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Sábado, 27 de enero de 2007

NATIONAL TRUST FOR PRESERVATION

Una batalla en Brooklyn

Además de gobiernos que protejan el patrimonio, lo que andamos necesitando es gente que se mueva para presionar. Los norteamericanos, tanto o más descuidados con sus edificios que nosotros, tienen sin embargo más en claro que para lidiar con los políticos hay que organizarse. EE.UU. es el país del club, la ONG y el comité para las cosas más inverosímiles, y entre tanto sello aparecen a veces instituciones de verdad.

Una es el National Trust for Preservation, que se dedica a organizar, agitar, educar y estudiar el tema patrimonial. El Trust es dueño de algunos edificios históricos, que opera como atracciones turísticas y va restaurando con todo rigor; es una editorial técnica, es un paraguas para grupos más chicos a los que provee una voz nacional y es un club con ideas maravillosas como la agencia de turismo que se especializa en hoteles históricos, instalados en casas de valor patrimonial bien tratadas. Pero la tarea más importante del trust es la de generar conciencia y redactar leyes. La institución tiene manuales, leyes modelo e información sobre cosas como cómo interponer un recurso de amparo para frenar una demolición, todo disponible en Internet.

El último combate del Trust fue junto al grupo Brooklyn Dice, formado por los vecinos de esa zona de Nueva York para evitar un negoción, la construcción del conjunto Atlantic Yards. Así como Puerto Madero se alza en un viejo puerto, los Yards toman un astillero fuera de uso en lo que fuera la ribera industrial de Brooklyn. El Trust y sus aliados no objetan que se use el terreno –la industria naval neoyorquina está muerta y enterrada– pero sí la inmensa escala de lo que se va a construir. Sucede que las zonas cercanas a los Yards –Brooklyn Heights, Fort Greene, Clinton Hill, Park Slope– son un tesoro patrimonial, uno de los conjuntos más grandes del mundo de residencias construidas en una misma época. Este mar de brownstones, casas de muy buena calidad con fachadas en la piedra amarronada de la región, se caracteriza por su semisótano, planta baja elevada a la que se sube por una escalera y dos pisos arriba.

Pero como las 16 torres a construir en los Yards son quince veces más altas que las casas que las rodean, va a pasar lo de siempre: todo va a quedar enanito, fuera de escala, devaluado visualmente. Imaginemos un conjunto de torres de 45 pisos de altura en Coghlan y nos damos una idea de la que se le viene a Brooklyn. Como los norteamericanos todavía no descubrieron el piquete, el Trust armó una campaña de cartas. En la dirección digital http://member.nationaltrust.org se puede firmar un petitorio para que el flamante gobernador del estado Eliot Spitzer frene la tremebunda obra. Será difícil que ocurra, ya que el sector de la construcción en Nueva York está dominado por megacorporaciones de mucha influencia política y por esos viejos amigos sicilianos que andan en limusina. Pero hasta estos pesados ya andan ofreciendo más parques y colores más discretos para calmar a los vecinos organizados. Todo es cuestión de tomar la calle.

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