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Jueves, 25 de julio de 2013

REGGAE BAJO CERO 1: LOS CAFRES EN BARILOCHE

“Evitamos decir boludeces”

Ante el frío patagónico, la banda infló su pecho y no necesariamente de humo: “El faso como bastón no me cabe”, aclaró el cantante Guille Bonetto.

 Por Santiago Rial Ungaro

Desde San Carlos de Bariloche

Aunque el sol aún ilumina la cumbre del Cerro Catedral, la temperatura en el parador Coca-Cola in Concert en esta base de Bariloche se mantiene un par de grados bajo cero. En este hermoso y anacrónico contexto, Los Cafres demuestran que se le bancan: salen a tocar encapuchados, enfundados en guantes y camperas, y hay que esperar varios minutos hasta que Guillermo Bonetto, su cantante, se anima a arengar a sus compañeros, sacándose los guantes y bromeando con el público. “¿Quién va a cantar en Los Cafres hoy?”, dice y pasa a una versión de Flor del potrero celebrada por un público que ve sus aplausos amortiguados por los guantes. Ajenos a cualquier vacilación y dispuestos a vencer la metereología (o por lo menos a hacerle frente), Los Cafres logran completar su set de noventa minutos y hasta logran subir, aunque sea un poquitito, la temperatura ambiente.

Este es un año especial para el grupo, que está terminando un DVD en el que realizan un recorrido histórico a través de todos sus temas, hecho que seguramente reafirmará aún más la identidad de un grupo que siempre supo esquivar con sobriedad algunos de los clichés más ridículos de género. En la carpa, Bonetto comenta: “Elegimos hacer un recorrido de nuestra historia pero con el sonido que tenemos hoy, tocando los temas en el estudio todos juntos, en vivo, como una performance bien registrada”.

Es interesante y lógico que Los Cafres hagan un análisis introspectivo de este primer cuarto de siglo de vida en que se mantuvieron siempre tocando su reggae argentino, una música local que, en simultáneo con el crecimiento de la banda, fue expandiéndose como una avalancha sutil, no de nieve sino de ritmos, cadencias y modos jamaiquinos. De pioneros a referentes, de miembros de la resistencia del género a héroes culturales, Los Cafres mantuvieron los pies sobre la tierra y su corazón en su música.

Cuando el NO le menciona a Bonetto sobre Don Carlos, así como sobre algunos músicos jamaiquinos como Junion Byles o The Techniques, grupos que cultivaron, cada uno en su época, un pop muy melódico, de algún modo afín al estilo de su banda, la reacción de Bonetto es de regocijo, pero enseguida se pone serio cuando se habla de filtrar la arenga rasta más mecánica con sus trasnochadas apologías a Haile Selassie, la ganja y sus a menudo ridículas referencias a Babilonia. “Lo que evitamos nosotros es decir boludeces. Bah, yo grito boludeces en inglés, capaz que hago eso pero es como pegar una figurita, como pegar una estampilla. Después siempre sigo con la letra”.

En 25 años Los Cafres ya tiene su propia montaña en la que inspirarse: “Por suerte aprendimos desde chicos, desde el primer disco o incluso desde antes, por el destino o por lo que sea, que era importante lo que uno hacía, lo que nosotros hacíamos. Nosotros mamamos del reggae al morir y siempre vamos a escuchar eso y querer aprender cómo sonar bien. Pero también sabemos que es interesante aprender de lo que no sabemos: nos gustan el jazz, el soul, el r&b, la bossanova, el tango, la salsa, el bolero, Spinetta y el rock nacional. Todo eso es parte nuestra también”.

Algo que sorprende, mientras el cantante de Los Cafres saluda a un grupo de bomberos rastas, es que no tose: de hecho se lo ve bien, centrado y relajado: “Sí, yo me cuido, capaz que de vez en cuando fumo, pero son muchos años de fumar, así que ya hace mucho tiempo que no fumo más para cantar: no puedo y no quiero. En un punto esto es como tomar una cerveza: te puede hacer bien pero también te podés exceder. Siempre traté de evitar la apología de la estupidez, la apología del abuso no me gusta: el faso como bastón no me cabe, como tampoco me cabe el mate como bastón. Sobre todo porque creo que uno a veces no se da cuenta de qué es lo que le hace mal. La gente piensa: ‘Ah, si Marley fumaba me va a hacer bien’. Pero si te agarra cáncer, al que le agarra es a vos, no a Marley. La verdad es que no creo que te haga bien fumar, pero también quizá te puede hacer bien ver las cosas desde otro lugar. Te puede hacer bien, no digo necesariamente que te vaya a hacer bien. Hay gente a la que fumar no le hace nunca bien. ¡Y hay gente a la que le vendría bárbaro fumarse un porro!”.

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