un show dentro del propio show– se enciendan los veladores rojos de cada mesa y la acción se desplace del escenario a la platea. De hecho, a un costado habrá una mesa desocupada: en ella se sentarán los protagonistas, para actuar a tan sólo metros de los espectadores. Asimismo, el director Gustavo Zajac desplazó a la orquesta –que se ubicará sobre el escenario, en un “segundo piso”, completamente a la vista del espectador– y cubrió la fosa para que las primeras mesas estén ubicadas junto al escenario. “Así, Valeria (Lynch), Raúl (Lavié) o Fabián (Gianola) estarán al lado del público, que sentirá que ha estado en la intimidad con cada uno de los protagonistas”, se entusiasma el director. Con una copa de champagne en la mano –que será convidada a quienes estén en la platea–, los espectadores podrán introducirse en esta historia creada en 1982 por Blake Edwards especialmente para su mujer, Julie Andrews, quien abandonó su imagen ingenua de “novicia rebelde” para darle vida a Victoria, una cantante lírica sin suerte en el París de 1930. El musical, que luego de obtener un Oscar y un Globo de Oro pasó de la pantalla grande a Broadway, se convirtió en un clásico, tanto por las pegadizas melodías que para él crearon Henry Mancini y Leslie Bricusse como por la interpretación de Andrews, que protagonizó también la versión teatral en Nueva York. Y también por su historia: la de una mujer que, para triunfar en el mundo del espectáculo, debe hacerse pasar por un hombre, que a su vez se disfraza de mujer. El engaño marchará viento en popa hasta que Victoria descubra el amor. Llena de enredos y gags, la obra es más que una comedia: permite repensar algunos temas, como la homosexualidad o el lugar de la mujer en la sociedad.

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