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Lunes, 24 de diciembre de 2012

MARAVILLA MARTINEZ

Fenómeno nacional y popular

 Por Daniel Guiñazú

Fue el año de la consagración mediática de Sergio “Maravilla” Martínez. De su instalación como fenómeno nacional y popular, verdadera pasión de multitudes. Millones de argentinos lo abrazaron el 15 de septiembre, aquella noche de su épica victoria ante Julio César Chávez Jr. en Las Vegas, en la que reventaron las mediciones del rating (41 puntos entre televisión abierta y el cable). Como suele abrazarse a los ídolos. A los que vence el irremediable paso de los tiempos.

Acaso el plus de la conmoción que provocó en el país esa pelea por el título mundial de los medianos (sólo comparable a las que causaban las defensas de Carlos Monzón en los lejanos ’70) sea lo que explique la ola de reconocimientos periodísticos que Maravilla recogió esta semana. Fue tan potente el sacudón social que ni los cronistas especializados en boxeo ni los periodistas deportivos de Buenos Aires, ni la sección deportes de un gran diario argentino quisieron/pudieron quedarse afuera. Sergio Martínez fue un boxeador tan grande y un personaje tan irresistible que terminó imponiéndose (con justicia o sin ella, todos los razonamientos son posibles) al año demoledor y a los 91 goles que marcó Lionel Messi y a la medalla dorada en taekwondo que Sebastián Crismanich alzó en los Juegos Olímpicos de Londres.

Si sobre los rings hace rato que Maravilla viene haciendo estragos, este año también demostró ser un superdotado en el juego grande de los medios. Metido en la pantalla chica de los argentinos, supo vender una historia de vida inspiradora en el Bailando por un sueño de Marcelo Tinelli, en un reportaje memorable que le hizo Alejandro Fantino y que superó los dos dígitos de audiencia y en un actuación de stand-up que hizo en Duro de domar. La gente la compró con los ojos cerrados.

De ser casi un desconocido para el gran público y para el establishment mediático que lo ignoraba “porque no era de acá”, Martínez se transformó sin escalas intermedias en un motivo de conversación nacional, ocupó tapas de revistas que jamás se le habrían ofrecido a un boxeador y hasta hizo una videoconferencia con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para anunciar su pelea del 27 de abril del año próximo ante el inglés Martin Murray en un estadio de fútbol. Hoy lo rodean, lo abrazan y lo miman hasta quienes no hace mucho clamaban que el boxeo había dejado de ser negocio porque estaba muerto y rematado.

Pero a no confundirse: los argentinos no se reencontraron con el boxeo gracias a Maravilla. En todo caso, descubrieron primero al personaje y recién después al crack y campeón. Y quedaron fascinados con los dos.

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