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Sábado, 25 de abril de 2009

Las manos del Perú

Qillamaqi es un proyecto que une las más virtuosas manos de todas las regiones del Perú –costa, sierra y selva– rescatando historias y saberes de enorme valor que se están perdiendo, para resignificarlos a través del diseño.

 Por Luján Cambariere

“En toda América, también tus gauchos, usan el suncho o faja. Lo que en quechua llamamos chumpi y tiene un propósito bien especial: el de proteger el ombligo. La mitad del cuerpo que según el hombre andino americano, nivela, compensa nuestra parte aérea que está comunicada con las montañas y el apu (Dios) con la de abajo que se relaciona con la tierra, nuestras raíces.” Lo explica apasionada la peruana María Rosa García Pérsico, quien supo ser bibliotecóloga, trabaja durante años en marketing y telecomunicaciones, y de un tiempo a esta parte junto a su hija, la diseñadora de interiores e indumentaria Luciana Guinea García, da vida a Qillamaqi. Como revela su testimonio, mucho más que una etiqueta de accesorios y objetos.

La posibilidad en un país tan rico en simbología y colores, con algunas de las técnicas artesanales más virtuosas y materiales increíbles, es la de resignificarlos. Ponerlos en valor en un mundo que pide a gritos innovación genuina e identidad. “Mal de ojo, mala vibra”, continúa María Rosa, “entran por allí. Las chamanas, mujeres sacerdotisas, lo saben y por eso es indispensable en su vestimenta”. Estas y otras enseñanzas que madre e hija plasman en piezas que ofrecen al mundo por el camino del Comercio Justo. Respetando costumbres y el medio ambiente, transmitiendo usos en bellísimas obras que mapean sus ricas y variadas regiones.

Hay todo tipo de accesorios, desde carteras, bolsos, canastos, porta-celulares, pasando por pulseras, brazaletes, collares y billeteras, tejidos en paja por artesanas de la comunidad de Chincha en el departamento de Ica, a 200 km de Lima, y en algodón por el pueblo de pescadores de Bujama. Mención aparte merece el trabajo en algodón orgánico hilado a mano y tejido en telar de cintura del distrito de Morropé, Departamento de Lambayeque. Además de los morrales y juegos de mesa tejidos y bordados en lana elaborados en telares de cintura de la Sierra Norte y Central del Perú, los mates burilados, genialidad en miniaturas realizadas por los grandes artesanos de Junín, Sierra Central y una verdadera perlita: las carteras y sobres bordados en telas de la comunidad Shipiba de Yarinococha, Departamento de Ucayali, en la selva. Diseños geométricos que difunden la cultura de un pueblo donde reinan estas chamanas que las llenan de enseñanzas.

Las manos que hablan son sumamente ingeniosas, tejen siempre. Nunca están desocupadas. Sus patrones son sus propios recuerdos y eso es lo que vale, rematan.

–¿Cómo nace Qillamaqi?

MRGP: –Perú tiene tres regiones bien establecidas: la costa –una franja que va del Ecuador hasta Chile–, la montaña o sierra con cordilleras nevadas perpetuas de 7000 metros de altura y luego, el llano amazónico o selva que es donde se desarrolla lo aborigen con tribus como en Brasil. Mi gran desesperación siempre era porque Perú tenía tanto patrimonio y siempre presentaba una sola oferta –Cuzco, Puno, Arequipa–. Y no desarrollábamos los demás puntos del país que son tan interesantes. Entonces empezamos como jugando. Nosotros teníamos una casa de playa en el sur del Perú, en la zona de Ica, de donde viene el pisco. Allí las mujeres tienen la costumbre de hacer con la paja, el junco que crece al costado del río, todo tipo de canastas que usaban más que nada para ir al mercado. Entonces un día descubrimos un grupo de mujeres artesanas y ahí empezó la idea de por qué no hacer cosas que fueran utilitarias o de orden urbano con este material para que tuvieran más salida.

LGG: –Había que capacitarlos para mejorar la calidad, crear nuevos diseños. La producción. Sus tiempos son diferentes.

