libros

Domingo, 22 de septiembre de 2002

RESEñAS

Llamen a CSI

UN CRIMEN ARGENTINO
Reynaldo Sietecase
Alfaguara
Buenos Aires, 2002
234 págs.

POR WALTER CASSARA

En la línea de la narrativa de non-fiction inaugurada brillantemente por A sangre fría de Truman Capote, esta novela oscila entre el más descarnado y mecánico informe judicial, el registro periodístico y la estela del policial negro americano, tal y como lo perfilaron Hammet y Chase, y como aquí lo retomaron Rodolfo Walsh y Ricardo Piglia, entre otros. Ubicada en el contexto de los últimos años de la dictadura militar, Un crimen argentino cuenta la historia de un secuestro y homicidio perpetrado por un abogado de clase media, resentido a causa de los abusos de un padre castrense y una relación algo tortuosa con las mujeres, que hace desaparecer literalmente el cuerpo de la víctima (un acaudalado empresario sirio-libanés) sumergiéndolo en un tanque lleno de ácido sulfúrico.
El homicidio, con fuentes policiales y periodísticas documentadas, sirve de base para explorar los mecanismos simbólicos y la relaciones materiales del poder; un razonamiento perverso: “sin cuerpo no hay crimen” (el mismo razonamiento que puso en marcha la maquinaria represora del Estado en la Argentina) rige la intriga de este relato que se hilvana en capítulos breves, con una prosa seca y concisa, y un punto de vista que se desplaza desde el asesino hasta los sombríos funcionarios de Tribunales.
Como en el pasado el cadáver de Lavalle, el fantasma embalsamado de Evita o, más acá, el misterioso suicidio de Yabrán, en esta novela el cuerpo del delito, reducido a un hilo de carne gelatinosa y anónima por la acción corrosiva del ácido, es un teatro de operaciones metafóricas desde donde se articula la realidad política y nacional. Lo único que queda del empresario secuestrado Gabriel Samid son los restos microscópicos de un dedo y una prótesis dental; a partir de esas mínimas, casi irrisorias pruebas, se levanta la acusación contra Mariano Márquez. Así, en el transcurso del relato, los restos mortales del empresario van convirtiéndose subrepticiamente en legión, “cadáver exquisito” o minuciosa pesadilla colectiva. De ahí que el narrador no necesite más que montarse sobre la estricta relación de los hechos y su encadenamiento causal, echando mano a las confesiones, las rectificaciones, los careos y testimonios judiciales como materiales de ficción prácticamente acabados.
La resultante es un thriller de alto impacto político, donde el relato policial se vincula con los relatos sociales, los cuerpos mutilados, las operaciones secretas y los secuestros extorsivos tan corrientes en la época a que se refiere la novela, además de la trama siniestra del poder que, desde siempre en la Argentina, ha alimentado la ficción literaria.
Reynaldo Sietecase nació en Rosario en 1961. Es autor de las crónicas Bares y El viajero que huye, además de Cierta curiosidad por las tetas y Fiesta rara, entre otros libros de poesía. Ejerce el periodismo en medios gráficos y televisivos.

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