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Viernes, 24 de septiembre de 2004

La era del ego inflable

Por Daniela Gutiérrez *
El cuerpo soporta una época y, sin duda, deviene una caja sintomal de la misma. Cuando el malestar de la época rebalsa, el cansancio moral, afectivo, sexual, político se vuelve en la conversación “queja de carne” y éstas se elevan en toda conversación cotidiana. Los estímulos acuciantes que presionan sobre el deseo son, en especial, causal de angustia e incentivo para abrirle cauce.
En los noventa el espacio público adquirió una ocupación más femenina que viril, consecuencia quizás de micromutaciones en las costumbres que, a su vez, han sido movilizadas por el cambio en las mujeres y probablemente también habría que pensar que en la época de los “bienes y servicios” el espíritu femenino fue más dócil al “ajuste”.
Salir a la calle, bancársela, supone un cambio en la posición corporal, además de un cambio en el lenguaje. Pero el despliegue de las mujeres sobre lo público, y no necesariamente el relevo en el campo doméstico femenino, supuso el ajuste y el absorber del malestar sobrante a nivel social. Hoy es el cuerpo femenino el que se volvió más vulnerable a los avatares del afuera.
Si la conquista del espacio fue un must en los años 70, los noventa bajaron a tierra de un plumazo neoliberal cualquier sueño de trascender: se trató de enfatizar la “conquista del cuerpo”: el mapa genético, la oveja clonada, cirugías plásticas, siliconas o botox inyectables (¿no serán nuevas vacunas contra el rechazo social?). Probablemente la guerra fría haya sido el último intento de proyecto colectivo humano, ahora sustituido por ese sueño estético individual... la erótica, gimnástica, dietética y cosmética imponen la nueva tiranía del goce. ¿Es ésa la imagen social del cuerpo?Pero lo que no se logra por los medios tradicionales de la dignidad, el buen nombre, la virtud, el trabajo o el talento, difícilmente se obtenga por la apariencia. Las redondeces implantadas no elevan la autoestima, apenas la hinchan. Y a un ego inflable le está destinado necesariamente la figura de la muñeca o el títere.

* Investigadora del área Educación y Cultura, de Flacso.

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