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Domingo, 24 de junio de 2007

ESOS DéBILES DOLORES DE CORAZóN, DE FLORENCIA TERUZZI

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Una novela cíber-epistolar que devela las inesperadas pasiones de un profesor.

 Por Cecilia Sosa

Esos débiles dolores de corazón. Los sueños desvariados de Santiago Borghi
Florencia Teruzzi
Editorial Lumière
95 páginas

Con un hermoso título tomado directamente de los Diarios de Kafka, Florencia Teruzzi (graduada en Filosofía en Córdoba) inicia su primera novela Esos débiles dolores de corazón, como corresponde a toda novela de misterio: con una muerte. Santiago Borghi, adjunto de una cátedra de Filosofía, autor de algunas mediocres páginas de ficción, que se ha ganado la vida escribiendo biografías y consiguiendo algunos premios, es hallado muerto en el piso de su estudio con dos computadoras encendidas y un disco de Pergolesi sonando hasta el hartazgo. Quien lo encuentra es un discípulo, alumno por más de diez años y promovido a jefe de trabajos prácticos que, al momento de la muerte del maestro, lleva también el compromiso de escribir su biografía. Sin embargo, el acceso a su correo electrónico lo lleva a zonas bastantes más interesantes que las anodinas confesiones que su biografiado ha dicho frente al grabador. Porque allí, bajo el nombre de Marienbad, se despliega un mundo nuevo, no la esperable sucesión de frases dramáticamente entrecortadas, emoticones, tics y borrosos afines, sino una suerte de entramado epistolar, repleto de romanticismos, besos despiadados y furibundos, murallas chinas, apasionados secretos donjuanescos; en fin una verdadera trama epistolar que, sin perder aristas de cotidianidad porteña, por momentos logra recordar más a las caras novelas del siglo XIX que a la literatura moderna que tanto se ha ensayado últimamente. No falta la amante Felisa, hija de una palestina refugiada en el Líbano que se dedica a las traducciones en árabe para la ONU y que se ocupa ella misma de recordarle a su amante su parecido con Felice, la amada de Kafka; ni tampoco una esposa “nada bohemia” pero que no duda en convertirse en hacker.

No hay en Esos débiles corazones... respeto por cierta literalidad de una jerga cibernética sino la voluntad de recrear un lenguaje amoroso, casi clásico, casi anacrónico, que convive con resfríos, sistemas que fallan, tramos de agenda y hasta declaraciones de amor en un inglés tan apasionado como horroroso. Todo sucede como si el tráfico ciberespacial (¿la última utopía posmoderna?) pudiera conducir no ya a un laberinto kafkiano pero acaso sí a la carta eterna de un amor tortuoso que va capturando al eventual espía y conduciéndolo hacia oscuros estados de identificación e impaciencia que por momentos bordean sin detenerse las arista más psycho de aquella película Novia se alquila.

Así, entre estudios en Plaza San Martín, algunos cafés en Clásica y Moderna, el Tuñón o el Florida Garden y numerosos intercambios cíber-epistolares, Teruzzi hilvana una novelita suavemente enigmática y económica que acaso sin deslumbrar se deja leer sin interrupciones.

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