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Lunes, 6 de mayo de 2002

OPINION

Regreso sin gloria

Por Daniel Guiñazu

No trajo buenas noticias la reaparición de Walter Javier Crücce en el ring de la FAB. Perdió ampliamente por puntos y en fallo unánime ante el neuquino Paulo Alejandro Sánchez, y no sólo eso: tampoco exhibió ninguna de las muchas virtudes que lo convirtieron, a mediados de los ‘90, en el “Golden Boy” del boxeo argentino y en poseedor de un destino indiscutible de crack y de campeón del mundo.
Con poco más de cuatro kilos por encima del límite de su categoría natural, la de los welters (pesó 71,050 kg, debió haber pesado no más de 67 kilos), este Crücce gordo, fofo, lento, impreciso, sin vigor ni creatividad, dejó un sinfín de interrogantes abiertos que bien pueden fusionarse en uno: ¿Para qué volvió? Ninguna de las lecciones del pasado reciente parecen haber sido aprendidas, el tiempo ha corrido en vano al cabo de 16 meses y medio de inactividad y Crücce está como antes. O sea, peor que antes.
Nunca fue buena su relación con el gimnasio y la balanza. Siempre le costó entrenarse y dar el peso. Por eso, el liviano natural se fue rápidamente a welter junior (63,500 kg). De ahí engordó a welter (66,678 kg) y luego la escalada se hizo imparable: pasó a pelear como mediano junior (69,850 kg) y ahora parece cómodo excedido como mediano, categoría en la que da ventajas de estatura, alcance y potencia.
Con semejante sobrepeso, Crücce no tiene nada de nada: ni reflejos para anticipar, ni energía para sostener los intercambios con continuidad, ni soltura para caminar en el ring, ni justeza para pegar ni habilidad para que no le peguen, ni fe en sí mismo, ni futuro. Está vacío de todo y ni rastros quedan de aquel peleador talentoso y explosivo que tantas ilusiones despertó en sus comienzos. En la medianoche del domingo, Sánchez (69,300 kg), un discreto peleador de consumo interno que había perdido 10 de sus últimas 14 peleas, se cansó de conectarle la izquierda en gancho al hígado y en directo a la cabeza. Y Crücce jamás acusó recibo. Peleó sin plan ni estrategia, a lo que le saliera. Y no le salió una bien.
Puede valer como atenuante el hecho de que el 26 de febrero, Crücce retornó a los entrenamientos en Las Flores, su ciudad natal, con 82 kilos. Pero aun admitiendo eso, alarma que esté tan mal. El público y la cátedra fueron a verlo volver creyendo que, si no todo, parte al menos de su antiguo lustre estaba vigente y que el pugilismo nacional le devolvía la confianza a una figura que no había cumplido con ninguna de sus promesas. Pero todos se fueron desencantados. A los 27 años, Crücce sigue sin saber qué quiere hacer en el boxeo.

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