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Jueves, 11 de abril de 2013

ACERCA DE SHOWS Y FESTIVALES

Un poco de respeto

 Por Roque Casciero

Son varios datos como para mirar para otro lado mientras se tararea la canción que sigue sonando y se mueve la patita entre el barro o para zafar del frío. Las últimas semanas dejaron enseñanzas sobre lo que no debe repetirse en el rock nuestro de cada concierto o festival, algunas que ya dábamos por sabidas después de Cromañón y otras cuyo aprendizaje es requerido por los tiempos. Y que alcanzan al público, a los medios, a los artistas y, sobre todo, a los productores de shows.

Va el repaso. Un festival vendido como “El más grande de la historia” y que terminó en uno de los peores organizados. Un concierto de una cantante y pianista al aire libre, ¡con un tren pasando por el costado del predio! Un show en el que tuvieron que abrir las puertas por la presión de quienes estaban afuera y en el que se reportaron afanos al por mayor. Y en todos los casos, el rock siguió sonando, como si, otra vez, la responsabilidad fuera de otros. ¿No tuvimos suficiente de esto?

El Pepsi Music-El Festival presentó deficiencias varias desde mucho antes de la fecha de inicio. Primero se anunció que tocaba Pearl Jam y muchos fans compraron su entrada esperando un concierto en soledad de esa banda para más tarde encontrarse con toda una grilla antes. Ok, lo que abunda no daña y que en la misma jornada estuvieran The Black Keys, Hot Chip, The Hives y Alabama Shakes debería ser celebrado, pero no había nada de malo en comunicárselo de entrada a los pearljameros. Después vino la publicidad engañosa a través de los “bots” de Twitter y finalmente el “Vorterix Day” en que las entradas, de repente, costaron la mitad. Esa movida no sólo fue negativa para quienes se apuraron a pagar a precio completo las entradas, sino en lo inmediato para la misma productora y para la industria en general: que alguien intente ahora convencer al público de que compre sus tickets por anticipado y que no se quede a esperar hasta último momento la bendita promoción...

En el festival en sí también hubo problemas: interminables colas para acceder a los escasos baños, zonas del enorme predio sin iluminación, conciertos que se superpusieron pese a que no estaba planeado. Y a todo eso hubo que agregarle los inconvenientes, algunos muy peligrosos, que trajo el temporal. Algo parecido había sucedido antes en el mismo sitio con el Ultra Music BA, organizado por otra productora. Y si la primera fecha del Pepsi directamente daba para pensar en una postergación, ¿por qué al día siguiente seguía habiendo charcos enormes en el sector que (des)luce un viejo y deficiente asfalto y barriales enormes a sortear para ir de un escenario a otro? Si el lugar era demasiado grande como para poner pisos plásticos, ¿era el sitio indicado para hacer el festival? El segundo día, Utopians debió tocar mientras las puertas estaban cerradas: la crew de Pearl Jam –que aprendió de aquel trágico Roskilde– insistió en que no entrara público hasta que no se mejoraran condiciones que hasta entonces nadie había pensado en cambiar.

Apenas días más tarde, Regina Spektor debió desplegar toda la sutileza de su arte en el contexto menos favorable: con 7 grados de temperatura (se frotaba las manos para tocar el piano), un público que empezó a irse antes del final porque simplemente no podía bancarse las condiciones y con medio GEBA siguiendo el show por las pantallas porque sólo podía ver la espalda de la cantante. En su visita anterior, Spektor había tocado en el Gran Rex. ¿Por qué la apuesta por el gigantismo? ¿Es que vale maltratar al público para ahorrar el costo de un show extra?

Pero ojo: el público tampoco parece haber aprendido. Lo confirma lo que pasó en el Teatro Vorterix durante el show de Skay, con puertas que tuvieron que ser abiertas por la presión de los de afuera, y con robos vía apretada una vez adentro.

Contraponer a todo eso la maravillosa demostración de solidaridad y convivencia del público durante el festival No Están Solos sería minimizar lo que pasó antes. Sí, es para celebrar que se hayan juntado 52 camiones con ayuda para los perjudicados por las inundaciones, en un encuentro en el que se aplaudió tanto a Divididos como a Tan Biónica, pero no vale mirar para otro lado y seguir faltándole el respeto y poniendo en riesgo al otro.

Estas líneas no pretenden cargar las tintas contra nadie. En todo caso, que la tinta en la que están impresas sean la forma de hacerse cargo de la responsabilidad de mirar los problemas del pasado para no volver a tropezar con la misma piedra o a patinar en el mismo barro de siempre.

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