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Sábado, 8 de noviembre de 2014

ABORTO

Lo que sangra

La Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados trató el proyecto de legalización del aborto. Se escucharon voces de investigadoras, abogadas, organismos de derechos humanos y grupos antiderechos. Había 16 diputados presentes, pero la presidenta de la comisión, Patricia Bullrich, argumentó que la cita era en un horario anterior al real y frenó el avance del proyecto. Se espera que se vuelva a tratar el 11 de noviembre y se extiende el debate mediático y social.

 Por Luciana Peker

“El nacimiento de mi hija fue lo más lindo que me pasó. Sólo espero que ella tenga derecho a decidir”, deseó el diputado Horacio Pietragalla (FpV), el martes 4 de noviembre, en la reunión de la Comisión de Legislación Penal del Congreso de la Nación. Pero la presidenta de la comisión, Patricia Bullrich (Unión por Todos), aseguró, antes de comenzar la sesión, que no iba a permitir un trámite express del proyecto de legalización del aborto en su comisión (suya, suya, suya) porque ella la preside. El trámite express es un proyecto para quitar el delito del cuerpo de las mujeres que ella misma presentó veinte años atrás, en 1994, junto a Graciela Fernández Meijide y que ya fue ingresado cinco veces en la Cámara de Diputados por la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Bullrich dice que la grieta –entre oficialismo y oposición– no permite el debate sobre el aborto. Sin embargo, la iniciativa cuenta con la firma de 69 diputados y diputadas de todos los bloques (Frente para la Victoria, UNEN, Frente Renovador, PRO, Frente de Izquierda, GEN, FAP, etc.) que, justamente, unieron sus fuerzas por encima de la grieta para empujar que los hospitales les abran la puerta a las mujeres que deciden interrumpir un embarazo.

El proyecto de express no tiene nada. Por el contrario, es una larga deuda de la democracia. Y se convirtió, más bien, en una tortuga demasiado lenta que no llega a tiempo cuando las mujeres se desangran en abortos clandestinos o se desmayan en el baño de sus casas con hemorragias sin supervisión médica. No se puede decir que Patricia Bullrich sea una mujer de palabra. Pero cuando dijo que éste no era el momento de debatir sobre el aborto (¿hace veinte años sí y ahora no? ¿Por qué no? ¿Cuántas mujeres más tienen que morir, cuántas adolescentes más tienen que desorientarse del miedo, cuánta sangre más tiene que llevarse el río de la inhospitalidad?) y que iba a frenar la movida del 4-N cumplió. En eso cumplió. Dicho y hecho, convocó a los y las integrantes de la comisión en dos horarios distintos (a las 15.30 para tratar otros temas y a las 17.30 para la legalización del aborto) y después argumentó que no había el quórum necesario para que la iniciativa empiece a dar los pasos necesarios y que llegue a debatirse en el recinto. En realidad, Manuel Garrido (UCR) y Margarita Stolbizer (GEN), entre otros/as, le reprocharon que en su curioso reloj tomó en vista las ausencias de las 15.30 (que no era el horario convocado para debatir el derecho a decidir) y no las presencias de las 17.30 (con 16 legisladores/as a brazo alzado) que sí alcanzaban para que el proyecto pudiera arrancar el tránsito lento legislativo.

En el debate en la comisión participaron la abogada Nelly Minyersky, que aseguró que la definición de vida del nuevo Código Civil no impide la modificación del aborto en el Código Penal; Mariela Bielsky, de Amnistía Internacional, que planteó la deuda en un derecho humano que discrimina especialmente a las mujeres y la médica Mariana Romero, del Centro de Estudio de Estado y Sociedad (Cedes), que habló de las tres mil muertas en democracia y a la mortalidad materna en Argentina, que equipara al país con Trinidad Tobago y Jamaica y lejos de Uruguay que, desde la legalización del aborto, no sufrió ni una sola muerte de una mujer por un aborto legal. Mientras que los grupos antiderechos hicieron que su voz se expandiera. La abogada de la Universidad Católica Argentina (UCA) Ursula Basset dijo que si hay incesto las hijas de padres violadores igual deben tener al hijo del abuso.

“Es tiempo de que diputadas y diputados integrantes de la Comisión de Legislación Penal emitan un dictamen sin más dilación. Luego, las comisiones de Salud y de Familia deberán expedirse para que pueda llegar al recinto y finalmente se trate el proyecto para evitar más muertes de mujeres por abortos clandestinos inseguros”, dijo Mabel Bianco, presidenta de la Fundación Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), tras participar en la primera reunión de la comisión en Diputados.

La próxima cita es el 11 de noviembre. Sin embargo, el lobby conservador de la Iglesia tradicional, las nuevas caras (como el Frente Joven que parece fresco y adolescente y es una nueva estrategia comunicacional de los sectores más rancios) y los grupos evangélicos en busca de mayor poder de incidencia partidaria (con la precandidata del Frente Renovador Cintya Hotton a la cabeza) copan el debate mediático como si se tratara de dos campanas que hacen sonar a las mujeres especialmente pobres y especialmente jóvenes.

La iniciativa necesita tener dictamen favorable en tres comisiones para ser debatida, finalmente, en el recinto. A pesar de la extensa tarea de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, Bullrich aseguró que el debate se da a espaldas de la sociedad. Si los riesgos de la clandestinidad del aborto no son parte del debate público, ¿por qué siete universidades emitieron documentos para respaldar la propuesta de legalizar la interrupción voluntaria del embarazo?, le preguntaron en Casi despiertos, de Fm Rock Nacional, a Bullrich, quien criticó el compromiso de las universidades con la sociedad y sus estudiantes: “Me parece una barbaridad que una universidad haga un dictamen a favor de la legalización del aborto. Es como cuando un gremio se afilia a un partido. Estoy totalmente en contra de que una universidad se pronuncie corporativamente”, refutó.

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Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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