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Miércoles, 13 de febrero de 2013

MUSICA › MASSACRE Y SU VISIóN DEL ROCK

Post Capusotto

Massacre, que sigue presentando Ringo, tuvo su paso sobre el escenario principal cuando todavía picaba el sol en el Cosquín Rock. Con la prepotencia que habilita un show contundente –“Plan B”, “La octava maravilla” y “Mi mami no lo hará” sonaron más que bien–, el cantante Walas jugó permanentemente con el lugar que ocupa la banda, entre la aclamación popular y el barro del under, aun con décadas de trabajo sobre sus espaldas, y no dejó de presentarse ante el público como si fuese un debutante. “Ahora van a poder decir que vieron a Massacre en vivo, como pasó con Sumo hace veinte años”, ironizó antes de despedirse el cantante, que en conversación con Página/12 amplió su panorama sobre el significado de la duodécima edición del Cosquín Rock.

–¿Qué pasa por su cabeza cuando presenta a Massacre casi como a una banda nueva, sabiendo que tocan desde hace décadas?

–Siempre me siento parte de una banda joven a la que todavía no conoce nadie, entonces tengo el compromiso de presentarme y ser vanguardia. En realidad, ya soy parte del rock nacional, del mainstream, pero si todo el tiempo tengo la necesidad de decir “Hola, somos los Massacre”, es porque no dejo de sentirme en un sótano, como saliendo a tocar por primera vez.

–¿Encuentra diferencias entre el Cosquín Rock y los festivales que se hacen en Buenos Aires?

–Sí, muchas. Los porteños somos más territoriales, defendemos más nuestros guetos, entonces los recitales en Buenos Aires son estilísticamente clasificados. En cambio, el rock en Cosquín es federal. Nos damos cuenta de cómo es la sociología del lugar: uno se pone la remera negra y ya está, no importa si se es heavy o qué otra cosa, el rock de Cosquín es uno solo, menos competitivo y territorial que el de la Capital.

–¿Qué opina sobre el hecho de que, a través de los años, las bandas que protagonizan el festival sean más o menos las mismas?

–Sinceramente, no lo sé. En los últimos años hubo una movida bastante importante, en la que se separaron o se fueron miembros de muchas bandas grandes como Los Piojos, Bersuit, A77aque, murió Pappo... Hubo una especie de tsunami en el rock argentino. Eso llevó a una renovación necesaria en su fase inicial, y ahora llega la segunda parte, donde entra en juego un factor muy grande para la renovación de la mentalidad del rockero, que es (Diego) Capusotto. El tipo nos desnudó, desacralizó lo sagrado: quizá hoy ves a Jimi Hendrix y además de admirarlo, te reís, cuando antes solamente te gustaba. Su humor nos bajó de un pedestal, destruyó egos y vanidades. Creo que a partir de eso se viene una nueva era en el arte del rock y el pop.

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