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Viernes, 13 de marzo de 2009

La ONU llama a los varones a sumarse a la lucha contra la violencia de género

La actual Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas cuenta en esta nota cómo fue discriminada por ser mujer, de color y pobre en Sudáfrica. Pero reivindica, desde su propia historia, el poder de las mujeres para sobreponerse a las vulnerabilidades. También alerta sobre la preocupación de que la crisis económica internacional afecte de forma desproporcionada a las trabajadoras, pobres y desocupadas. Mientras sigue latente la pandemia de la violencia de género, ella convoca a que la lucha contra el maltrato se extienda a los varones, en el marco del lema que eligió la ONU para conmemorar el 8 de marzo: “Mujeres y hombres: unidos para acabar con la violencia contra las mujeres”.

 Por Navanethem Pillay *

Tengo mucho que celebrar en el marco del Día Internacional de la Mujer. Como mujer de color, criada en la pobreza, he sufrido discriminación por razones de género, raza y clase. Hoy por hoy me enorgullezco del poder que tenemos las mujeres, el poder para sobreponernos a estas vulnerabilidades que engendran las múltiples formas de discriminación. Cuando era joven y estudiaba leyes, durante la época del apartheid me dijeron que no esperara que secretarias de la raza blanca obedecieran mis instrucciones. Tuve la suerte de que cuando me gradué me recibió un abogado de la raza negra, pero él me hizo prometerle primero que no saldría embarazada.

En mi función de Alta Comisionada para los Derechos Humanos, mi mandato consiste en fomentar y proteger los derechos humanos que incluyen los derechos de la mujer, para todas las mujeres. Me preocupa que la crisis mundial económica que estamos atravesando en este momento tenga un impacto desproporcionado para las mujeres, que forman el mayor grupo de los pobres y de los que no tienen derechos. Las mujeres sufren una falta de derechos sociales y económicos, y también de derechos políticos y civiles. Es menester reconocer que ellas merecen todos estos derechos para la potenciación de su papel.

Aún no se paga a la mujer igual que a un hombre y las mujeres no disfrutan de la misma protección legal que los demás en el trabajo. Ocurre a menudo que las trabajadoras domésticas, en particular los migrantes, queden fuera de la protección de las leyes laborales. En muchos países las leyes limitan el acceso de las mujeres a su independencia económica y sufren discriminación por causa de empleo, pobreza y herencia. Además sucede con frecuencia que las políticas en materia económica discriminen contra las mujeres, aumenten la brecha entre ricos y pobres, mientras le roban una manera sostenible de ganarse la vida.

La violencia contra la mujer es un elemento compuesto de su vulnerabilidad. Las Naciones Unidas la ven como una “pandemia”. Como defensora de las mujeres y en contra de la violencia en el hogar, yo he sido testigo del impacto de esta forma de violencia contra ellas, los niños, y las familias que han sufrido estos crímenes, demasiadas veces escondidos o protegidos con impunidad. Como la violencia contra las mujeres es un arma de dominio en el hogar, también es un arma que se usa en los conflictos bélicos. En mi carácter de jueza del Tribunal Penal Internacional para el enjuiciamiento de los presuntos responsables de genocidio y otras violaciones graves del derecho internacional humanitario, en el territorio de Ruanda he podido escuchar el testimonio de mujeres sobre atrocidades de violencia sexual y he podido constatar cómo esta forma de violencia ha sido utilizada para destruir a familias y comunidades enteras.

A pesar de la enormidad de la violencia y de la discriminación contra la mujer, yo me permito celebrar hoy. Celebro el poder de las mujeres cuyo espíritu no puede ser frustrado y que no sólo sobreviven sino que triunfan. Celebro la visión de igualdad entre los hombres y las mujeres que queda grabada en el marco legislativo internacional de los derechos humanos, así como nuestros esfuerzos colectivos de avanzar hacia esa meta para convertirla en realidad para todas las mujeres y todos los hombres del mundo. También celebro el número creciente de varones que comprenden que la igualdad de género es en beneficio de los hombres y de las mujeres, y en particular los que trabajan para acabar con la violencia y la discriminación contra las mujeres. El lema de este Día Internacional de la Mujer –”Mujeres y hombres: unidos para acabar con la violencia contra las mujeres”– no es sólo un reconocimiento sino un llamamiento a la acción.

Existen puntos de referencia del progreso alcanzado –número de mujeres parlamentarias, mujeres jefas de Estado, mujeres en cortes superiores y mujeres en las Naciones Unidas–, quizá sea ésa la razón por la cual estoy viendo a las niñas del mundo entero que crecen con un sentido de sí mismas diferente del que se nos dio a mí y a la mayoría de las mujeres de mi generación. Estas mujeres tienen poder: dicen no a las prácticas dañinas como el casamiento precoz, la mutilación genital y el acoso sexual. Ellas quieren ir a la escuela y recibir educación. Quieren ser abogadas, doctoras, juezas y parlamentarias. Quieren cambiar el mundo en que viven. Yo sé que lo conseguirán y por eso las felicito en el marco del Día Internacional de la Mujer. Son nuestro futuro.

* Abogada sudafricana, ex jueza del Tribunal Penal Internacional de Ruanda y actual Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

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