futuro

Sábado, 15 de marzo de 2003

El parto como patología

Por A.B.

Todo comenzó en Europa, en la década de 1740, cuando alguien sugirió la posibilidad de realizar un pequeño corte en aquel tejido denominado periné, que se encuentra justo delante de la entrada del canal de parto, para así facilitar el paso del bebé que está naciendo. Sin embargo, debieron pasar muchos años hasta que esta práctica conocida como “episiotomía” echara raíces en el campo de la obstetricia.
Allá por 1920, uno de los popes de esta disciplina, el norteamericano Joseph DeLee, publicó en una revista de lectura obligada –para sus colegas– los supuestos beneficios de la episiotomía. Según el prestigioso obstetra, este sencillo procedimiento quirúrgico era una medida adecuada para evitar los desgarros de la parturienta durante el alumbramiento, y permitía además prevenir la incontinencia y el prolapso, como así también mejorar la vida sexual de las mujeres después del parto.
¿Cómo es que estos argumentos fueron aceptados sin mayores cuestionamientos? “La obstetricia ha sido durante mucho tiempo una especialidad médica cuyas prácticas se han sustentado fundamentalmente en la opinión de los expertos. Puede decirse que siempre ha tenido más de arte y de tradición que de ciencia”, responde el doctor José Belizán, director del Centro de Estudios Perinatológicos y Desarrollo Humano (CLAP), de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS).
El “histórico” DeLee, vale aclarar, cantaba loas a la episiotomía en un momento bastante particular de la historia de la medicina. Eran años en que cada vez había más mujeres que, en vez de dar a luz en sus hogares como lo habían hecho durante generaciones, ahora optaban por hacerlo en los hospitales; los obstetras, por su parte, estaban predispuestos a recibir con los brazos abiertos a toda aquella herramienta que les permitiera afrontar con menos dificultades la asistencia de los nacimientos. Y de eso se trataba la episiotomía.
Algo estaba cambiando: el parto dejaba de ser un proceso natural, para convertirse en un evento médico más –como la muerte–, que transcurría dentro de las paredes del hospital. A tal punto puede uno hablar de la medicalización del nacimiento, que a DeLee no se le movía un pelo cuando decía que el parto era “un proceso patológico”.

Rutina versus criterio
Actualmente, la episiotomía es considerada un procedimiento al que sólo debe recurrirse en un puñado de casos: cuando el bebé por nacer es muy grande, cuando se presenta “de nalgas”, cuando hay alteraciones en los latidos fetales, cuando el parto se prolonga demasiado o el obstetra considera que está ante la inminencia de un desgarro. Sumados, sostiene la Organización Mundial de la Salud (OMS), todos estos casos no suelen superar el 30 por ciento de los partos.
Aun así, un estudio realizado por investigadores del CLAP y publicado el año pasado en la prestigiosa revista British Medical Journal, revela que en la Argentina nueve de cada diez mujeres que dan a luz por primera vez son sometidas a la episiotomía. “Esto ocurre al mismo tiempo que en la mayoría de los países desarrollados se reduce la utilización de esta pequeña intervención quirúrgica”, afirma el doctor Belizán, uno de los autores del estudio.
Ya en 1993, este experto en perinatología realizó otro trabajo que en su momento fue fundamental para evaluar los verdaderos riesgos y beneficiosde la episiotomía. El estudio llevado adelante en el Centro Rosarino de Estudios Perinatales, y finalmente publicado en la revista médica The Lancet, comparó el uso selectivo de la episiotomía contra su empleo rutinario. Puestos a analizar caso por caso, los obstetras del primer grupo recurrieron a esta intervención en menor medida que los segundos (29 por ciento contra 82 por ciento en cada caso), sin causar por ello un mayor número de desgarros en las mujeres o traumatismos en los bebés.
“Por el contrario –señala Belizán–, este y otros estudios realizados posteriormente demostraron que recurrir en forma rutinaria a la episiotomía conlleva un número mayor de complicaciones relacionadas con la herida, así como también mayor dolor para la mujer durante el período posterior a dar a luz.”

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