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Jueves, 21 de febrero de 2002

Rock fierros minas

 Por Cristian Vitale

–¿Dónde naciste Luciano?
–Qué sé yo dónde nací...
+Todas las respuestas de Luciano Napolitano, el hijo de Pappo, pueden ser así: cortas, inciertas y con el agregado de una sonrisa cuya propiedad genética corresponde a ya saben quién. Sería el juego de ingenio más complejo del mundo encontrar las 7 diferencias entre padre e hijo. Tienen la voz idéntica, aman las guitarras, las mujeres y los fierros por igual, y ambos, también, se comen todas las eses posibles. “Me enorgullece ser el hijo de Pappo, el mejor rockero, el más pesado”, dice, y después ensaya otra vez esa risa maldita.
Luciano tiene 27 años. Sacando cuentas, nació entre el Volumen III y el IV de Pappo’s Blues. “No sé mucho de esa época, no la viví, pero por lo que cuenta el viejo era brillante. El ya era el más pesado de todos”, repite.
–¿Qué significa ser el hijo de Pappo?
–Estar vivo.
–¿Sólo eso...?
–Sí, ¿qué otra cosa podría significar?
–Bueno, hay rasgos parecidos: la postura, el rock pesado, las mujeres, los autos.
–Es natural. Nos cagamos de risa. Está bueno, nos juntamos a zapar, le armo el escenario cuando toca, le afino las guitarras, pruebo el sonido. Está bárbaro, laburo de lo que me gusta y con un tipo que es un capo, mi viejo.
–¿Salen juntos?
–Ufff. Alta joda. Hemos tenido jodas que han durado dos meses. Salía de casa, subía al auto y llegaba sesenta días después.
–Pero, entonces, ¿hay algo malo con ser el hijo de Pappo?
–En lo musical, sí. Había compañeros de la música que estaban interesados en mí, porque tenía la posibilidad de grabar en una compañía por ser el hijo de Pappo. Eso me jode. Del resto, no puedo pedirle más a la vida: me gusta el rock, tengo un viejo rockero y es el más pesado de todos. Es el que me dio el empuje para salir, porque sabe que yo no le doy bola a nada y me quedo en casa tocando solo.
–¿Es el mejor músico argentino?
–Obvio.
–Claro, es tu viejo...
–¿Y qué tiene que ver eso? Es el mejor porque es el mejor.
–¿Quién es el segundo?
–El “Bolsa” González, el batero de Pappo. Tiene 5 baterías, afina parva de grupos (La Renga, Almafuerte, Intoxicados). Yo veo cómo labura y es un 99 por ciento profesional. Tiene una conducta intachable. Del resto, no me gusta ninguno. Salvo Juanse o La Renga.
El día de la entrevista hace calor. Luciano toma cerveza y acompaña con maníes y papitas. Mira mujeres, todas las mujeres posibles, desde la ventana del bar. “En menos de un minuto, de ese edificio salieron quince minas –observa–. Se ve que el dueño las elige culonas, se las quiere mover a todas.” Otra vez la risa maldita. “Las mujeres son una enfermedad para mí. Vos me preguntás otras cosas y yo las miro. Son un vicio, las miro y me acuerdo de ese agujero lubricado... Mami, potra, cómo te doy...”
–¿Alguna vez tuviste una novia en serio?
–Me enamoré y fui fiel entre los 17 y los 19. Pero es al pedo eso: algunas minas tienen las mismas ganas de garchar que tengo yo, ¿cómo vas a dejar encerrados a los pájaros que quieren ser libres?
–¿Levantás porque sos vos o por ser el hijo de Pappo?
–Por mí, ¿por qué tendría que hacerlo por mi viejo?
–Es un duro. Ratonea a ciertas mujeres.
–Claro que sí. Pero yo soy yo y sería muy estúpido hablar de uno mismo. Tendrías que preguntarles a las minas que salieron conmigo. Particularmente me gustan las prostitutas... Son hermosas.
¿Cómo evitar las menciones sexuales? “Los fierros son el mejor invento del mundo, después de las guitarras y las minas...” Queda claro con el disco debut de Lovorne (gran nombre), su banda, titulado inequívocamente Rock pesado (gran nombre). “Cuando nació la banda, se llamaba Los Bornes, era una mezcla entre el borne de la moto y Ozzy Osborne. El nombre me lo sugirió mi viejo. Después, como siempre nos comemos las ‘eses’, siempre decimos ‘vamo’ a garchá de dorapa’, le quedó Lovorne. Yo no podía decirlo de otra manera.”
–El disco suena al palo todo el tiempo, salvo “Atardecer en la isla”, una canción acústica que nunca hacen en vivo. ¿Por qué?
–Porque en el vivo arrancamos un tema atrás del otro, todo Marshall al palo, doble bombo, bases pesadas, y no tendría sentido meter un acústico en el medio. Queda como el culo. Además, lo más importante del disco son los solos de viola. Todo pasa por ahí.

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