Jueves, 2 de enero de 2014 | Hoy
ANEXIA REVIVE AL SEñOR NIC-NAC
Magistral adaptación de la obra del novelista argentino de ciencia ficción Eduardo Holmberg, que tal vez haya sido el primer texto de viajes a Marte.
Por Facundo Gari
¿Te suena Eduardo Ladislao Holmberg? Salvo que te lo hayas topado estudiando biología patagónica o cultivándote en la afortunadamente poco popular iniciativa de pasear tarántulas con correa, es probable que nunca te hayan contado que así se llama el primer escritor argentino de novela de ciencia ficción. Viaje maravilloso del señor Nic-Nac apareció como folletín en 1875, ahí nomás de que el Martín Fierro despabilase el polvo pampeano, y narra la historia de un empleado de museo que llega a otra llanura, la de —¡bombos y platillos!— Marte. Otra que Julio Verne, y eso que todavía no está resuelto si se trata de la odisea inaugural al planeta rojo en la narrativa de largo tranco de todo el mundo. ¡Qué casualidad tanta falta de resolución cuando los precursores son de estos pagos! En fin. “La discusión prevalece. La travesía a ese planeta más vieja en la literatura inglesa es de 1890. Después hay menciones más antiguas pero no en novelas”, cuenta el filósofo, guionista y editor Leonardo Kuntscher, junto con el arquitecto y dibujante Santiago Miret, autores de la genial adaptación gráfica El maravilloso viaje del señor Nic-Nac (Anexia), lanzada en dos volúmenes, el último de flamante publicación.
¿Cómo conocieron estos jóvenes la obra magna del médico, científico y escritor fallecido en 1937? Hace una década, Kuntscher cursaba la materia de teoría literaria en Puan. Al término de una clase, le contó al profesor su obsesión por la “buena” ciencia ficción, en contrapunto con el bocadillo visual Yo, robot, la adaptación cinematográfica del fundamental libro de Isaac Asimov, donde se desarrollaron “las tres leyes de la robótica” que regulan el cine de ciencia ficción con seres autómatas hace 50 años. El docente le pasó una fotocopia de Viaje maravilloso... (todavía no existía la justiciera reedición de la Biblioteca Nacional, de 2007) y a Kuntscher le voló la boina. Tanto que llegó a hablar con los bisnietos del autor para un TP de la facu. Tanto que se propuso adaptar esta aventura transplanetaria al celuloide, sin saber un diantre de cómo hacerlo.
Le puso pilas: acudió a talleres de guión, leyó unos cuantos manuales del oficio y consiguió manuscritos de sus pelis favoritas. El proyecto quedó trunco cuando cayó en la cuenta, literalmente: el presupuesto para un film del calibre que deseaba era abismal. “El guión quedó tirado unos años”, reseña. Hasta que volvió sobre un fanatismo de la infancia, la historieta. “Retomé el guión, lo retoqué y le sumé escenas de ‘juguetes’ de Holmberg.” No es que el darwinista fuera gnomo de Papá Noel: “juguetes” era como llamaba a sus relatos, un divertimento al lado de su “mesiánica” labor en ciencias naturales.
¿De qué manera entró Miret al proyecto? Como El Potro Rodrigo al amor, a través de un clasificado. “Busco dibujante para historieta de ciencia ficción”, decía un aviso en un sitio web especializado. “Nunca había dibujado ciencia ficción. Vengo del policial negro: hace diez años hago una tira de ese género en un diario de Varela. Pero quería pegar el salto, así que le escribí”, relata. El resultado es interesantísimo, en cuanto las sombras y la decisión en la tinta negra le imprimen dramatismo al devenir de cuadritos. El arquitecto se copó al punto de convocar a otros 30 dibujantes para que le pusieran su mirada al personaje de nombre de galletita de antaño: el conjunto es una muestra que busca galería.
¿Cómo terminó El maravilloso viaje... en las librerías? Concluido el primer tomo, los autores se encontraron frente al eterno escollo de la publicación. Su dilema era cuánto estaban dispuestos a conceder sobre la edición y calidad de impresión con tal de salir a la cancha. La obsesión jobsiana de Kuntscher lo empujó a otro gran salto: la editorial propia. La llamó Anexia, como un grupo de lectura de ciencia ficción que coordinaba. “Si el futuro es la novela gráfica, hay que hacerla, no esperarla”, receta. Su hermano Federico armó el hermoso diseño de los volúmenes, dos mil ejemplares de unas 120 páginas ilustración en blanco y negro. “El maravilloso viaje... pretende seguir una genealogía vernácula. No es una novela pretenciosa, tiene baches y errores, pero es una pionera”, desasna.
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