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Sábado, 21 de agosto de 2004

Un edificio para la salud

 Por Matías Gigli

A Vekstein le sienta bien el hormigón. Lo volvió a demostrar en el nuevo edificio de rehabilitación de Maipú 3075, Vicente López, que se suma al Auditorio en la ribera del río y a la materialización de los famosos “paragüitas” de Amancio Williams. Antes de irse a Arizona a trabajar, Vekstein y Marta Tello proyectaron y dirigieron un edificio de rehabilitación que es un interesante aporte a la arquitectura para la salud. Por encargo de la Fundación Empresaria de Vicente López y la Municipalidad, los arquitectos proyectaron la nueva sede del Instituto Municipal de Rehabilitación de Vicente López Dr. Anselmo Marini. El equipo de proyecto se completó con José Menoyo, presidente de la fundación, y el director del instituto, Ernesto Matassa.
El edificio utiliza el hormigón visto como soporte principal y logra efectos de luces, transparencias y sombras que sumados a semi-cubiertos y proyecciones de estas placas, dan un carácter interesante y una fuerza al proyecto que se hace notar en el barrio. Desde la calle, los planos de hormigón calados con las siglas IRMVL proyectados desde lo alto definen el acceso principal. El edificio gira en torno a un patio central que organiza y vincula las diferentes partes del conjunto. Un juego de rampas vincula exteriormente las funciones, son un medio de escape y organizan un segundo recorrido por el exterior al edificio. Es una arquitectura que adquiere carácter a costa de utilizar materiales simples: hormigón, vidrio, color en los exteriores y blanco en su interior.
El edificio tiene consultorios, administración, dos gimnasios, auditorio y pileta cubierta para rehabilitación. Las plantas se definen por la edad de los pacientes: adultos –los más numerosos– en planta baja, niños en el primer piso y bebés en el segundo. El subsuelo es para estacionamiento, instalaciones de servicios y las raíces de un árbol.
Aquí la arquitectura juega un papel central en el tratamiento de los pacientes, en su interior se vive un ambiente alegre, sensación interesante para los visitantes teniendo en cuenta las dificultades que padecen. Varios ambientes, como el comedor o la sala de docentes, tienen luz natural cenital.
El esfuerzo desde la Fundación y la Municipalidad para llevar a cabo esta obra es digno de destacar, además, porque no existen muchos ejemplos en nuestro país de edificios organizados desde la óptica de un usuario con diferentes grados de discapacidad. No sólo son los baños los que se adaptan a los usuarios, también las alturas de los antepechos, las ventanas al ras del piso en los gimnasios y las dimensiones de los vanos y los pasos que contemplan la utilización de sillas de ruedas. Se sienta un buen precedente a lo mucho que falta hacer.

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