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Viernes, 3 de junio de 2011

RESCATES

La muñeca rota

Marilyn Monroe (1926-1962)

por Aurora Venturini

Esta semana hubiera cumplido 85 años. La futura divina nació en Norteamérica, bajo el nombre de Norma Jean Mortenson y por decisión materna cambió por Norma Jeane Baker. Desde entonces, la vida de esta criatura sería zarandeada de un lado al otro sin tregua ni pausa, mediando en este cruel ejercicio su eterna sonrisa estereotipada en su carita de muñeca yanqui. La madre, Gladys Monroe, de pobre condición social y económica, se había casado y divorciado; era malviviente, alcohólica y enferma de neurosis. Lo último resultó una carga de horror para Marilyn en su breve existencia. De padre desconocido, la chica siempre suspiró por descubrir quien era él.

Después de un ataque de locura, Gladys dio a su hijita en adopción. Una amiga de la mamá, Grace Mckee, instó a su pupila a que se interesara por las tablas, el canto, el baile y los escenarios. Ella obedeció y pasó una temporada, digamos, feliz, pero la señorita Mckee contrajo matrimonio, y Marilyn enturbió su horizonte, yendo a caer a la casa de su tío Olive Brunings, que la abusó sexualmente a los 12 años. La familia del tío la convirtió en un paquete que se entrega de mano en mano, y la violó el hijo de Olive. Este desastre se supo mucho tiempo después. El año 1938, el violador entregó a la adolescente a una tía llamada Ana Loweer, que comenzó a volverse loca y la infeliz criatura luego de otros zarandeos paró en un orfanato. A los 16 años, un policía de 21 años, James Dougherty, solicitó su mano y se casaron. El año 1943, el esposo, al empezar la Guerra Mundial, fue destinado a la marina, instructor de la isla Santa Catalina, en Los Angeles, y desde ahí debió embarcarse a Australia.

Marilyn, desquiciada, decidió vivir con su suegra y trabajar en una fábrica de municiones: la Radio Plan de Burbank. En 1945, de 18 años, Marilyn, mientras laboraba en la fábrica, conoció a Henrik Manukyan, quien la retrató maravillado ante su belleza. Ese retrato le valió la portada de varias revistas, decenas de tapas difundieron su glamour... Harta de la miseria, se divorció de Dougherty.

Su consagración se debió a Los caballeros las prefieren rubias. Protagonizó Niágara y Sueños dorados y apareció en la tapa del primer número de la revista Playboy, como la chica del mes. En 1954, apareció en Río sin retorno y en Cómo casarse con un millonario. Firmó contrato jugoso para Luces de candilejas. A fin de colaborar con la guerra, cantó en Japón para las tropas integradas por sus compatriotas. En 1955, actuó en la obra La tentación vive arriba, donde muestra mucho más “arriba” de sus piernas, levantadas las faldas por el aire de la boca de un respiradero de sótano. Esta motivación recorre el mundo entero, que la considerará la mujer más sexy del siglo XX.

En 1956, traba amistad con el escritor Truman Capote y hace el papel de Cherie, en Parada de micros. El crítico Lohan escribió: “Marilyn es una de las actrices más talentosas de todos los tiempos; es realmente brillante. Creo que debió ser nominada para los premios Oscar”. Sucesos extraordinarios la ubicarían en cualquier primer plano: su casamiento con Miller y el viaje a Londres, donde se deslumbró ante Sir Laurence Olivier, que la dirigió en El príncipe y la corista.

Desde 1957, se entregó a la droga y al alcoholismo a causa de un aborto espontáneo que la trastornó con la misma intensidad que la muerte de su madre, internada en un instituto neuropsiquiátrico.

En momentos de lucidez continuaba trabajando y obtuvo el premio Donatello. Arthur Miller reescribió un guión: Hacer el amor, musical dirigido por George Cukor. Marilyn estaba muy deprimida. En esta época, la pareja Monroe-Miller se contactó con los franceses Yves Montand y su esposa Simone Signoret.

La psicótica Marilyn se recalentó con Yves y tuvieron sexo ardoroso. La irrefrenable drogadicta en que se transformó nuestra heroína exigía a Yves que se divorciara de Simone, pero el francés regresó a París con su cónyuge, situación que desaforó aún más a Marilyn Monroe.

Despuntaba el año 1960 cuando Miller escribió un guión para ella en la película Vidas rebeldes. Filmaron en el desierto de Nevada, junto a Clark Gable, Montgomery Clift y Thelma Ritter. El estado de salud de Marilyn era desastroso. Lloraba, se retraía y no podía conciliar el sueño. Se atracaba de pastillas y se pinchaba inoculándose droga.

En agosto fue internada en Los Angeles, de urgencia. Mejoró. En noviembre, se separaron Monroe-Miller. Huston dijo: “Marilyn excavó dentro de sus propias experiencias personales para sacar a la superficie algo único y extraordinario. Carecía de técnica de actuación. Era sólo ella”.

Habiéndose agravado, decidió internarse en la clínica psiquiátrica Payne Whitney y desde ahí se comunicó con Joe DiMaggio, con quien contraerá enlace.

Dejará la clínica pero no se halla repuesta.

El 9 de mayo de 1962 asistirá a la fiesta en homenaje al presidente de EE.UU. John F. Kennedy y cantará “Happy Birthday, Mr. President”.

Vociferando: “Quiero expulsar a Elizabeth Taylor de las portadas de las revistas”, aparece en la primera plana de Life.

El 5 de agosto de 1962, la actriz murió en su casa de Los Angeles. Su médico diagnosticó “sobredosis de barbitúricos”. El resto es misterio eterno.

En el funeral, DiMaggio, su tercer marido, dijo: “No puedo decirle adiós a Marilyn, nunca le gustaba decir adiós. Pero, adoptando su particular manera de cambiar las cosas para así poder enfrentarse a la realidad, diré hasta la vista. Porque todos visitaremos algún día el país hacia donde ella ha partido”. En el cementerio de Westwood Village Memorial Park de Los Angeles, California, duermen los restos de la chica cara de muñeca yanqui, de estereotipada sonrisa.

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