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Viernes, 10 de abril de 2015

ESCENAS

Corriendo los márgenes

Directora de teatro y artista visual, Mariana Obersztern corre los límites de la representación y sobre eso hablará mañana en Direccionario, el ciclo de conferencias performáticas del Museo Proa.

 Por Natalia Laube

No podemos saber con certeza si el hecho de que a los cinco años la llevaran al Instituto Di Tella la marcó profesionalmente, pero igual es lindo imaginarse a una Mariana Obersztern chiquita, de la mano de su mamá, entrando al edificio de la calle Florida, caminando entre artistas visuales, actores, actrices y performers, y mirándolos con los ojos siempre asombrados de la niñez. Pasaron muchos años desde entonces y Obersztern construyó una carrera artística que la ubica siempre, como a esxs creadorxs que vio alguna vez de chica, en un terreno de cruce entre su disciplina, el teatro, y las artes visuales: un lenguaje al que, confiesa, recurre por necesidad estética pero también para no perderse del todo lo que pasa ahí, en ese mundo del que le interesa formar parte. Por eso, no es casual que en cada una de sus puestas haya trabajado con artistas visuales y no con escenógrafos; o que coordine las actividades teatrales en Prisma, el nuevo proyecto con resonancias de Kunsthalle de Alberto Sendrós, o que esté trabajando para la Bienal de Performance, que tendrá lugar por primera vez en Buenos Aires del 27 de abril al 7 de junio. Tampoco que su proyecto se llame El gran ensayo pero haga funciones en el Museo Nacional de Bellas Artes.

En Direccionario, el ciclo de conferencias performáticas creado y curado por Mercedes Halfon para el Museo Proa, Obersztern estará invitada a dar cátedra sobre todas esas cuestiones que hacen a su lenguaje y su poética personal, aunque los procedimientos académicos no sean precisamente los que más la convoquen. Por eso inventó también su propia manera de pararse frente a la propuesta: “No tenía ganas de dar una clase sobre el quehacer teatral. Lo que tuve ganas de hacer fue remover el lecho de un río: siempre que lo hacés, algo sale a la superficie, y entonces podés trabajar con los materiales que te quedan”. Por Direccionario, esta apuesta a reactualizar el género de la conferencia performática nacida justamente en los ‘60, ya habían pasado Javier Daulte, Ricardo Bartís y Mauricio Kartun. Obersztern, la primera mujer en formar parte del ciclo, preparó una conference (así le gusta llamarla) en la que trabajará junto al DJ y artista plástico Gastón Pérsico y a Laura López Moyano, a quien ya había dirigido en la obra Si el destino viene a mí.

Las palabras “cruce” y “performance” volvieron a usarse mucho en el campo artístico. ¿Volvieron también los conceptos o nunca se habían ido?

–La palabra “cruce” empezó a usarse mucho de un tiempo a esta parte y creo que está mencionando algo que volvió a pasar, pero también que se utiliza más desde el lado de los críticos, periodistas, curadores y organizadores. Desde el lado del artista esa palabra no hace tanto sentido, porque uno no está pensando “voy a cruzar esto” o “voy a romper con lo otro”: simplemente se imagina, crea, va y toma lo que le hace falta.

Tus proyectos rara vez puede montarse en una sala de teatro sin más: siempre parece haber una búsqueda extra en torno al espacio. ¿Te resulta problemático encontrar los lugares?

–No sé si alguna vez llegó a aparecer la palabra problema, porque una está muy acostumbrada a aprovechar las experiencias que se van dando, a persistir y a surcar los intersticios: cuando te invitan a formar parte de algún proyecto, siempre te agarran preocupada por algún tema y aprovechás para montar nuevas cosas en nuevos lugares a los que tal vez no hubieras tenido acceso. Si algo se te obstaculiza por acá, entonces vas por allá, siempre buscás la manera de hacer. No sé si esto es propio de la vida en la Argentina o de la tarea de dirección en general, en la que una comanda un proceso que continuamente está en movimiento: te proponés que avance y nada te puede arruinar la aventura. Estos últimos años trabajé varias veces en el Portón de Sánchez, que es un lugar muy lindo para montar, cada vez que me llaman del Rojas voy, porque me encanta la sala Cancha, un espacio que tiene todo a lo que yo suelo ir atmosféricamente, dentro de poco voy a trabajar en el Museo de Bellas Artes, mañana mismo en Proa... Los lugares y las experiencias, por suerte, siempre fueron apareciendo.

Mañana a las 18, en Proa, Pedro de Mendoza 1929, CABA.

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