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Lunes, 10 de marzo de 2003

OPINION

El drama de Balbi o lo que Rosa se llevó

La derrota por nocaut en el 8º round de Raúl Balbi a manos del dominicano José Rosa Gómez fue, apenas, el punto final de una tragicomedia de errores que empezó a escribirse, con letra temblorosa, el mismo día en que Bob Arum le ofreció a Osvaldo Rivero una chance para que Balbi pelease con Floyd Mayweather por el título de los livianos del Consejo. Los 250 mil dólares de bolsa que la Top Rank dijo estar dispuesta a poner sobre la mesa empujaron al ex campeón mundial argentino a abandonar su retiro virtual y a ponerse a entrenar, más para bajar los 72 kilos que pesaba en lejos del gimnasio, que para lograr una condición física aceptable.
Todos dieron como cierto que Balbi enfrentaría a Mayweather, el 19 de abril en Fresno, California. Pero en el apuro olvidaron un detalle clave: Balbi no estaba clasificado en el ranking liviano del CMB. Y debía hacer una pelea previa para figurar y tener derecho a la pelea prometida. Supusieron, Balbi y su manager Rivero, que una gestión política de alto nivel del presidente de la FAB, Osvaldo Bisbal, con el titular del Consejo, José Sulaimán, vencería resistencias y abriría puertas. Cuando se persuadieron de que eso era imposible porque el Consejo todavía respeta ciertas reglas, buscaron rivales de ocasión para asegurarle a Balbi una victoria sin riesgos. Y dieron con Rosa Gómez, un veterano evangelista de 33 años, que hace nueve que vive en La Rioja y que había realizado 44 combates en la Argentina, generalmente ante boxeadores de segunda.
Rosa Gómez no se achicó. Aguantó el calor insoportable que envolvía la atmósfera del Centro de Educación Física Nº 2 de Caseros, toleró el mayor vigor de Balbi y, a punta de corazón, logró el triunfo más importante de su sacrificada campaña y destrozó el sueño de Balbi, quien con su chance mundialista hecha añicos, vaya a saber uno qué hará con su vida y carrera.
Fue doloroso verlo perder a Balbi (64 kilos) de la manera en la que perdió. Porque lo hizo después de quedar vacío, exhausto, agotado más por el esfuerzo desmedido que debió hacer para ceñir su físico dentro del estrecho estuche de la categoría welter, que por la temperatura infernal que azotaba el ambiente. Balbi no cabe en los 61,235 kg, límite de los livianos, y por eso mismo perdió el título y el desquite con el rumano Dorín. Por lo visto en la medianoche del sábado, también le resulta un suplicio meterse en los 63,500 kg. Si no, no se explica cómo después de cinco rounds parejos, en el sexto se apagó como si su cuerpo no le perteneciese más.
En ese asalto, Rosa Gómez, un welter natural de 65,100 kg, le dio una paliza. Y Balbi llegó a su rincón boqueando. “No puedo más”, le espetó a su entrenador, Mario Tedesco. Con lo último que le quedaba en los pulmones y en el alma, salió al 7º round y con un uppercut de zurda, cerca estuvo de noquear a Rosa Gómez. Fue su agonía. En el 8º, sus piernas ya no lo sostenían y su mirada perdida clamaba por una gota de oxígeno y una brisa de aire fresco. Era un remedo de sí mismo. Estaba acabado, sin fuerzas para resistir. Y Rosa Gómez, que no tenía mucho más adentro, lo despachó con una izquierda en gancho y una derecha cruzada a la cabeza que lo mandaron a la lona. Se levantó y el árbitro Luis Guzmán le preguntó si quería seguir. Cuando dijo que no, decretó la derrota de Balbi por nocaut y quizás, el final anticipado de su carrera ahora que se quedó sin la chance de pelear por el título y, sobre todo, sin esos 250 mil dólares por los que exprimió su físico hasta lo indecible.

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