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Domingo, 15 de julio de 2012

Una luz cegadora

Una antología personal de la poesía de Roberto Fernández Retamar, convertido en uno de los principales escritores cubanos.

 Por Sergio Kisielewsky

Como un torrente de palabras que da en el centro mismo de la historia del siglo XX, el mítico nombre de su autor está unido a la herencia política de Jose Martí, pues en su libro Calibán y otros ensayos, de 1979, señaló como pocos la autonomía mestiza y cubana frente a la dominación de España y luego de Estados Unidos. Roberto Fernández Retamar nació en La Habana en 1930, estudió Letras en su ciudad de origen y también en París y Londres y tuvo una activa participación en Casa de las Américas, de la cual es presidente e impulsor de la revista homónima. La poesía cruzó su vida como un rayo en el medio de un periplo que tuvo como objetivo construir una sociedad mejor a pocas millas del gran Goliat. Sus primeros libros, imbuidos del acontecer nerudiano, avanzan en el lenguaje como si las sombras de los poetas amados (Shelley, Eliot, Rilke, Cavafis, entre tantos y tan diversos) fuese la única luz que da sentido a la existencia. Su obra está sujetada por las variaciones y cadencias del habla popular. Los paréntesis en abundancia desmontan el edificio esencial y reconocible en la poesía, la imagen, la emoción, el ritmo, la cadencia y, por sobre todo, lo que se sugiere sin decir ni explicar.

Este concepto sufre un desvío en clásicos del autor como los poemas “Un hombre y una mujer” y el antológico “Con las mismas manos de acariciarte estoy construyendo una casa”. El calidoscopio de sus libros gira en colores primarios y nítidos, los versos ya clásicos (“lo que apenas tienen los amantes es porvenir”) dan espacio a que el crecimiento de las hijas se convierta en una noción poética en sí misma, en una barca que no deja de emprender travesías y convocar al asombro por los cambios políticos y los paisajes que le tocó admirar (Venecia, Praga, Moscú). Los versos disputan a la oración prolija y en esa pelea a veces pierde la poesía; está presente en este recorrido el modo de asomarse a un mundo de reuniones, tareas de Estado, personajes y un deseo: “un impresionante poema que quiso ser una sola palabra”. Es allí en sus últimos libros publicados donde se encuentra la dimensión necesaria y expresiva del género, un lugar donde aferrarse y reconocer a los maestros que trazaron la gran huella y dan sentido al arcoiris de estéticas cuando de poesía se trata, con matices que dan por resultado que nunca se alcance del todo la expresión poética. Los homenajes a Paco Urondo, Juan Gelman, Julio Cortázar, Ezequiel Martínez Estrada no son un dato menor en una antología donde Buenos Aires aparece como un fantasma descarriado a tener en cuenta para los mejores sueños. Puentes que llegan a Camilo, Girón, Escambray y el Che, que es tan médico y argentino que asusta por su presencia-ausencia en el propio terruño. El libro incluye un reportaje realizado por Víctor Rodríguez Núñez en 1993 y una conferencia del autor junto al gran poeta Fayad Jamis sobre Latinoamérica y su vínculo con la gran cultura universal. Contiene un prólogo de Mario Goloboff que da señales de un periplo urgente a cargo de un intelectual que supo al pie de la letra y en toda su dimensión que no se puede ser espectador del tren cada vez más vertiginoso de la historia.

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Una salva de porvenir. Nueva antología personal Roberto Fernández Retamar Colihue 223 páginas
 
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