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Viernes, 7 de noviembre de 2003

CONSEJITOS DE MARU BON BON

Excusas posibles para rechazar un triángulo (y no quedar como una pacata)

La vida moderna nos somete a todo tipo de presiones y aunque una esté dispuesta a aggiornarse, no siempre tendremos el alma dispuesta a los goces que nos propone el libertinaje. Sin embargo, queridas amigas, no es necesario clausurar esas puertas por las que suele ser útil espiar, tal vez colar una manita o guardar la llave para el momento propicio. Entonces, si su pareja le propone hacer un triángulo, eche mano de estas útiles excusas que la sacarán del apuro sin perder modernidad:
Posibilidad 1 (riesgo moderado). Doble la apuesta: “¿Un triángulo? ¡Buenísimo! Invitemos a tu hermana/o”. Como bien sabemos, no hay mejor defensa que un buen ataque, haga la prueba, verá cómo el rubor incendia las mejillas de su novio/a o amante. Si se da el caso que quien propone no tiene hermana/o, arriesgue un “¿Y si llamamos a mi ex novio/a?”. Lo riesgoso es que acepten su invitación o le retruquen: “Mejor llamemos a la tuya que hace rato me tira onda” (con perdón por el neologismo).
Posibilidad 2 (riesgo nulo). Aproveche la ocasión: “Está bien, pero yo elijo con quién y vos mirás”. Puede ser que esto descoloque a su pareja; a no ser que la propuesta venga de un voyeur consumado. Quien tiene la fantasía de perpetrar una relación de tres no suele tener intenciones de permanecer inactivo/a. En caso de que acepte, usted no tendrá más riesgo que la consabida escena de celos posterior. Aunque eso corre por cuenta del interesado/a.
Posibilidad 3 (riesgo moderado a alto). Gane tiempo: “Hoy no, mi amor, que tengo las calcetas viejas”. Es una excusa tan remanida como la del dolor de cabeza, descontando que además le pueden decir “no importa, mamita, te la saco con los dientes”, frase poco célebre si las hay pero que se ha escuchado más de una vez. También puede usarse por la positiva, incitando a postergar el ménage à trois hasta que se compre esas medias, o ese corpiño que tan bien le sienta al busto. Una prórroga siempre es una prórroga.
Posibilidad 4 (con riesgo a favor). Devuélvale la pelota: “¿Cómo adivinaste que deseaba tener a dos para mí sola?” Señora o señorita, si esto en lugar de una excusa se convierte en una propuesta, es su oportunidad, toda mujer tiene derecho a gozar de dos hombres alguna vez en su vida (o de dos mujeres, si es el caso). Lo importante es apropiarse de tal modo de la propuesta que la fantasía del otro/a se preste para cumplir la propia, aun cuando no se le hubiera ocurrido. Si se muestra lo suficientemente ansiosa es probable que huyan frente al poder arrollador de su deseo. O que se lo cumplan sin más.
A modo de final, esta servidora recomienda no ceder jamás más que frente a sus propias ganas. Y si no sabe lo que quiere, pruebe primero con algún amigo inanimado –dildos, pepinos, sandías o similares– que, cerrando los ojos, puede convertirse en el primer paso hacia el maravilloso mundo de las multitudes.

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