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Viernes, 2 de abril de 2010

Quién es esa mujer

El Consejo de Estado francés puso coto a la intención de Nicolas Sarkozy de prohibir y multar el uso del burka en espacios públicos. Pero más allá de las idas y vueltas, ¿quiénes son y qué piensan las mujeres, objeto del debate?

 Por Flor Monfort

Mujer musulmana: si vives en Francia, profesas tu fe con devoción y adoptaste la costumbre del burka en tu vida, el debate sobre tu indumentaria se agudiza. ¿Acaso podrás leer estas líneas? Mucho sabemos sobre la pregunta que divide las aguas de la opinión pública y la política del país europeo, muy poco sobre quiénes son las protagonistas, aquellas que deberían cambiar su vida si se prohibiera el velo integral, pagando multas de 750 euros cada vez que pisan la calle o recurriendo a amparos judiciales que las protegan. ¿Quiénes son y qué piensan las dos mil mujeres que usan el velo integral en suelo francés? ¿No es inédito un debate que tiene silenciadas a sus principales damnificadas?

Es que ahora, el órgano que debía estudiar la pertinencia sobre la puesta en marcha de una ley que prohíba el burka se pronunció. Para el máximo organismo de consulta del gobierno, integrado por opositores y oficialistas, la medida tiene una fragilidad legal intrínseca y no se articula con la política de protección de las libertades individuales. Si bien aceptarían prohibir el velo integral en algunos espacios, como los hospitales o los tribunales, no recomiendan legislar a favor de la censura y el castigo económico. Lo que sugieren, en cambio, es acercarse a esas dos mil mujeres y “convencerlas” de limitar su uso, imitando el velo de las religiosas moderadas (al estilo Benazir Bhutto) en una política de mediación social sin intenciones drásticas ni intrusivas. Tal vez de esa manera podríamos conocerlas, si es que alguna de ellas abre la puerta de su casa para discutir alguna de sus más radicales costumbres.

Esta resolución genera un choque de planetas con la inciativa de Sarkozy de legislar la prohibición en lugares públicos y multar a quienes no la acaten. El primer ministro François Fillon dijo que respetaba la decisión, pero que el gobierno seguiría el mismo rumbo que prometió Sarkozy, aún después del cachetazo que recibió en las últimas elecciones regionales. Dijo que pensaban ir “lo más lejos posible sobre la vía de la prohibición general teniendo en cuenta el respeto por los principios generales del derecho”, lo que es lo mismo que decir que hay que ajustar tan fuerte las clavijas de la letra legal para que sea imposible la apelación de los particulares.

¿Qué quiere Sarkozy? ¿Cuánto le importa la dignidad femenina? ¿Cuánto hay de seguridad de estado más que de derechos individuales en el asunto?

Mientras tanto, los diputados belgas comenzaron a evaluar un proyecto de ley que prohíba el uso del velo integral para su país, lo cual no hace más que ratificar una política europea antiislámica, que parece haberse propagado desde Estados Unidos, aun cuando Bush ya no está en el poder y Obama asegura que no le interesa decirle a la gente cómo debe vestirse.

Para la periodista de género Nicole Muchnik, el interrogante recae sobre las feministas, quienes deberían plantearse cómo ahondar en un tema que divide las aguas de la militancia: “Para una mujer occidental es muy difícil hablar del burka con frialdad, con la cabeza y no los sentimientos, por lo mucho que nos afecta esa ostentación de sumisión, de servidumbre de la mujer, esa negación extrema de la igualdad entre los sexos. Sin embargo, ya no se trata sólo de simpatizar con nuestras hermanas iraníes, saudíes o yemeníes, que sufren latigazos y lapidaciones, sino de saber qué corresponde pensar y hacer”, escribió en una editorial para el diario El País.

Por otro lado, lejos de concentrarse en una cuestión de “izquierda” y “derecha”, las posiciones se reparten con más liquidez. La abogada feminista Gisèle Halimi, por ejemplo, defiende el derecho de la mujer al velo, argumentando que es ella quien decide, mientras que la asociación feminista “Ni putas ni sumisas” celebró el Día de la Mujer con la consigna “Ni velo ni burka”, agitando las aguas para que la ley se promulgue sin demoras.

Por eso, compañera musulmana, intentamos ponerle voz a las preguntas que podrías hacerte: ¿Qué autoridad tienen los que debaten sobre mi indumentaria? ¿Sabrán qué se siente vivir cubierta de un blackout y que un buen día te obliguen a abandonarlo?

¿Y sabrás vos lo que se siente depilarse con cera? Porque duele mucho...

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