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Domingo, 24 de agosto de 2003

PALABRAS INAUGURALES

Hacia una sociedad lectora

por Mempo Giardinelli

Nuestro Programa de Abuelas Cuenta Cuentos continúa gracias al entusiasmo y la constancia de decenas de personas que trabajan organizadamente alrededor de la simple idea de que no hay mejor estímulo para la lectura que compartir los textos con amor. Por supuesto, somos conscientes de que no vamos a resolver el problema nacional, pero proponemos nuestro Programa de Abuelas Cuenta Cuentos como una buena opción, que por cierto ya ha interesado al ministro Daniel Filmus, quien nos ha convocado para repetirlo en todo el país y para lo cual contará, desde luego, con nuestro asesoramiento desinteresado. Porque nuestras Abuelas no son narradoras orales, sino que son lectoras. Y no promueven sino que proveen de lectura a miles de niños desamparados no sólo de pan sino también de textos. Ellas leen y estimulan la imaginación y la creatividad de chicos y chicas que así empiezan a trabajar con el intelecto.
Hemos creado y sostenemos cursos de Pedagogía de la Lectura, tenemos varios libros publicados que organizan esta nueva preceptiva, e impartimos otras alternativas de perfeccionamiento docente durante todo el año. Y trabajamos además en otras tareas solidarias, que son tan necesarias como urgentes. Movilizamos en total a más de un centenar de personas generosas y activas, un voluntariado excepcional del que no puedo sino sentirme orgulloso y estimulado por la pasión que todos y todas ponen.
Y me detengo un segundo en este vocablo: pasión. Y digo recuperar la pasión por la lectura, y digo transmitirla como lo que es: un acto de amor generoso, encantador y formativo. Desde allí hemos venido resistiendo, y resistimos, y tengo para mí que en ese campo somos imbatibles. Lejos del poder y de las modas, a buena distancia del macaneo y los intereses extralectura, somos miles los que con pasión hacemos estas docencias fundamentales, y con pasión luchamos contra el embrutecimiento instalado y contra las propuestas bestializadoras en boga y que propagandiza la globalización.
Poco más de tres décadas de autoritarismo, intolerancia y oscurantismo nos cambiaron totalmente: de ser un país casi sin analfabetos, pasamos a ser uno en el que por lo menos un cuarto de la población lee y escribe de modo primitivo y apenas funcional. Basta recorrer las periferias urbanas, adentrarse en el mundo rural, o profundizar temas con los más jóvenes. El resultado de tantos años de indolencia y robo, y de cambios superficiales en la educación mientras los maestros de todo el país eran condenados a salarios indignos, está a la vista.
Hemos perdido esa costumbre de la libertad y la inteligencia que es leer y eso ha disminuido nuestra capacidad intelectual: se entiende menos, se entiende mal, hay menos interpretación y se perdió espíritu crítico, que hoy se confunde con protesta y grito. Basta escuchar el lenguaje coloquial de los argentinos, pauperizado hasta límites insólitos.
Por eso estos foros. Por eso esta obsesión de todos los que aquí estamos por recuperar la lectura y la pasión por la lectura. De diarios, de libros, de textos que sean nutricios y ayuden a que nuestro pueblo sea más consciente de lo que dice y lo que hace, lo cual solamente se logra –y no hay otra opción– con la lectura como ejercicio y práctica de la inteligencia. Sólo así se alcanza el pensamiento propio, que es como decir la independencia de criterio de cada persona.

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