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Jueves, 24 de abril de 2014

EL EX CANTANTE DE LA POLLA PELA EN BUENOS AIRES

Gatillazo fácil

Un veterano punk español escupe agrio contra el rock (“cada vez sirve menos”), contra los djs (“son unos putos imbéciles”) y contra la escasa reacción a los ajustes
(“la gente está más agachadita”).

 Por Mario Yannoulas

Cuando era chico, Evaristo Páramos creía dos cosas que hoy ya no cree. La primera, que el siglo XXI iba a tener que ver con autos voladores: “Era lo que vendían y yo lo compré, imaginaba todo muy limpio, bonito y fácil”, concede. La segunda, que viajar en avión era un suplicio: “Me daba mucho miedo. Ahora no, al avión me monto muerto y, si tengo suerte, resucito cuando vuelvo”, retruca desde el aeropuerto de Bilbao, punto de partida para la nueva gira sudamericana de Gatillazo: “Por el camino me doy cuenta de cosas. Las primeras veces que viajé a América se notaba una diferencia en el nivel de vida con los países llamados ‘desarrollados’. Esa diferencia, si no desapareció, hoy está muy acortada. Eso me llama la atención. Ya la última vez que estuvimos en la Argentina, los colegas nos decían: ‘Gallego, ¿querés laburo?’”.

En Siglo XXI, su quinto trabajo de estudio con Gatillazo –su principal proyecto después de La Polla–, el cantante dirige su inconfundible mirada a explicar por qué la visión tecnófila que lo cooptó desde chico hoy está tan lejos de su parecer. “Los autos no vuelan y la mayoría de la población puede mantener la dignidad, pero no sé si la compostura. Los que sí son indignos son los ladrones que podrían llevar esto mejor. No sé cómo la Humanidad ha dejado que justo los más idiotas la manejen, porque nos vamos de cabeza.”

Teniendo en cuenta que muchos conflictos se repiten, ¿alguna vez sentiste que te repetías en las letras?

–Yo siempre me he repetido, nada me gustaría más que ser guitarrista para dejar de cantar. Pero más aburridos son ellos, que se repiten más. Cuando nos metimos en esta movida éramos adolescentes y nos creíamos inmortales, como todos a esa edad. Bueno, se ha demostrado que no. Ha habido múltiples generaciones antes que nosotros, y tiene pinta de que algunas después van a seguir jodidas.

En este contexto, ¿cuál es el rol de la música, más precisamente del rock?

–Tiene cada vez menos espacio, menos potencia, entonces cada vez sirve menos. En España, o la península, como quieras llamarle, nos han apretado más las tuercas y la gente está más agachadita. ¿Qué puede hacer un grupo en esta situación? No te sé decir, pero es en lo que andamos, y ahí seguiremos. A esta altura, la única solución posible, que tampoco sé si sería tal, sería el uso de la fuerza.

Tu adolescencia coincidió con la explosión del punk rock, ¿escuchás música nueva?

–Escucho la música que me toca escuchar, si voy en el coche con algún colega y escucho algo que me interesa, pregunto. Tampoco iba a buscar grupos nuevos cuando era un crío, simplemente me atacaban. El grupo tiene que descubrirme a mí, no al revés. Tampoco tengo la forma de buscar que hay ahora, de Internet, donde la gente está todo el tiempo como buscando. O eso me parece a mí desde afuera. Yo no tengo esas cosas, vengo del Pleistoceno... ¿el Pleistoceno es un sitio muy antiguo?

Con el nombre alcanza...

–Soy un dinosaurio, un analfabeto en las nuevas tecnologías. Es que ya me han hecho correr detrás de los vinilos, de las cintas de casete; después, del compact disc y ahora me cambian de nuevo de jugada. ¿Y qué? Si aprendo a manejar eso, van a sacar otro chisme que se manejará con el culo. Basta ya de correr, me quedo en analfabeto, tío. La gente va y busca en Internet, ¿no? Yo soy más chulo, a mí que me busquen.

¿Qué te disparó a escribir una canción como Esclavos del siglo XXI?

–Nuestro entorno más cercano: España, o como le quieras llamar. Aquí de repente han hecho un apretón, han metido a la gente en una cosa que te sonará, porque no es nueva, ni la han inventado aquí: de repente deja de existir la clase media, que siempre fue una quimera; y la derecha tiene intención de apretar más, porque sigue actuando con la mentalidad de vencedora de una Guerra Civil, como si la hubiera ganado anteayer.

¿A qué apuntás con Los chicos están bailando?

–A lo que más me resigna de esta historia: el tonto de la fiesta, que era el que ponía los discos, ahora resulta que es el rey de la barraca. Y para mí siempre serán tontos, sin ánimo de ofender. Dicho desde el cariño y el respeto, son unos putos imbéciles.

¿Qué te generó el movimiento de los “indignados” españoles?

–Cuando veía el fenómeno en la televisión me vino a la cabeza la palabra “churrería”, porque no los veo muy indignados. Para mí la indignación era otra cosa, pero quizás esté equivocado, no voy a ser yo el más listo de todos. De todas formas, sí han salido cosas potentes de ahí: movimientos contra las hipotecas, contra los desahucios. Pero en general lo que vi fue algo parecido a los finales de los ‘70 y los ‘80 aquí, cuando había diecisiete partidos comunistas que no se hablaban entre sí. Los típicos “bocazas”: les importaba más salir en portada que avanzar de alguna manera.

* Gatillazo toca el sábado 26 en Salón Rock Sur, Av. Sáenz 459; a las 19.

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