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Sábado, 13 de diciembre de 2014

Agendas en conflicto

La cumbre mundial sobre el cambio climático de Lima, Perú, concentró el activismo ecologista en ese país. Una protesta de Greenpeace generó otra protesta de los preservacionistas peruanos y una disculpa posterior de los ambientalistas. Es que Greenpeace movilizó recursos y militantes para instalar una inscripción enorme junto al colibrí de la llanura de Nazca, uno de los dibujos gigantes más famosos de ese conjunto.

Las Líneas de Nazca son patrimonio de la Humanidad desde 1994 y uno de los productos culturales de este planeta más misteriosos. Como se sabe, son inmensos dibujos tallados sobre el muy árido terreno de esa planicie peruana. Los dibujos son invisibles desde tierra y, de hecho, se “descubrieron” recién hace cosa de un siglo, cuando por primera vez llegó un avión a Nazca. Desde entonces abundan las teorías, como que fueron hechos para que los vieran los dioses, y las tonterías, como que marcan una pista de aterrizaje para ovnis que vuelan sin instrumentos.

El lío con Greenpeace surgió por no darse cuenta de que los dibujos ciclópeos son básicamente marcas en el terreno desértico. Movilizar vehículos y tener docenas de personas caminando sobre el mismo lugar para colocar las enormes letras de un cartel que decía “Time for change: the future is renewable” (Hora del cambio: el futuro es renovable), creó una enorme cantidad de marcas en el terreno. Como se puede ver comparando la foto superior, de 2009, con la del día después de la protesta, los ecologistas realmente dañaron el lugar.

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