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Domingo, 22 de septiembre de 2013

Carta de ciudadanía

Alberto Gerchunoff reunió varias características destacables como para convertirse en una figura relevante del Centenario. Además, esta bien trazada biografía de Ricardo Feierstein abarca diversas facetas de su vida, como la gastronomía, la bohemia y la política.

 Por Andrés Tejada Gómez

La editorial Capital Intelectual nos ofrece una sugestiva colección de textos ensayísticos titulada Paisanos. No es ni más ni menos que la educada manera que conservamos para denominar a los compatriotas de origen judío. En esta ocasión, la figura sobre la que se reflexiona es Alberto Gerchunoff. El argentino más judío, el judío más argentino. Así reza el título escogido. Su autor, Ricardo Feierstein, es un escritor arquitecto de profesión: tal vez ahí podamos hallar la causa de la sagaz estructura del texto, dividido prolijamente en once capítulos, una feliz selección de fotos y una cronología final. En sí, el texto es un minucioso y delicado estudio tanto de la vida como de la obra de Gerchunoff. Una semblanza analítica bien documentada se podría llegar a postular. Un acertado intento por rescatar del olvido –la imposición de un canon tiende a separar la paja del trigo– a un escritor que supo ser central en la literatura argentina hasta mediados del siglo XX. Tal como afirma el autor, “los libros de Gerchunoff son hoy poco y mal conocidos”. Una verdadera condena, porque su literatura no sólo inicia una serie que tendría una intensa continuidad en autores como César Tiempo, Enrique Raab o Andrés Rivera, sino que podría pensarse como cúmulo de reflexiones sobre las políticas de integración a seguir frente a sectores inmigratorios. Gerchunoff fue signo vital durante el Centenario, publicando su texto más famoso, Los gauchos judíos, donde se buscaba exponer la adecuada amalgama entre cultura hebrea y costumbres locales. Feierstein se vale de una cita de Bernardo Verbitsky para dar cuenta de la relevancia de Gerchunoff cuando se afirma que “con ese libro los judíos adquirieron verdadera carta de ciudadanía en la Argentina”. A su vez, fue un diáfano ejemplo del cambio de paradigma de la función del intelectual dentro del campo literario que a principios del siglo pasado comienza a surgir. La oscilación entre la profesionalización del oficio, que abandona su identidad de gentlemen escritores, la confección de revistas literarias –Payró y Gerchunoff pergeñaron Ideas– y los banquetes de camaradería como espacios de consagración, yuxtapuestos a la disipada vida de la bohemia.

De los variados aciertos que posee el texto de Feierstein no se puede dejar de mencionar el de estar ideado tanto para un lector que exige rigor académico como para un oportuno curioso. No sólo se retrata la vida del autor de El hombre que habló en la Sorbona, sino que se da cuenta de las tensiones políticas de su tiempo, de las rivalidades entre diversas poéticas, además de retratar con destreza una de las fichas de ese puzzle que es la Argentina: la inmigración.

Alberto Gerchunoff El argentino más judío, el judío más argentino. Ricardo Feierstein Capital Intelectual 205 páginas

En el quinto capítulo se realiza un necesario repaso a la profusa y variada obra de Gerchunoff. El texto de Feierstein no elude los datos de color: nos narra un viaje de Gerchunoff por Europa que compartió con figuras como Rubén Darío, Roberto Payró –su padrino literario– y Leopoldo Lugones. En París, tuvo la agradable sorpresa de encontrarse con Marcel Proust, quien le obsequió uno de sus libros, firmado de puño y letra. Cuando Borges sufrió un traspié con el peronismo, un grupo de colegas realizó un acto de desagravio. Fue Gerchunoff quien ofreció el discurso final, cumpliendo con su rol de un cabal hombre de letras. Un atributo que lo define con justicia.

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