Sábado, 23 de octubre de 2004 | Hoy
¿Qué tienen
en común una orquesta sinfónica tradicional y un conjunto de cumbia?
Por empezar, las flautas, cornos, violines y pianos que forman parte de los
26 tipos distintos de instrumentos habitualmente utilizados en la música
clásica “trabajan” con la misma materia prima que una banda
de rock de barrio o un grupo de música tropical. A diferencia de lo que
ocurre en la India o en los países islámicos (donde se utilizan
escalas con cuartos, sextos y hasta octavos de tono), casi toda la música
occidental juega siempre con las mismas 12 notas básicas, que permiten
generar climas y emociones de lo más diversas, según la manera
en que se las combine y ejecute.
Pero las preguntas no terminan ahí: ¿qué es lo que hace
que un sonido suene más lindo o más feo? o ¿es posible
generar silencio a partir de la emisión de sonido?, son algunos de los
interrogantes que acosan tanto al experto como al ocasional amante de la música,
y que se plantearon sin mucho preámbulo durante el octavo Café
Científico del año organizado por el Planetario de la Ciudad de
Buenos Aires. Con experimentos sonoros de fondo, la reunión, titulada
“Física y música: ¿por qué los instrumentos
suenan como suenan?”, se desarrolló el pasado martes pasado en el
Hotel Bauen (Callao 360) y contó con la presencia del doctor en física
Carlos Acha (miembro del Laboratorio de bajas temperaturas y profesor adjunto
del departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales
de la UBA) y Mariano Quintero (licenciado en física, integrante del Laboratorio
de propiedades eléctricas, Grupo de materia condensada de la Comisión
Nacional de Energía Atómica).
El próximo café, titulado “Superpoblación, crecimiento
humano y extinciones”, será el último del año y tendrá
lugar el martes 16 de noviembre a las 18.30. La asistencia es libre y gratuita.
OBSERVAR EL SONIDO
Carlos Acha: Voy a hacer una aproximación al tema que nos convoca
hoy desde la física experimental. En general, lo que tratamos de hacer
los físicos ante un problema es desmenuzarlo e ir a los elementos más
básicos que lo componen. Así, empezaremos por el intento de entender
qué es el sonido. ¿Cómo es que los instrumentos generan
algo que luego podemos percibir? ¿Cuál es la diferencia que puede
haber entre una flauta y una guitarra? ¿Qué es lo que hace que
el sonido de cada uno de estos instrumentos sea particular a pesar de que estemos
tocando la misma nota? En principio debemos aclarar que, a pesar de que mucho
de lo que tiene que ver con el sonido también está relacionado
con el oyente, hoy no vamos a hablar del oído ni de su capacidad de traducir
una señal acústica en un pulso eléctrico que luego el cerebro
va a interpretar.
Si observamos el gráfico que se genera al producir un sonido puro –como
el de un diapasón–, lo primero que llama la atención es que
ese sonido no genera una señal lineal, sino que oscila: sube y baja de
manera bastante regular; es decir que el sonido es oscilatorio. Por otra parte,
para que el sonido se genere, en muchos casos se debe realizar algún
tipo de deformación como el golpe al diapasón. Además,
ciertas experiencias cotidianas como cuando vemos un rayo, nos indican que el
sonido se propaga, ya que primero se produce el rayo y después oímos
el trueno. El sonido se desplaza de un lugar a otro y es un caso muy particular
de una onda mecánica, una onda que necesita un medio para poder propagarse.
El aire es ese elemento usado por el sonido para desplazarse de un lugar aotro.
A su vez, las propiedades del sonido propagado dependen de las características
elásticas de ese aire. En síntesis, puede decirse que el sonido
es una perturbación que se desplaza, que la podemos escuchar y que se
diferencia de otras señales que, si bien perturban el aire, no son audibles
para nosotros (por ejemplo, el ultrasonido).
¿QUE ONDA?
Acha (continúa): Existe un caso sencillo de ondas sonoras: las ondas
armónicas, que tienen una forma periódica muy particular. La simpleza
de esta onda permite estudiar ciertas características tales como la longitud,
la amplitud y la frecuencia de esa onda. La amplitud está relacionada
con la intensidad, la frecuencia se vincula con el tono y el timbre. Un principio
muy importante en la física es el de superposición de las ondas,
que dice que si tenemos dos ondas que se propagan en un determinado medio y
nos fijamos qué es lo que ocurre en un cierto punto, veremos que lo que
pasa en ese punto será la suma de las perturbaciones de las dos ondas.
Las perturbaciones de cada onda se van a sumar y eso, en la práctica,
genera una serie de cosas divertidas en el sonido. Por ejemplo: a veces al sumarse
los efectos de esas ondas producen un resultado nulo, es decir que se puede
dar el caso de que tengamos dos ondas sonoras que, sumadas, den silencio. Otro
caso divertido es el de los batidos: al emitir dos sonidos con frecuencias cercanas,
aparece un tercer sonido cuyo volumen sube y baja; cuanto más parecida
es una señal sonora a la otra, más largo es el tiempo en el que
esa nueva onda sube y baja, mientras que si las frecuencias se alejan, el volumen
del nuevo sonido se modifica más rápidamente y resulta cada vez
más difícil percibirlo. Este efecto de los batidos es la consecuencia
de sumar dos ondas que tienen una frecuencia muy parecida y se los utiliza para
afinar instrumentos.
