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Lunes, 25 de abril de 2016

FúTBOL › UN PUB FUE EL ESCENARIO DONDE LO VIVIERON ALGUNOS ARGENTINOS

El Super se vio en Estambul

 Por Juan José Panno

Desde Turquía

El pub The Port Shield está en una esquina en el corazón de Sultanhamed, el barrio más típico de Estambul, muy cerca de la Mezquita Azul y el museo de Santa Sofía. Es un clásico pub inglés, todo revestido en madera, con luces tenues y cuadros sobrios, pero con la particularidad de que tiene televisores leds en varios ángulos. Desde hace nueve años funciona con un público conformado casi exclusivamente por turistas, que pueden ver ahí los partidos de sus equipos favoritos. En el exterior, en papel y en letreros digitales se informa de la programación diaria, partidos de Inglaterra, Italia, Francia, España, Italia, Portugal y Holanda.

Preguntamos un rato antes de la hora señalada para el comienzo del Superclásico, si hay alguna chance y nos dicen que sí, que claro, que porqué no, y nos acomodan frente a una de las seis teles. Estambul impacta por el fervor religioso, por la imponencia de las mezquitas, por el colorido de sus calles, el movimiento de Taksim, el barrio en el que se produjo el tremendo atentado del 19 de marzo último, y sorprende por las vistas al Bosfor, sus atardeceres, y en la lista de todo lo que ofrece un futbolero de alma debe agradecer la noticia de que se puede ver en vivo y en directo el Super. Con el partido ya empezado, entró aceleradamente un muchacho que nos huele argentino, pregunta y se zambulle en un sillón. El tipo lleva puesta una camiseta de River, con el número 25 y el nombre de Mercado. Se llama Ignacio Lucarno, es de Mar del Plata, tiene 30 años y recorre el mundo solo. No puede creer que esté viendo el partido y un rato más tarde dice que no puede creer lo mal que esta jugando River, porque no se nota la diferencia numérica.

El partido es cortado adentro y también en la tele porque se larga un diluvio y la transmisión se interrumpe varias veces. Empezamos a sospechar que nos quieren echar, porque ya es casi medianoche (hay seis horas de diferencia), pero no. Nos dejan al final, pero eso si, en los últimos minutos le ponen el sonido original de Telefé y el relato de (Rodolfo) De Paoli. Antes era mucho mejor porque solo había sonido ambiente. Cuando termina el partido quedamos en el boliche los argentinos, dos gallegos y dos turcos, además del dueño y el mozo. Los gallegos y los turcos se habían quedado a ver el Boca-River, pero mucho se ve que no vieron porque no se habían dado cuenta de que Boca jugó casi todo el partido con diez. Pero eso sí, todos elogiaron a D’Alessandro. El Superclásico quedará en el olvido para todos muy pronto. No va a ser igual para la pequeña hinchada argentina que lo vio en la increíble Estambul.

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