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Sábado, 22 de julio de 2006

CHICOS › OPINION

El sacerdocio de ser padre

 Por Eduardo Fabregat

En nuestra más tierna infancia, las vacaciones de invierno eran el paraíso, la ilusión del dolce far niente justo en mitad del año, la piedra libre para arrastrar a nuestros padres a un maratón de salidas y diversiones. Pero ahora, tamaña diferencia, los padres somos nosotros, y nosotros somos quienes debemos encontrar la manera de atravesar estos catorce días en los que las blancas palomitas se convierten en buitres insaciables demandando actividades para el ocio. He aquí un pequeño resumen de lo que el PPP (Padre Porteño Promedio) vivirá en estas dos semanas:

- El PPP irá a la Feria del Libro Infantil, chocará con una masa sólida de otros padres e hijos a la rastra y terminará persiguiendo a un retoño de dos años lanzado en velocidad entre los stands.

- Entusiasmado por la buena reputación de Los Títeres de Don Floresto, el PPP descubrirá –demasiado tarde– que en la confusión terminó pagando entrada por Los Títeres de Don Ernesto. Y que a Don Ernesto no se le cae una idea ni prestada, y los títeres parecen medias que refunfuñan.

- El PPP verá Cars, Vecinos invasores y al encantador Johnny Depp de Piratas del Caribe, cómo no, pero también habrá que sucumbir a Garfield 2, Superman, El Ratón Pérez, Patoruzito 2 y, en el último escalón del averno, Bañeros 3. Y por supuesto, en todos los multicines les cobrarán entrada a los mayores de 2 años, sin derecho a queja.

- Harto del sonsonete de “¡¡Vamos a Macdónal que tienen el muñequito del Rayo McQueen!!”, el PPP hará una excepción a su resistencia a los locales de comida basura y le dará el gusto al infante, para después tener que resolver un berrinche sin fin porque del Rayo McQueen no hay más y sólo queda el del Fitito Gino Renni.

- El día en que el PPP saque entrada para el único espectáculo que su hijo/a no quiere perderse por nada del mundo, sobre Buenos Aires caerá un diluvio de órdago, con dos grados de temperatura, viento y granizo.

- En la puerta de cada sala habrá mercachifles vendiendo merchandising paralelo y juguetitos made in China que dejarán de andar en hora, hora y media. Con suerte.

- De paseo por un shopping cualquiera, los hijos del PPP querrán abrazarse una y otra vez con un muñeco mugriento lejanamente parecido a Barney.

- Los PPP de niñas soñadoras descubrirán que había algo peor que Floricienta: la remake de Chiquititas.

- Finalmente, el PPP descubrirá que el transporte público reservaba otro círculo infernal, cuando entre con su hijo en brazos a un vagón de subte o colectivo atestado y nadie le dé el asiento. No por mala educación, sino porque todos los asientos estarán ocupados por otros PPP con sus hijos en brazos.

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