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Viernes, 5 de enero de 2007

Mis ancestros, los doctores

En el norte argentino, en Bolivia y en Perú existen indígenas de ambos sexos que leen la hoja de coca. María Estelina Quinatoa conoce a yachas, médicos y chamanes/as de los Andes centrales que poseen el arte de consultar y ver el futuro con la coca. Si bien en Ecuador no hay lectores de la hoja de coca por la temprana prohibición, las y los indígenas que habitan su país recurren a otras maneras de conectarse con los espíritus y consultarlos. “Para mi pueblo es muy importante el mundo onírico y tenemos nuestros propios códigos para interpretar los sueños y sabemos dialogar con otras sustancias como la ayahuasca.”

Su padre fue chamán y conoce por herencia y por experiencia propia la forma tradicional de toma de la ayahuasca. Ella lamenta que esta sabiduría milenaria esté siendo distorsionada por “iglesias nuevas (como la llamada del Santo Daime)” y las tomas grupales en ciudades, lo cual, nos dice, es muy riesgoso, porque esta planta está vinculada con la vida y la muerte, y el modo más seguro de hacer la experiencia en una relación de dos: chamán–paciente.

“Tenemos registro arqueológico de las dos copitas que se utilizaron para la ayahuasca. La planta que prepara la mujer amazónica con 20 litros de agua queda reducida a esas dos medidas que beben el paciente y el chamán y no más, el riesgo es mortal. Esta planta no es para purificar como muchos creen, es para ver todos tus problemas y conflictos como en una película y en esa relación médico-paciente, el chamán te ayuda a procesar todo eso poniendo su atención en una sola persona, no en un grupo. En el medio ambiente donde vive la planta y no en una ciudad.”

¿Por qué los chamanes de la ayahuasca son varones? Son varones los chamanes que atienden al paciente pero la que prepara la planta es una mujer, generalmente su esposa, y ella y los ayudantes del chamán tienen conocimientos y participan de la experiencia desempeñando otras funciones. En los Andes también están las “mamas” que curan y utilizan plantas.

“Hay un despertar de la religión andina increíble –expresa Quinatoa–, en parte debido a que la Iglesia Católica y las otras iglesias no han brindado soluciones a muchos problemas de las personas. En ese despertar se mezcla cualquier cosa como lo hace la Nueva Era y se presenta como religión indígena algo que no lo es. Creo que todos tienen derecho a crear sus propios rituales y a conocer la religión y medicina indígena, pero hay que dar los créditos correspondientes y no saquear lo indígena. Es legítimo aprender pero con el mismo respeto con que se estudia la medicina occidental. Al experto, al médico, al chamán indígenas (mujer o varón) hay que darles el mismo respeto y crédito, el que ya tienen en sus comunidades.”

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