LA ARMONIA FUNDAMENTAL
Mariano Quintero: Voy a hablar sobre la física de los instrumentos
musicales, particularmente las cuerdas. Si observamos una guitarra, podemos
ver que cada cuerda tiene una determinada longitud y está sometida a
una cierta tensión. El sonido que produce la cuerda va a viajar de alguna
manera hasta nosotros y lo vamos a poder escuchar. Lo que llega al oído
es una frecuencia, una cierta onda que está asociada a la tensión
y la densidad de la cuerda. A medida que se aumenta la tensión se incrementa
la frecuencia, mientras que si aumentamos la densidad la frecuencia será
menor; es por eso que las cuerdas más gruesas de la guitarra emiten los
sonidos más graves (de menor frecuencia) y las cuerdas finas producen
sonidos más agudos.
Contra lo que podríamos pensar, cuando tocamos una cuerda de la guitarra
no tendemos una sola nota, sino que además aparecen otras aunque no las
toquemos. Esas notas llevan el nombre de “armónicos”, mientras
que la nota que pulsamos en la guitarra se llama “fundamental”, de
modo que hay una suma de ondas armónicas y cada una de ellas tendrá
una frecuencia y una amplitud propias. Lo que caracteriza al timbre de un instrumento
es justamente el peso relativo que van a tener los armónicos. Habíamos
visto que la amplitud de la onda define el volumen del sonido y que la frecuencia
marca si el sonido es más grave o más agudo. Ahora podemos afirmar
también que lo que distingue una misma nota emitida por un piano y una
guitarra es el conjunto de armónicos.
CADA CUAL CON SU TIMBRE
Quintero (continúa): En los instrumentos de cuerda, los sonidos
pueden ser producidos básicamente de dos maneras distintas. En el caso
de la guitarra y el piano, uno hace una entrega inicial de energía y
luego deja que la cuerda suene. La otra forma, que es la que se aplica en el
violín, elcello y otros instrumentos, es entregar energía de manera
continua a través del rozamiento de la cuerda con un arco. En ambos casos
existe la superposición de ondas que mencionamos hace un momento y la
serie de frecuencias dará el timbre característico de cada instrumento.
Si pensamos en un instrumento como la guitarra en la que se produce una perturbación
inicial de la cuerda, la onda que se genera tiene una cierta amplitud, que va
decayendo con el tiempo. Esto lo podemos saber intuitivamente ya que al tocar
la cuerda de una guitarra notamos que, paulatinamente, va desapareciendo el
sonido. Cuando uno perturba una cuerda, una pequeña parte de la energía
que se entregó al instrumento se convierte en sonido, mientras que la
mayor parte se disipa en los puntos de la cuerda que deberían estar fijos.
Una forma de compensar esta pérdida es tratar de transmitir la vibración
a través de otro medio aparte del aire, como pueden ser ciertas maderas
blandas que operan como resonadores, de modo que una mayor cantidad de energía
se convierta en sonido. Supongamos que tenemos una cuerda fija; al perturbarla
la onda le va a pegar a la pequeña cantidad de partículas de aire
que estén por encima de la cuerda pulsada y no va a haber un gran sonido.
Si, en cambio, hacemos que la vibración de la cuerda se transmita a la
caja de la guitarra, se va a mover una gran cantidad de moléculas y por
ello decimos que la caja de la guitarra produce un efecto de resonador. Las
formas aparentemente caprichosas de los instrumentos son el resultado de un
trabajo de prueba y error, que permite que los sonidos se propaguen mejor. Es
por ello que las guitarras acústicas tienen casi todas la misma forma
mientras que las guitarras eléctricas pueden tener una apariencia muy
variada ya que no dependen de los resonadores pues el sonido es captado y amplificado
por una serie de micrófonos que se encuentran debajo de las cuerdas.
BATIDOS Y MELODIAS
Quintero (continúa): En la Antigüedad, se creía que
la música era linda o fea en función de que hubiera o no batidos
y por eso trataron de elaborar una teoría que permitiera crear música
sin batidos. Así llegaron a la conclusión de que si tenemos dos
frecuencias y queremos evitar que se generen batidos, el cociente entre las
frecuencias debe ser un número fraccionario. A partir de ese momento
se elaboró un orden de resonancia. Recientemente se hicieron otros estudios
en los que se hacía escuchar una cantidad de sonidos a un grupo de personas
y se les preguntaba si les parecían consonantes o disonantes. Como consecuencia,
se advirtió que la cuestión de las proporciones entre las frecuencias
que mencionaban los griegos tiene algo que ver con lo que uno puede considerar
lindo o feo, pero no es todo. Hay muchas otras cosas que se ponen en juego y
que escapan a nuestro trabajo. Hay distintas melodías que pueden despertar
sensaciones diferentes en función de nuestra historia personal y de otros
elementos.
Fuera de este mundo ¿Existe sonido
fuera de la Tierra? |
Música celestial Por P. W. Todos los días
llega a nuestro planeta una serie de ondas de baja frecuencia generada
en el espacio. Estas frecuencias, descubiertas a mediados del siglo XX,
pueden ser transportadas a un rango de frecuencias audibles de modo que
se convierten en sonido. La atención de los científicos
sobre los sonidos espaciales está lejos de ser una cuestión
estética, pues se cree que se trata de ondas vinculadas con los
llamados “electrones asesinos” que interfieren en las comunicaciones
satelitales durante las cíclicas tormentas solares.
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