MRGP: –Empezamos en Chincha, el corazón del arte negro de Perú, donde los esclavos africanos hicieron una de las comunidades más grandes. Ellos son un sector muy importante de la sociedad peruana. Han desarrollado costumbres muy fuertes en gastronomía y en la música, la fusión. Así fue como contacté a Yesenia, una artesana muy virtuosa que no llega a los 30 años, tiene cinco hijos, vive en una casa de adobe y subsiste con su arte en pequeñas ferias, ventas locales en hoteles o visitas de turistas, y estaba ávida de progresar. Después vinieron las otras regiones y grupos de artesanos.

–¿Cómo fue el paso a paso?

MRGP: –Apasionante. En el caso de la sierra, contamos con otros dos virtuosos. El tejedor Olimpo y Magdalena, su mujer, que es bordadora. Su acervo es increíble. El imaginario que manejan. Los colores. Olimpo, es un ser fuera de lo normal porque ha heredado de su padre el arte de tejer y lo ha aceptado como un reto. Ha dejado la agricultura. Su hermana tiñe y se pone a secar en el pueblo.

LGG: –Tienes que decir que Perú es el país de los colores.

MRGP: –Y de los sentidos y los sabores. Y por supuesto los colores. Por ejemplo, lo que ustedes llaman fucsia, que es nuestro rosa cholapín, de las cholitas, es un color muy importante que significa juventud. Que estás presta a ser elegida como esposa. Cuando bajan las mujeres al mercado se llenan de adornos de plata con los sombreros con flores y sus polleras de muchos colores. La mujer mayor usa azul, verde, rojo, marrón. Todos se logran a través de semillas, plantas, procesos naturales. Por eso es importante rescatarlos ya que muchos que se van perdiendo porque algunas empiezan a usar el químico.

LGG: –Además, en Perú tenemos algodón nativo único en el mundo ya que tiene cuatro colores entre marrones, beige y blanco.

–¿Cómo interviene el diseño?

LGG: –Yo soy diseñadora de interiores e indumentaria. Estudié en Milán y viviendo allá me di cuenta que el Perú es un país inagotable en cuanto a recursos para diseñar. Yo trabajaba para Hermes y Max Mara y cuando vi todo lo que se podía hacer a mano, el valor que se le daba allá a ese trabajo, dije: “Me tengo que volver a mi país y hacer mi propia línea”. Y gracias a esa experiencia de años de trabajo de mi mamá con las comunidades, su amor por ellas y ese ida y vuelta basado en el respeto, lo hizo viable.

–¿Cuál fue la primera línea que desarrollaron?

LGG: –Las de las canastas hechas por las artesanas de la costa. Pero enseguida llegaron otros desarrollos. Todos que hablan, por otra parte, de nuestra cultura. Por ejemplo empezamos a hacer unas bolsas, símil las chuspa o bolsa de coca, que se usan para llevar semillas o la hoja sagrada de coca modificándole la usanza y colocándole otras terminaciones como acabados en plata o calabaza. En Perú se hacen unos trabajos exquisitos en mate burilado, donde los artesanos hacen la descripción de la tradición del pueblo en una bolita pequeña. Una maravilla. Nosotros usamos la parte baja para armar todo lo que son asas y adornos de los accesorios.

MRGP: –Como en Perú la tradición era oral la mayoría de las enseñanzas que se querían transmitir, o la memoria del pueblo, se plasmaban en lo que hoy llamamos artesanías. Así por ejemplo, hoy podés dar con bellas piezas tejidas y bordadas en algodón que relatan las distintas estaciones del año con dibujos de campos floreados a punto de cosechar. Todo el arte andino servía a esa causa de transmitir lo propio por eso está plagado de significados.

–¿De la sierra a la selva?

