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Viernes, 31 de enero de 2003

PERFILES

La máquina Jennifer

Sus talentos inocultables son su audacia, su ambición y su capacidad de trabajo. No canta ni actúa notablemente, pero la chica que cobra 12 millones de dólares por película tiene además su productora, su marca de ropa y su línea de perfumes.

Por Danna Kennedy *

A una hora en la que la mayoría de la gente ya ha salido del trabajo, la atmósfera en la sala de control de la Hit Factory, el estudio de grabación ubicado en el centro de Manhattan, las cosas se empiezan a calentar. Son más de las nueve y media de la noche cuando Jennifer López, vestida con un poncho de Miu Miu y unos vaqueros de su propia marca, J. Lo, se apoya en la consola, cierra los ojos y canta, feliz, acompañando el sonido de su propia voz.
La canción, “You’re perfect”, es una de las que ha escrito para su próximo álbum, y mientras llena la habitación, su productor discográfico y su preparador de voz, se inclinan hacia atrás y se mueven al ritmo de la música. Su asistente, Tiana, su imponente guardaespaldas, Benny Medina, y otra gente la observan con aire aprobador.
Jennifer López, cantante y empresaria que preside su propio imperio unipersonal del espectáculo, comenzó el día a las siete de la mañana en Filadelfia, donde está rodando Jersey Girl. Después de hacer ejercicio durante una hora con su entrenador personal, se dirige en helicóptero al muelle de Chelsea para realizar las fotos del álbum.
Tras dar unos toques finales al nuevo disco, This is me...Then, debe regresar a Filadelfia a medianoche.
Y está Maid in Manhattan, una película elaborada en parte por la antigua agente de Julia Roberts, la productora Elaine Goldsmith-Thomas. Se acaba de estrenar en Estados Unidos y los colaboradores de la actriz confían en que esta comedia romántica sobre una doncella del Bronx que encuentra el amor con un aristocrático candidato al Senado (Ralph Fiennes) rompa la reciente racha de decepciones de taquilla y suponga para ella lo que Pretty Woman supuso para Roberts.
“Es mucho, ya lo sé, estoy cansada”, dice Jennifer López sobre su ritmo vertiginoso. Luego añade entre risas: “Pero me encanta”. Su agenda está llena hasta junio, y no sólo abarca su carrera en el cine y la música, sino su línea de ropa, un restaurante, un perfume y una productora, Nuyirican Films, que va a supervisar dos de sus próximas películas y está desarrollando para NBC una comedia que producirá ella misma.
Jennifer López, un objetivo muy buscado por los paparazzi, niega que su carrera de actriz se haya visto perjudicada por los discos o sus aventuras empresariales. Sin embargo, un periódico informa que acaba de abandonar de repente la agencia que la representaba, la International Creative Management. El artículo responsabiliza a la falta de éxito de taquilla de sus últimas películas. López dice: “No me arrepiento de ninguna de ellas. Tengo cierta idea de que el guión es muy importante. Pero soy yo la que escoge esos guiones. A la hora de la verdad, soy yo la que toma las decisiones. No puedo echarle la culpa al agente”.
Como es sabido, López, de 32 años, procede del Bronx. Es hija de un ingeniero informático y una maestra jardinera. Creció en el barrio de Castle Hill. Cuando vuelve a casa, todo el mundo la conoce. El primer día de rodaje de Maid in Manhattan se realizó precisamente en el Bronx, y el director, Wayne Wang, dice que su fama casi hizo suspender el rodaje. “Fuefantástico, y daba miedo”, dice. Jennifer López puede causar revuelto también en Manhattan. Ralph Fiennes habla por teléfono, desde Londres, y todavía parece asombrado por la experiencia: “Estábamos rodando una noche en las escaleras del Metropolitan Museum. Había una iluminación de escena romántica, y Jennifer estaba increíble, impresionante, con un vestido de noche. De pronto aparecieron cientos de personas que gritaban su nombre. Sentí que presenciaba lo que es ser un icono”.
López parece tomarse la interpretación con tanto sentido práctico como los demás aspectos de su vida. “Mientras esté preparada, creo que puedo hacer un buen trabajo. Y casi siempre estoy preparada”, dice. La trayectoria de Jennifer López, desde la alumna de un colegio católico hasta la superestrella que cobre 12 millones de dólares por película, ha sido firme y bastante rápida.
López afirma que su reputación de diva es una maldición, pero es evidente que tiene una actitud audaz que le ha sido muy útil. No se deja manipular por nadie. No es propensa a exhibiciones de introspección o angustia. Ni siquiera le importa el enorme interés por su vida privada. Desde que rompió con su segundo marido, el bailarín y coreógrafo Chris Judd, hace unos meses, la artista, que lleva un diamante de tamaño considerable en su mano izquierda, mantiene una relación con Ben Affleck. Los dos se fueron hace poco a descansar a Cape Cod, cosa poco frecuente. “Fue un fin de semana fantástico”, dice. “El cielo estaba cubierto de nubes, y nos dedicábamos a contemplar el océano y a hablar. Fue muy tranquilo, nos encantó. Nos alojamos en una casa muy apartada, con la madre de Ben, y durante la cena oímos que alguien llamaba a la puerta. Era una admiradora que quería saber si Ben y yo estábamos allí. La madre de Ben dijo que no. A veces resulta duro que la gente no se dé cuenta de que también quiero vivir mi vida con la persona de la que estoy muy enamorada.”

* El País.

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