las12

Viernes, 21 de agosto de 2015

INTOXICADA

Como chorlitas

En Estados Unidos un youtuber se alió a tres padres y una madre para asustar a sus hijas adolescentes en reprimenda por chatear con desconocidos. En el momento de concretar la cita los adultos les gritaron, las asustaron, se disfrazaron con calaveras y las apretaron y zarandearon. Algunos medios consideraron que el video es pedagógico. Mientras, no reclaman que se cumpla con la ley de educación sexual integral y se difundan programas educativos para un cuidado responsable y respetuoso de adolescentes en la web. El estigma norteamericano demoniza a las chicas, condena su deseo y abre la lápida para las que transgreden las reglas.

 Por Luciana Peker

Are you crazy? –la increpa su papá a Mikayla. El la cuadruplica a lo ancho y largo y, por si hiciera falta, alza la voz hasta la sordera. Le grita si está loca y, después, la abraza para decirle que la quiere al son de “esto lo hago por vos”. La lección no deja matices. “Podría haber sido un violador, podría haber sido un pedófilo. ¿Por qué estás haciendo esto?”, la interroga sin esperar respuesta. Mikayla se había juntado en un parque con un (supuesto) chico que había conocido en Facebook de 15 años. Cuando llegó no vio a un chico de 15 sino a uno de 20 –con bastante pinta de 15– híper arreglado, lookeado y peinado, pero que busca hacer comprender que las adolescentes hacen cualquier cosa por el ardor de las redes sociales.

El chico trampa es Coby Persin, youtuber profesional al paso de los programas de periodistas de investigación, pero con onda One Direction, remerita blanca ajustada, jopo bien jopeado y fuerte maquillaje color tierra para desterrar –seguramente– el acné juvenil que no se le pasa aunque se ponga a bajar cátedra de terror a adolescentes. Coby tiene 1,2 millón de seguidores desde el 2010, cuando tenía 16 años. Su mayor hit es para demonizar a las adolescentes que aceptan amigos, aunque no los conozcan, una práctica que se fomenta por el fervor de ver quién suma likes en las redes. Coby es el rey de “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”. Pero logró con el video trampa a chicas 24,6 millones de reproducciones en tres días. El efecto reality Halloween dio sus frutos. Casi alcanza las 33 millones de veces que se vio el video de Coby junto a una chica desnuda, apenas con un pantalón pintado sobre su piel, por las calles de Nueva York. Mirar a las mujeres es un buen deporte en la compu, pero que las chicas quieran ver a un chico que les gusta es obra del demonio. O el demonio son ellas mismas.

–¿Qué te pasa? ¿Por qué hiciste esto? –zarandea el padre a Julianna, otra demonia, y ella llora desesperada. Julianna baja la cabeza.

–Podrías haber sido violada y asesinada. ¿Qué le digo a tu madre? ¿Qué hago si te pasa algo? –desasna el padre sobre sus preocupaciones.

Jenna la pasa peor. Quedó en que el chico la pasa a buscar en auto. Cuando Coby la tiene en el asiento de acompañante la agarra de su bracito con todas sus fuerzas y la aprieta con sus dos manos. Ella se quiere bajar del auto y comienza a gritar desesperada, pero él no la deja. Por suerte atrás de la camioneta están su papá y su mamá. Ah, no, por suerte no. Están encapuchados con disfraces de esqueletos como si fueran a una fiesta el 30 de octubre, pero sin calabaza. También la asustan y la sujetan por la espalda.

–Podrías haberte encontrado con tres desconocidos en este auto. ¿Qué habrías hecho? ¿Qué habríamos hecho nosotros sin nuestra hija? –reflexiona el padre. La madre le pide el celular. Pero ella no se lo da. La pedagogía no sirve ni para que entregue el telefonito. La mamá se lo arrebata. Y arenga: “Ya hemos hablado del tema y leído en el periódico casos reales que pasan”. Al final el video advierte: “Hay 750.000 pederastas en Estados Unidos”. En realidad siete de cada diez abusadores son conocidos de la víctima y sólo tres de cada diez extraños. Aun así los recaudos en las redes sociales no son ni una película de terror ni –deberían– ser una película muda. Pero, en la Argentina, existen recursos respetuosos de las y los adolescentes y más efectivos, en los contenidos de Educación Sexual Integral (ESI) del Ministerio de Educación de la Nación y del programa “Con vos en la Web”, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Sin embargo, las radios y portales se hicieron eco de la nota de Clarín, del 14 de agosto, sobre el polémico video como un recurso tildado de “pedagógico” para concientizar a las niñas.

Lucía Fainboim, encargada de Comunicación y Contenidos del Programa Nacional Con Vos en la Web, opina: “Nosotros en lugar de apuntar al miedo apuntamos a la educación. Creemos firmemente que la web tiene aspectos muy positivos y otros a tener en cuenta para evitar problemas que deben prevenirse con diálogo, educación y compañía adulta. Por eso damos talleres para niños y padres, capacitaciones docentes y brindamos materiales educativos como guías, manuales, consejos y videos. Creemos que los problemas que pueden surgir en la web son culturales y sociales, y no propios de Internet. Si bien en muchos casos la tecnología puede potenciar esos riesgos, evitamos culpar a la tecnología y trabajar en la prevención siempre desde la información”.

Si las chicas se equivocaron, nunca aceptaron participar de un Big Father mundial y, además, no son chicas las únicas que buscan citas o se equivocan. “El video no sólo apunta al miedo, sino que expone a la niña, haciéndole pasar realmente un muy mal momento. Nosotros trabajamos el riesgo de hablar con desconocidos pero también el cuidado de la privacidad. En ese sentido, creemos que exponer así a la niña es una forma errada de llevar el mensaje. Por otro lado, es importante señalar que no son sólo las mujeres las víctimas del abuso sexual online o grooming. Varones y mujeres sufren engaños y abusos en la web y la forma de acompañarlos debe ser la misma: deben evitar dar información personal, acordar encuentros o mostrarse por la cámara web.”

La periodista de tecnología de CN23 Irina Sternik plantea: “El video expuso a tres chicas a humillaciones. No muestra los peligros de las redes sociales, sino un sesgado experimento donde los padres exponen a sus hijas asegurando que son las niñas las que no se dan cuenta de los peligros, algo que nadie puede comprobar. Lo único bueno del video es que genera un debate de cómo cuidar a los chicas. Pero no de las redes, sino de los malos tratos de los padres”. Mientras que el psicólogo Alejandro Schujman, autor del libro Generación NiNi, cuestiona: “Los personajes como el cuco o el hombre de la bolsa deberían ser de otros tiempos, y el miedo no debería seguir siendo el mayor recurso para intentar educar a los hijos. Los padres depositan en el siniestro youtuber la responsabilidad de transmitir lo que ellos evidentemente no han podido en los años de crianza. Los chicos necesitan señales claras, diálogo y confianza, no sorpresa y terror, para que aprendan”.

Más información: [email protected]/ http://www.convosenlaweb.gob.ar

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