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Viernes, 8 de agosto de 2014

RESCATE

Sabia corporal

Marcia Moretto
1949-1981

 Por Marisa Avigliano

El cuerpo de Marcia le presta un rato sus partes al aire mientras un privado ritual rítmico corta el espacio en pedazos. Algunos compases después, un primer espectador nota que Marcia ya está bailando. La danzarina esconde en su espesura un mannequin de pasarela que, glamoroso, sabe anticipar la curva de un perfecto cambré. Solita y sola es capaz de modificar la sinfonía del drama, aunque esa tarde se quede parada y quieta en el centro de la sala. Como Madame Moretto se codea cómoda y sin prisa en su saber corporal, espera el momento justo en el que el auditorio hipnotizado cae rendido, y entonces sí levanta alto y lejos la pierna derecha y se deja ir ondulante. Esta escena, elegida en la repetición de la mirada, fue devorada una y otra vez por quienes quisieron aprender a bailar con ella. Les Rita Mitsouko, el dúo de pop-rock francés creado en los años ’80 por Catherine Ringer y Frédéric Chinchin, es ejemplo de progresión numérica y estructural, si de hacer listas de discípulos devotos se trata el homenaje. Catherine Ringer –la mujer que defendió en un programa de televisión también en los ’80 sus años como actriz de cine porno frente a un exaltado Serge Gainsbourg, que entre estruendos de fama moderna y risas sostenía (cigarrillo e idea al mismo tiempo) que eso era sólo hacer de puta– y Frédéric Chinchin compusieron la canción “Marcia baila”, algo más que un éxito de verano, uno de los temas obligados en las veladas parisinas y un tributo a su maestra. Enferma de cáncer, Marcia murió tres años antes de que el primer disco del dúo saliera a la venta. “Marcia baila” habla del satén sobre el que la diva elástica se deslizaba cuando convertía sus piernas en cuchillas afiladas, habla también del momento en que esas mismas piernas urdían fechas cargadas de intenciones geniales y describe la sonrisa infinita de esta coreógrafa argentina que murió muy joven en París: “Qué inmensa es tu boca / cuando sonríes y cuando ríes / yo también río”. Si la cara de Marcia bailaba, enseguida todo su cuerpo bailaba también, cantan Les Rita Mitsouko acompañados por coloridos bailarines que parecen haber salido del catálogo de modelos y estampitas con brillantina que exhibe sobre el mostrador una casa de alquiler de disfraces. La sirena con mal de amores, la saltamontes asesinada por un cáncer que la volvió ceniza y que sus alumnos abrigan en el recuerdo, hizo cine en la Argentina antes de quedarse para siempre en Francia. En los años ’70 fue La chica (Roberto Villanueva es El general, Jorge Alvarez, El cura, y Ernesto Schoó, El burgués; también son de la partida Niní Gómez, Luisina Brando y Marilú Marini) en ...(Puntos suspensivos) de Edgardo Cozarinsky, y fue también –en la otra punta de la industria de la pantalla grande– la coreógrafa de Siempre fuimos compañeros, la película de Donald con Rosanna Falasca y Hugo del Carril. La bailarina desnuda en revolucionarios cortos cinematográficos argentinos de 16 mm también trabajó con Armando Llamas, el dramaturgo de Treinta y una obras autobiográficas; acompañó a Les Rita Mitsouko en pequeñas giras y conciertos, y fue (con Enrique Vila-Matas incluido en el cast) elenco de cameos selectos en más de una película francesa.

Cuando la mujer de grandes ojos maquillados y pelo corto –apenas le cubría la cabeza– se movía, nadie dudaba de que la danza era un modo de hacer magia. La misma magia que ahora en la cadencia de un fantasma la hace bailar para siempre sin cuerpo en un viejo clip de Les Rita Mitsouko.

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