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Viernes, 18 de mayo de 2007

INUTILíSIMO

Felicidad sin nubes

Cambiando un poco el enfoque habitual de esta sección, aunque no la filosofía que la caracteriza, los consejos de hoy estarán orientados a ayudarlos a ellos a hacer más dichosas a sus esposas desde el día mismo en que es consagrada la unión. Para lo cual recurrimos al fascículo correspondiente de la Enciclopedia Pronto y Fácil (Editorial Bruguera, Barcelona, España, 1976), titulado justamente Cómo hacer feliz a la esposa, firmado por Tona Robres.

“Por cierto, no se puede alegrar la vida y darle todos los gustos a quien no se conoce lo suficiente, por eso hay que aprovechar a fondo el período de noviazgo, tratando de saber a ciencia cierta qué ilusiones, qué gustos, qué intereses y también qué rechazos hay detrás de esa cara bonita y esos buenos modales de la que será tu mujer”, señala Tona Robres. Pero por más que el futuro marido haya averiguado e investigado, deberá esperar el momento de la convivencia para empezar a descubrir sus reacciones en la vida cotidiana.

“La vida está hecha de la suma de pequeñas cosas”, escribe la autora del fascículo. “No esperes una celebración importante para tener un detalle (aunque no sea sustancial) con tu esposa. Ten para con ella algunos detalles cada día. A la mujer le seduce eso. ¿Y no te parece que, visto así, la dicha está muy al alcance de vuestras manos?” Por ejemplo, siguiendo el curso de las hondas reflexiones de la señora Robres, “has de saber qué tipo de espectáculo prefiere tu señora (cine, teatro, televisión, conciertos, exhibiciones deportivas) y procurar darle el gusto generosamente, aunque no compartas ciertas preferencias: a ella, seguramente, la atraerán los dramas lacrimógenos y las comedias románticas. Y si tus propios gustos no coinciden con los de tu esposa, no te preocupes. Seguramente ella, en reconocimiento, estará de acuerdo en acompañarte la próxima vez a ver el programa que tú elijas: combinando los gustos de ambos os abriréis mutuamente posibilidades de conocimientos y satisfacciones”. Aunque, naturalmente, no faltarán ocasiones en que debas “sacrificarte” en aras del contento de tu mujer: “Es muy posible que a ella le encante salir de compras o sencillamente a mirar escaparates. ¿Te has brindado alguna vez a acompañarla, por mucho que detestes este tipo de salidas? De este modo conocerán mejor sus elecciones y cuando llegue el momento de comprarle un regalo, estarás muy bien informado para dar en el clavo”.

No ceses, pues, de preguntarte sobre la forma de ser y de pensar de tu esposa, tratando de encontrar la respuesta exacta para mejorar la relación entre ustedes: “Dedícate a esos pequeños detalles, concédeles la atención que se merecen. No intentes encontrar la felicidad en los grandes gestos, como contratar un crucero sin consultar con tu mujer”. Más bien, trata de que ella también conozca tu interior, tus necesidades. Para lo cual, “hazle saber lo que te hace falta; hazla sentirse responsable de tu felicidad; dile a menudo que la quieres; cómprale flores; trata de conquistarla cada día”. Si así lo hicieres, la ventura matrimonial estará largamente asegurada y la palabra divorcio se borrará para siempre de tu vocabulario.

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