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Viernes, 30 de enero de 2009

DIEZ PREGUNTAS

A Raquel Robles

Ganadora del Premio Clarín 2008 con su novela Perder, militante histórica de la agrupación H.I.J.O.S., madre de dos hijos, directora del instituto Roca –para menores en conflicto con la ley penal–, creadora del programa pedagógico El poder de la imaginación.

1. Como en el caso de la protagonista de tu novela, ¿hubo un tiempo en que había una madre en tu casa que te leía cuentos rusos?

–No, nunca hubo un tiempo en que hubo una madre que me leyera cuentos rusos. Pero después, cuando ya no había madre, habían unos tíos que eran del Partido Comunista, que no me leían cuentos, pero que tenían una biblioteca muy soviética que me proveyó de los momentos más intensos de mi pubertad. Diecisiete instantes de una primavera (de Julian Semionov), El poema pedagógico de Anton Makárenko, la revista Misha, Así se templó el acero (de Nikolai Ostrovski), fueron historias que me acompañaron y forjaron.

2. Empezaste a escribir Perder cuando quedaste embarazada de tu primer hijo, ¿verdad? ¿Cuánto duró y cómo fue el proceso de escritura de la novela?

–El proceso de la escritura empezó en el embarazo y siguió con mi hijo bebé. Fue un tiempo en el que el ritmo de mi vida estaba impuesto por los tiempos de la teta y el frágil sueño de mi hijo, meses en los que pude no trabajar y dedicarme sólo a él y a escribir. La primera versión de la novela la escribí en más o menos un año. Después vino una reescritura y después muchas correcciones.

3. ¿Qué escritoras y escritores modelaron tu educación sentimental y literaria?

–Los textos soviéticos que mencionaba antes fueron muy educativos respecto a “ponerle el pecho a las balas”. Louisa May Alcott me enseñó a darle lugar a mis delicados sentimientos de señorita, Emilio Salgari me templó para la aventura y un poco más adelante, Italo Calvino y John Irving me hicieron desear saber cómo contar una buena historia.

4. La escritora Tununa Mercado dice en un texto suyo (incluido en Narrar después) que ganar el espacio de la escritura es un arrebato, en el sentido de apropiarse de algo, pero también en el sentido de rapto, fascinación, perplejidad, estupefacción. ¿Cómo es tu espacio de escritura? ¿Tiene algo de arrebato?

–La escritura tiene algo de arrebato en el sentido de que yo trabajo como una médium, intentando ser fiel a las imágenes que voy viendo detrás de mis ojos.

5. ¿Tenés algún tipo de rutina o método como escritora?

–Me gustaría ser más metódica y respetar las rutinas. Soy demasiado caótica y desordenada.

6. ¿Cómo surgió el proyecto El poder de la Imaginación, en el que coordinás talleres literarios para chicos en conflicto con la ley?

–El proyecto surgió de mi trabajo como contadora de cuentos en Hogares e Institutos y de mis lecturas de ese momento. Pensé que si yo lograba esa atención de los jóvenes y de los niños contándoles un cuento, por qué no contar cuentos que, de manera no “didactizada” enseñaran cosas. Entonces, junto con un equipo de gente muy apasionada, creamos cuentos de historia, de matemáticas, de biología, de antropología y de filosofía, y versionamos obras literarias. Después las pusimos en práctica en los lugares donde yo trabajaba, es decir en instituciones asistenciales y en instituciones de régimen cerrado para jóvenes infractores o presuntos infractores de la ley penal. Después del cuento les dábamos consignas de taller literario para que ellos escribieran y le dieran un uso posible al nuevo contenido. Esos cuentos los fuimos publicando. Después nos fuimos especializando cada vez más, hasta construir un cierto saber sobre la enseñanza intra muros.

7. ¿Qué les sucede a los chicos a partir de ponerse en contacto con esos otros mundos que les abren los textos?

–Cuando los chicos escuchan cuentos y cuando los escriben se pone de manifiesto algo de la infancia perdida o robada. Siempre que uno escribe se conecta con lo infantil de uno, con la posibilidad de jugar a ser otro o inventar a otros. Cuando eso pasa, aparecen textos como éste: “cuando sea grande quiero ser chico, y ser un mago tipo Harry Potter y hacer que los miércoles llueva pizza del cielo”.

8. ¿La lectura y la escritura pueden salvar o redimir?

–Yo creo que la lectura crea una comunidad invisible pero palpable con los otros lectores y con el autor de ese texto. En un tiempo de tanta soledad, leer y escribir puede ser un tronco posible para intentar llegar a la otra orilla. Y no ahogarnos.

9. ¿Pudiste llevar bien tu militancia en la agrupación HIJOS con la escritura?

–Sí, no tuve conflictos. La escritura, por lo menos hasta ahora, fue una cosa más íntima, y la militancia es algo más público. Además, justo en el momento de escribir la novela tenía bastante tiempo para las dos cosas, porque, como te comentaba, me había tomado varios meses de licencia por el embarazo y el parto. Iba los viernes a la asamblea con mi hijo y después estaba en casa, así que tenía bastantes posibilidades.

10 .¿Te hiciste algún tipo de cuestionamiento al presentar tu novela para un premio otorgado por Clarín, considerando que Ernestina Herrera de Noble está sospechada de haber adoptado de manera irregular hijos de desaparecidos?

–La verdad que no.

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