MRGP: –Sí. Tuvimos el gusto de conocer a las mujeres chamánicas de la selva, un sitio que casi no está explorado. Trabajamos con una comunidad de mujeres sacerdotisas que bordan entre ellas. Esto es el resultado de muchos años de investigación y ganarse su confianza, poder ser aceptadas. Allí hay una mujer fuera de serie que representa a las comunidades indígenas amazónicas y ha viajado con Bono y Sting. Se llama Hilda Amasifen, es bien bonita. Todas ellas hacen unos pequeños tapetes donde la madre borda con tintes naturales de los árboles y les enseña a sus hijas cuál es su clan. Resume en él toda la historia de su familia, el sitio de donde vienen, qué hacen.

–¿A ellas no les molesta que esas piezas se transformen con otras funciones?

MRGP: –Yo la conocí en una feria artesanal en Lima y lo único que hice fue acercarme a ella. Me impactó tanto su trabajo que le dije: “¿Me permites. Puedo tocar tu tela?” y ella se volteó, me miró a los ojos y me dijo: “Tú vas a ser mi hermana”. Ellas saben. El nuestro es un país muy místico.

–Y cuando ven las carteras ¿les gustan?

MRGP: –La respuesta de todas las comunidades es: “Estamos contigo porque sabemos que respetas nuestras costumbres y tradiciones”. Nuestro principio es la no intervención. “¿Qué color vas a usar? ¿Qué iconografía?”, consultamos. Cuando la pieza está terminada vemos qué podemos hacer. Pero jamás la modificamos.

–¿La artesanía comienza a ser más reconocida en Perú?

MRGP: –El Perú está incursionando en este campo con una definida personalidad en sus diseños. Nuestra tarjeta de presentación es nuestra cultura y en el campo textil se remonta a miles de años. Y eso comienza a ser legitimado.

–Piezas por otra parte de un valor incalculable...

MRGP: –Absolutamente porque de hecho, el lugar que ocupa la pintura en Occidente está representado en nuestro país, por el arte textil. Se trata de un arte mayor por el perfecto dominio sobre la materia y por la profusión de diseño y de color. Cada estilo nos ayuda a reconstruir una cultura que se resiste a desaparecer y da testimonio de un mundo diferente al occidental. Además, lo que es importante destacar en el arte textil andino es su carácter lúdico, con el cual se desarrolla en ciertas tradiciones, por ejemplo en la cultura Chancay, se tejen piezas con diseños ambiguos que, según se los observe, representan un pájaro o un felino, un pelícano o una serpiente. Los motivos son limitados, pero no lo son sus combinaciones que desconciertan al observador creando verdaderos juegos de ilusión donde se establece con el artista un diálogo fuera del tiempo. Por medio del trabajo de una multitud de investigaciones, se ha establecido que el registro andino es textil y se manifiesta en tres técnicas básicas: el hilar, la transformación de la materia prima en fibra, registro de tiempo y espacio que se expresa en la dirección de la torsión. Es posible que el hilar, hoy en día practicado por hombre y mujer, en tiempos antiguos fuera un trabajo únicamente femenino. El tejer, la trasformación del hilo en textil, actividad en la cual resalta la simbología de sabiduría, comunicada en formas rectangulares que consistían en cuadrados pequeños de gran figura con ciertos dibujos repetidos conocidas como Tocapu o Pallay manejadas únicamente por la mujer. Y el nudar, la transformación del hilo en el Quipu, registro calendario/agrícola manejado únicamente por el varón, es un sistema de clasificación y sabiduría comunicado por el tacto y el color.

–¿Qué significa Qillamaqi?

–Qilla es luna y maqi manos. Según la leyenda, la mujer fue designada por los dioses para ser la comunicadora. Todo lo andino es dualidad. El mundo está dividido entre el poder del Inti (sol) y Qilla (la luna). Entonces la mujer le pregunta al cielo cómo iba a hacer. Y éste le contesta que espere a la noche que la diosa qilla le va a enseñar. Así, ella la fue adiestrando con los dos palitos a hacer un telar, empezar a tejer, y a sembrar la semilla y alimentar a sus hijos. Valores que las mujeres transmiten de generación en generación.

www.qillamaqi.com

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