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Viernes, 15 de marzo de 2013

PERFILES > VIVIANA CANOSA

La caída

 Por Flor Monfort

Iba a llegar el día en que la televisión se cobre todas juntas las que le dejó pasar a la colorada transmutada en rubia bien. Vivi fue una impune de los medios desde que Rial la dejaba lucirse con el famoso chimento "enigmático", opacando a sus compañeras de panel, esas que hoy no dudan si las arengan a imitarle la voz rasposa y el baile frenético que es su marca de agua. En esos mediodías de euforia, Canosa roja y lacia lucía sus dientes recién estrenados y era la mala más mala que el jefe gustaba agitar (por nombrar un caso de Youtube, a la otra periodista del rubro, Susana Rocasalvo, le dijo de un tirón: berreta, chirusa, chicata, bocona, chueca, enana, envidiosa, grasa, hipócrita, mediocre, nariz mal operada e ignorante). Después vino la pelea con el jefe y esos dos años que ella llama su exilio de la televisión, comparándose con el general en un murmullo a lo Marilyn-cantando-el-happybirthday. Cuando pudo volver, insinuó, revoleando la lapicera, que la echaron y prohibieron por no acceder a favores sexuales que todas las otras, las que compartían panel, habían dicho que sí con la cabeza y el corazón.

Pálida mortuoria, el look charleston le pegó fuerte durante esos años en que su show del chisme Los profesionales la encontraba combativa, sin pelos en el paladar, capaz de bardear a una aspirante a vedette sin compasión y descender con un helicóptero en la casa de Gran Hermano, en una especie de carrera por ver quién tiene la producción más grande. Pero el terremoto de Haití la puso sensible, allí viajó y durante una o dos semanas, a su vuelta, juró que su programa iba a cambiar y que ella iba a adoptar un negrito hermoso. Insight y nueva vida, se separó de su marido eterno y se mostró en aviones privados con condes y amigos nuevos al ritmo en que su melena viraba del naranja al orange. Pero el amor verdadero llegó a su vida el año pasado y con él el deseo, por primera vez, de ser madre. Deseo inspirado, dijo, por el romance con el hijo de Tato Bores. Antes nunca, antes no, bueno, sí, con el negrito de Haití que no pudo ser porque los trámites eran muy demandantes.

Pero tanto tole tole era ignorado por sus compañeros de carrera, que la odiaban en silencio (ahora se ve). Protegida de Hadad, se subió a esa ola que tanta espuma insufló el empresario y publicó el libro de autoayuda Basta de miedos. Con 41 años quedó embarazada "casi sin buscarlo" o como dijo ella, "milagrosamente", de su primera hija. Al empezar este, el año de la serpiente, su suerte de cuento de hadas cambió con el despido de sus tres compañeros históricos de mesa y el huracán "péguele a Viviana" le dejó la panza dura dura, como confesó en su regreso con panel nuevo y la promesa recontra jurada de que ella los defendió como una leona, pero no pudo ser, porque esa bruma representada por hombres de negro que supone "la cúpula del canal" decidió otra cosa para sus últimos meses de embarazo. Que ella lo sabía de antes, que es mala compañera, que no le importa nada con tal de "llegar" y que debería haber renunciado antes de bajar la cabeza es parte del manual que la dejaron en posición adelantada. Mientras, ella recibía con desconfianza a las tres mujeres que por primera vez la acompañaron en vivo y, cuando podía, les tiraba un palito: a una por recién separada, a otra por escotada, a otra por pituca. Con ellas trató de hacer yunta para extrañarse con onda frente a Alejandro Iglesias, el ex participante del reality al que ella bajó en helicóptero, un chico trans al que presentó como chica y de quien tiró sus más sensibles agudos para expresarle un desconcierto genuino: "yo no sé qué sos" le dijo, pobrecita, antes de dar el mal paso. Mal paso que la tiró al piso y la dejó fuera de juego. Lesionada, el reemplazante pedido por ella, Chiche Gelblung, reconstruyó su caída y abrió ese juego que a Canosa tanto miedo le da: el ridículo, que se rían de ella, que su estilo tan pulido sea tomado para la chacota, y mucho más si viene de parte de estas nuevas aterrizadas, chirusas, mal operadas, berretas, ignorantes, envidiosas… Gente que la desconoce, gente que no sabe quién es, como casi nadie en el fabulario mundo de la tele.

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