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Viernes, 27 de septiembre de 2013

CINE

La mano que lastima

María y el araña, la nueva película de María Victoria Menis, atraviesa la temática del abuso sexual intrafamiliar, sorteando la trampa del silencio.

 Por Rosario Bléfari

María Victoria Menis sigue atenta a las “faltas de” que sufren las personas más expuestas a la intemperie de la injusticia y el egoísmo humano: los menores, los que tienen que ganarse el día y la noche donde dormir, los que menos opciones tienen para elegir y por eso son sometidos por quienes se aprovechan de su necesidad. Pero está atenta también, así lo hace en María y el araña, a la importancia de los otros, no sólo para ejercer el mal sino para brindar compañía, y la importancia de la formación de esa familia que no es la de la sangre, pero que puede llegar a ser elegida y elegirnos por obra y gracia de la amistad y la necesidad de dar amor. Nadie puede hacer todo solo, aunque no quiera “molestar”, aunque la vergüenza y la resignación manden, tarde o temprano, alguien se preocupa y puede ayudar, eso es tan cierto como la pulsión del interés individual. Ese carácter ambidiestro de la naturaleza humana parece ser un eje importante en el cine de Menis (El Cielito, La cámara oscura). En este caso, la mano que lastima tiene un nombre: abuso en el propio hogar, eso que siempre ocurrió en silencio y empieza a ser cada vez más difícil de callar, de ocultar. Sin duda, el abuso sexual en el hogar o fuera de él se exacerba si se suman otras carencias, pero creer que es un problema de otros también incrementa la violencia del mismo abuso. A la par de las personas y las organizaciones que trabajan para ayudar a las víctimas directamente, colabora el arte si, por ejemplo, a través de una buena película, algo queda en el espectador encendido, modificado, atento; colaboran quienes teorizan y ensayan sobre el tema, y colaboran quienes admiten y difunden en su ámbito experiencias similares y maneras de salir de la trampa del silencio. Ciertas problemáticas pueden a veces ser utilizadas para llamar la atención, conseguir fondos o quién sabe qué complacencias. Es mi criterio considerar que una pieza valiosa en las formas garantiza un mejor vehículo para las ideas. Con las actuaciones de Florencia Salas, Diego Vegezzi, Mirella Pascual y Luciano Suardi, no hay mucho texto en María y el araña, los rostros de los personajes dicen todo con pequeños gestos y por el ángulo desde donde es tomada la mirada. La cámara, cuando acompaña el escobillón que barre el piso de la casa, va al ras, y cuando en el recorrido encuentra una de esas gomitas para el pelo llena de pelusa, produce algo más intenso que cualquier escena explícita o cualquier monólogo. Los diálogos son breves y directos, lo mínimo que necesitan los personajes para avanzar. Las inmediaciones de Las Nereidas de Lola Mora, la villa al costado del canal, el Museo de la Cárcova, la rambla de la costanera con sus carritos, la Reserva Ecológica, las ruinas de la ciudad deportiva, instalan un ambiente mesopotámico post-nuclear, y la vida sin sol del vendedor ambulante en los subtes, en contraste, parece más amable por su neutralidad e independencia. Ahí es donde se conocen la chica que ya termina séptimo grado y el muchacho con campera de hombre araña que hace malabares mecánicamente. La salida parece casi inexistente, pero puede ser que el amor abra alguna puerta. Aunque tal vez haya sido el amor, en su modo pasional más impulsivo, el que llevó a la abuela de la adolescente a vivir con un hombre abusador del que ahora no puede zafar. Cuántos sacrificios en el altar a los dioses del amor, a los cuales la canción de la murga, como coro griego, les pide una respuesta. Ritos violentos de iniciación sexual, ¿siguen entre nosotros? Territorialidad animal marcada por sometimiento sexual ejercido por los más fuertes (por medios, por fuerza física, por linajes, por costumbres), siguen entre nosotros. ¿La fuerza de la pasión puede dejar de ser el eufemismo de otra cosa? Las mujeres, los adolescentes, los indefensos, los que carecen de una belleza modelo, ¿cuánto espacio libre tienen para formular y elegir una idea de pasión diferente? ¿Cuánto colabora el agite del meneo instigador –en la publicidad, con la música emborrachadora de la venta de cualquier cosa– con la idea de que a mayor intensidad el amor se apasiona y abusa, y de que la iniciación es violenta por antonomasia?

María y el araña se estrena el jueves 10 de octubre.

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