libros

Domingo, 8 de septiembre de 2002

Medios y mensajes

La educación desde
la comunicación
Jesús Martín-Barbero
Norma
Buenos Aires, 2002
132 págs.

Recepción y mediaciones. Casos de investigación en América Latina
Guillermo Orozco Gómez (coord.)
Norma
Buenos Aires, 2002
162 págs.

por Diego Bentivegna

En las dos últimas décadas los cambios en los modos de percepción, de representación y de conservación de la información a través de los medios electrónicos se ha convertido en una de la cuestiones más debatidas (quizá en la más debatida) en el interior del desarticulado sistema educativo argentino. En efecto, sobre la base del lugar constitutivo que tienen los medios en la conformación del “imaginario”, se ha venido configurando una vulgata educativa que puede resumirse en la idea de que no sólo los contenidos que se ponen en juego en la escuela sino también el mismo modo de construcción del saber debe ser repensado a partir del reemplazo del paradigma letrado de la modernidad –centrado en el libro como objeto cultural y en la linealidad de la lectura de la página escrita– por la flexibilidad y el carácter rizomático del saber que suponen los medios audiovisuales y, últimamente, la Red.
Estos dos libros publicados por Norma intentan pensar este cambio a partir de las categorías de las disciplinas englobadas bajo el nombre de Ciencias de la Comunicación. En La educación como comunicación, el colombiano Jesús Martín-Barbero plantea una reflexión acerca de la educación remitiéndose básicamente a lo que considera la primera gran teoría sobre la comunicación elaborada desde América latina: la pedagogía del brasileño Paulo Freire. En un gesto de revalorización de la propuesta de Freire, Martín-Barbero incluye como primer capítulo de su libro un importante fragmento de 1970 dedicado al pensamiento del autor de la Pedagogía del oprimido. Más allá de ciertas generalidades en el uso de las categorías de la lingüística y de la hermenéutica, el capítulo inicial del libro de Martín-Barbero propone una interesante articulación entre la idea de lenguaje y de comunicación como procesos interactivos de Freire y la teoría de la hegemonía de Antonio Gramsci, central –como demuestran, entre otros, los trabajos del argentino Néstor García Canclini– en la constitución de un campo de estudios materialista y culturalista de los problemas de la comunicación.
En los otros dos capítulos de su libro, Martín-Barbero lleva adelante una crítica del paradigma letrado centrado en la cultura escrita y en el libro, que estaría regulado por la oposición histórica entre civilización y barbarie. Tratando de mantener distancia tanto de una visión apocalíptica como de una integrada, Martín-Barbero valoriza la “pluralización de los alfabetos y de las culturas” que está en la base de los procesos comunicativos puestos en juego por la industria cultural, procesos que suponen un nuevo modo de concebir el saber y la circulación de la información caracterizado por el descentramiento (la expandida circulación por fuera del libro del saber socialmente válido), el deslocamiento (estallido del orden lineal a favor del flujo rizomático) y la diseminación (borramiento de las fronteras disciplinarias).
Son muchos los reparos que pueden hacerse a los planteos de MartínBarbero. Por ejemplo, su posición en relación con la lectura como “placer”es no sólo de lo más trajinado, sino que además en nuestro contexto educativo ha servido para legitimar la exclusión de ciertos textos constitutivos del canon con la excusa –de una banalidad apabullante– de su poca adecuación al gusto de los adolescentes.
Lo mejor del libro de Martín-Barbero es que obliga a pensar el valor político de la enseñanza. Es justamente la relación entre política, educación y comunicación lo que articula la serie de intervenciones recopiladas por Guillermo Orozco Gómez, de la Universidad de Guadalajara, en Recepción y mediaciones. En su “Introducción” se hace hincapié en una teoría de la recepción que permite plantear una serie de problemáticas que vaya más allá de las nociones ligadas con el paradigma conductista de la “manipulación de la audiencia”. En tal sentido, el libro presenta una serie de intervenciones tendientes a dar cuenta, otra vez, de la comunicación como proceso activo –tal como se viene planteando en el marco de los estudios lingüísticos y semiológicos desde Jakobson en adelante– a partir, básicamente, de tres núcleos: Recepción y Educación, Recepción y Política, Recepción y Cultura.
En lo que se refiere a los problemas ligados con la educación, la intervención más interesante es la del mexicano Jorge A. Calles, de la Universidad de las Américas de Puebla: “La cultura política desde la recepción: algunas notas teórico-antropológicas”, donde se analiza la formación, en los años 90, de una “pedagogía crítica” a partir de la articulación de campos difícilmente conciliables como “los planteos de la Escuela de Frankfurt, la pedagogía de Freire, el feminismo, los estudios culturales, el postestrucuturalismo, el postmodernismo”. Se trata de una pedagogía tendiente a proveer herramientas críticas para leer, pero también para desmontar los mensajes sociales.
El propio Calles advierte sobre las limitaciones del modelo de la pedagogía crítica, que continúa siendo, sin embargo, un punto fundamental para la puesta en marcha –al menos desde el punto de vista del problema de la educación– del proyecto político de una “democracia radical”, que haga de la diferencia y de la comunidad “valores compatibles, aunque no libres de tensiones y conflictos”. Un punto de discusión central en un país como la Argentina, que hizo del aparato educativo el lugar fundamental en la construcción de la ciudadanía.

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