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Jueves, 9 de noviembre de 2006

CITY HUNTERS Y THE SUPER MILK-CHAN SHOW REDEFINEN LO SEXUAL EN ANIME

Cazadores de utopías

Hombres con poderes para conquistar chicas. Una niña que se babea y vive con una robot deseosa de hacer chanchadas. No pareciera ser sólo sexismo, sino series animadas que hacen del género algo más que un dibujo animado.

 Por FEDERICO LISICA

City Hunters se da los lunes por Fox, a las 23.

Desde que Bugs Bunny en 1939 se pintara los labios para seducir a un perro de caza, la curiosidad sexual fue un habitué en el mundo del cartoon. Está bien, Betty Boop lo hizo antes que nadie. Pero Betty era una chica. Bugs era un conejo. Y tampoco era un ser indefinido como Goofy. Bugs siempre tuvo las cosas en claro, el animalito quiso ser desde su nacimiento una auténtica drag queen. Son incontables los capítulos en los que se paseó vestido como una bomba sexual, se pintarrajeó los labios de un rojo almodovariano, sedujo como una cantante brasileña o se comportó como una nena irritable con Elmer Gruñón. Ahora ya no. Le pusieron una conejita para que no haya duda sobre su elección sexual. Se hizo aburrido, dejó de ser “friendly”.

Es que corren tiempos de moralina en cierto país del Norte. Hasta el dibujante Stephen Hillenburg, creador de Bob Esponja, tuvo que afirmar que los personajes de la caricatura submarina son “casi asexuales” (sic), para calmar a los conservadores que acusaban a la serie de promover la homosexualidad. Y si rastreamos dos series animadas, de muy publicitado estreno en la TV por cable, la cuestión del género vuelve a estar en la pantalla. Dos series pop-modernas, radicales en su exterior pletórico de colores, y con historias en las que el sexo se dibuja en trazos gruesos.

City Hunters es la más directa y llana de las dos. La serie, cargada de un erotismo suave, gira en torno de Axel, un veinteañero abandonado por su novia, y un bon vivant entrado en años llamado Dr. Lynch —mezcla de Hugh Hefner con un Einstein alzado—. Uno es un cornudo despechado, el otro quiere dejar un legado impagable: el conocimiento sobre cómo conseguir chicas. Es que el dandy venido a menos sabe como hacerlo, el tal Dr. Lynch es miembro y guardián de una organización ultrasecreta (la Logia X) que desde hace más de dos mil años se dedica a investigar a la mujer y todo lo relacionado con el arte de la seducción.

Así, capítulo tras capítulo se irán descubriendo distintas tipologías femeninas, histéricas, intelectuales, naïves, todas caerán rendidas a los pies del pollito mojado de Axel. Cuando la serie logra desprenderse de su hálito irónico (sobre todo en sus frases con gancho, dignas de unos Porcel y Olmedo devaluados), divierte. City Hunters, por otra parte, atrae en su reinterpretación de la estética del genio del comic Milo Manara. Según uno de los creadores de la serie, Gastón Gorali: “Nadie supo dibujar a las mujeres como él”. Mejor dicho, nadie supo dibujar a femmes fatales de contornos que ninguna Eva de carne y hueso podría soportar. La serie es, además, otro paso firme de la animación argentina que se avecina.

Realizada para una firma de fragancias masculinas en conjunto por la productora Encuadre y Catmandu Branded Entertainment, el padre del bebé se muestra orgulloso: “Artísticamente formamos un dream team: Milo Manara diseñando a las mujeres más sensuales del planeta, Carlos Baeza aportando sus 7 años de experiencia en un show como Los Simpson. En cuanto a los libros originales, me di el gusto de formar un equipo compuesto por algunos de los mejores novelistas, guionistas y creativos publicitarios de la región”, señala el publicista Gastón Gorali. Al leer el nombre de uno de los personajes principales se comprenderá todo, incluso su filosofía cool entre ascética y marketinera.

En The Super Milk-Chan Show, como en casi todo lo que provenga de Japón, las cosas se vuelven un poco más complejas, con distintas capas de lectura. Milk es una nena de cinco años, irritable, mal hablada, vanidosa, avara, y así podríamos seguir. Pocas características positivas habitan en esta criatura, exceptuando cierto aura naïf y una dulzura maquiavélica, propios de un personaje que prontamente decorará las mochilas de las chicas de secundario. Ella habita en un entorno bizarro y colorinche, no hay padres a la vista, ni reglas. Salvo una gama de personajes histriónicos, desproporcionados y sexuales. Como Mitsuko, una robot conservadora que se pone cachonda con su creador; el propietario de la casa de Milk, un homosexual bastante nervioso; y el presidente de todas las cosas, un tipo al que le gustan los vinos baratos, las mujeres de la misma clase y el karaoke. El presidente es quien le asigna casos policiales a Milk, pero ella los resolverá cuando tenga ganas, básicamente cuando comer sushi no sea lo más importante. ¿Por qué? Pues ella es una nena, y sólo le importa jugar.

The Super Milk-Chan Show, los viernes por Animax, a las 22 (repite domingos a las 19).

En los foros virtuales dedicados al animé ya vuelan las posiciones: “Tremendamente asquerosa”, “¿Un personaje teniendo sexo con un gato?”, “Es graciosa, cool y tonta”. Si bien la propuesta de ambas series no es “Sub—12”, tampoco está muy desligada de lo visto en Ren & Stimpy o Bob Esponja para el caso de The Super Milk-Chan Show, o de Aeon Flux en City Hunters. Y pese a ostentar el título de “serie para adultos” —casi un calco del “parental advisory” de las portadas de los discos—, sus temáticas y narraciones no rompen plenamente con el imaginario de la animación clásica, salvo algunas vueltas de tuerca de guión, más o menos originales. Por eso, el chiste, o la seducción, está en que unos inofensivos personajes animados, pertenecientes a ese universo que sorprendía en la infancia a la hora de la merienda, también tengan y expresen sus necesidades, esas que no necesitan ni de dibujos ni de croquis para ser entendidas.

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