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Viernes, 11 de marzo de 2005

INTERNACIONALES II

El valor de resistir

Ivonne Trías es, por decisión de la asamblea de trabajadores, la directora del prestigioso periódico uruguayo Brecha. Emocionada todavía por la llegada de la izquierda al gobierno de su país, pero más por lo que eso significó en tanto recuperación de los vínculos sociales, Ivonne cuenta su historia, que es también la nuestra.

 Por Luciana Peker

 

 

Por una vez el mundo miró a Uruguay cuando éste lucía su pelo bien cepillado y su mejor vestido –valga la imagen por tanta metáfora futbolera y testicular– y no cuando se le habían quebrado las patas institucionales o padecía pestes y miserias. Por una vez había algo importante, importantísimo, para festejar y comunicar”, escribió la semana pasada en la contratapa del periódico uruguayo Brecha su directora Ivonne Trías, en relación con la importancia simbólica de la llegada a la presidencia de Tabaré Vázquez.
Uruguay, esa palabra que recorre el mundo y late en la Argentina como sinónimo de expectativa, de triunfo, de construcción paciente con buen cauce, derivó en una palabra sin límites geográficos, se convirtió en esperanza ese 1º de marzo. “Muchas veces se gritó, como consigna, simplemente el nombre repetido del país. Algo más que un brote nacionalista estaba siendo recuperado. Algo que se refiere más al sentido de los vínculos sociales, al sentido histórico de las luchas que se libraron en este territorio. ¿Quién dijo que el Palacio Legislativo, el Himno Nacional, la historia nacional son ajenos?”, se preguntó Ivonne, una mujer que desde su propia historia escribe el presente.
A los 20 –en 1972– Ivonne conoció la cárcel. Fue todo lo que conoció hasta 1985. Allí, en la cárcel de Punta de Rieles, junto con otras jóvenes presas políticas lograron revertir el sentido de los símbolos nacionales. “En un momento de nuestro encarcelamiento las autoridades decidieron pasarnos el himno, que tenía el peso de un castigo, porque era como una marcha militar –enmarca–. Nosotras teníamos que estar quietas, calladas y ellos nos querían hacer sentir apátridas, extranjeras. Hasta que un día nos preguntamos por qué y tomamos la decisión de empezar a cantar. Era muy difícil la comunicación entre las presas y no sabíamos cómo iba a resultar. Pero salió una cosa muy fuerte. Para nosotras, emotivamente, fue bueno apropiarnos de algo que era nuestro. Y para ellos esa resistencia fue una sorpresa. Se dieron cuenta de que no podían usarlo como martirio y dejaron de pasarlo por los parlantes.”
“Unas décadas después la historia es otra. Más que de resistir este cambio de dirección histórica se trata de reapropiarse, soberanamente, de las cosas y de los símbolos, de los espacios y de los vínculos”, analiza hoy Ivonne, quien cree que la mayor garantía de que la esperanza uruguaya no entre en un default por pragmatismo es esa misma expectativa que pobló las calles el 1º de marzo. “Este gobierno empieza con un consenso muy grande. Eso te habilita a hacer cosas y te quita justificación para no hacerlas. Lo que más me interesa es que se abran las puertas a la movilización y la creatividad de la gente”, puntualiza.
Ese día, el de la asunción, ella escuchó emocionada el compromiso de Tabaré con la búsqueda de la verdad sobre los crímenes de las dictaduras uruguaya y argentina. En 1976, en Buenos Aires, desaparecieron su esposo, Carlos Alfredo Rodríguez Mercader; su hermana, Cecilia Trías Hernández, y su cuñado, Washington Cram. Su madre rescató a su sobrino, Marcos Cram Trías, que cuando sus padres fueron secuestrados tenía diez meses. Y en 1986, después de la cárcel, Ivonne pudo tener –junto a Universindo Rodríguez, también perseguido por el Plan Cóndor– a su hijo, Carlos Iván Rodríguez Trías, que hoy tiene 18 años y acaba de empezar, esta misma semana en donde tanto empieza, la facultad de filosofía.
Por todos ellos, y por ella misma, siente la memoria como un regocijo. “La primera expresión de Tabaré fue la de autorizar la entrada a los cuarteles donde nosotros decimos que hubo enterramientos a un equipo de antropólogos para que verifiquen si hay cuerpos enterrados. Es un mínimo homenaje a toda la gente que ha resistido y que ha hecho que Uruguay no esté totalmente destruido.”

Mujeres al Frente
Hace un año y medio, Ivonne fue elegida por el voto de una asamblea de cuarenta periodistas y trabajadores de Brecha para ser la directora del periódico. Ella es la única mujer en Uruguay que dirige un medio gráfico y la o el único/a director/a editorial que camina con las suelas de los zapatos gastadas –ya que Brecha es una rara avis comunicacional cada vez más influyente, pero alternativa a los medios comerciales– y, además, una mujer que decide subirse –cuando lo decide, claro– a sus tacos negros sin que los tacos altos sean la única diferencia entre una directora mujer y un director varón. “Yo además de ser mujer tengo conciencia de género”, estaquea. “Es importante que este lugar lo ocupe una mujer porque el medio que dirijo tiene importancia en el país. Y además porque la política, incluyendo la izquierda, sigue siendo cosa de hombres”, estaquea dos veces. Y pone de relieve temas pendientes en la agenda uruguaya: la ley de cupos y la despenalización del aborto, que el año pasado fue aprobada por la Cámara de Diputados y después frenada en el Senado. El debate sobre el aborto es difícil que produzca sorpresas porque el flamante presidente se opone a su legalización. En otros puntos, hay más expectativas. El 8 de marzo, Vázquez consideró la equidad de género un “imperativo ético” de su gobierno y anunció algunas medidas, como la equiparación de la violencia doméstica a una epidemia que afecta la salud pública y debe ser erradicada, o líneas de créditos especiales para mujeres rurales o microemprendedoras.
Además, en el nuevo gabinete –integrado por trece ministros– hay tres mujeres ocupando cargos ejecutivos –Azucena Berrutti en el significativo Ministerio de Defensa, María Julia Muñoz en el Ministerio de Salud, Marina Arismendi en el recientemente creado (todavía no formalizado) Ministerio de Desarrollo y Políticas Sociales– y otra mujer, Nora Castro, ex dirigente de los tupamaros, es la primera presidenta de la Cámara de Diputados. Signos de cambios, entre otros cambios.
En la década del setenta el himno fue castigo y, después, resistencia. El 2005 empieza con el himno de coro de una fiesta, una fiesta de abrazos intermitentes en Montevideo, Ivonne también sabe que esos abrazos que todavía hoy resuenan en los cuerpos brindantes son el símbolo de, al menos, pequeñas victorias. “En la cárcel, en uno de los períodos más duros, cuando estaba prohibida toda comunicación, cuando había que ponerse de cara a la pared si nos cruzábamos con una fila de compañeras de otrosector, llegó al penal una muy querida amiga mía. Ya hacía muchos años que yo estaba allí cuando pusieron a Lilián en otro piso. Un día, por azar, bajé las escaleras y la vi, parada contra la pared pero mirando de reojo y no fue necesario acordar nada: yo corrí y ella se volvió y nos abrazamos, ante la sorpresa y la violencia de las soldadas que nos amenazaban, tironeaban de los brazos y nos empujaban con los palos. El saludo terminó en calabozo, pero valió la pena”, rescata Ivonne de sus recuerdos presentes.
Valió la pena.

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