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Jueves, 21 de agosto de 2003

EL REGRESO DE “EL ETERNAUTA”, UN CLASICO

Paso a paso

Luego de idas y vueltas, conflictos legales, reediciones e intentos vanos de reanimación, la gran historieta argentina reapareció en los kioscos, en versión actualizada. Así promete continuarse la saga de Juan Salvo, el hombre enfundado en un extraño traje anfibio que camina, camina.

 Por Martín Pérez


Un hombre que se acerca caminando en medio de la nieve. Una nieve de copos muy grandes y redondos, de la que el hombre se protege enfundado en un traje aislante, que le tapa el rostro con una extraña máscara submarina. Pero dentro de la cual se destaca la decisión de su mirada. Es la imagen épica que sintetiza, en una postal aislada, la que tal vez sea la mejor historieta de aventuras de la Argentina. Una imagen que muy poco tiene que ver con la historia de aquel primer Eternauta, el relato de una odisea familiar devenida en invasión extraterrestre. Pero una invasión acá, a la vuelta de la esquina.
Publicada durante dos años a un ritmo de tres o cuatro páginas semanales, a fines de la década del cincuenta, aquel Eternauta de páginas alargadas –con guiones de Oesterheld y dibujos de Solano López– demostró su popularidad regresando a los kioscos regularmente década tras década bajo el formato de fascículos e incluso de libro. La última vez lo hizo para ingresar a la historia –así, sin diminutivos– de la literatura argentina, cerrando una colección de clásicos auspiciada por el diario Clarín, que se había iniciado con la edición del Martín Fierro. Dentro del particular mundo de la historieta, mientras tanto, El Eternauta regresó con numerosas secuelas, mucho antes que los hábitos del comic book norteamericano hubiesen ingresado al mercado local. Tuvo una inicial continuación novelada e inconclusa, es cierto, pero luego vino una ideologizada remake con dibujos de Alberto Breccia en la revista Gente a fines de los sesenta, que horrorizó a su editorial. Hacia mediados de los setenta llegó la segunda parte, con guionista y dibujante original, y luego vendrían algunas encarnaciones más, ninguna de ellas ni siquiera a la altura no sólo de la original, sino incluso de sus siguientes relecturas por parte de sus autores.
Con los años, también, El Eternauta fue la imagen que mejor representó a Héctor Germán Oesterheld en su ausencia. Desaparecido por la dictadura, una muestra de su obra realizada el año pasado en el Palais de Glace tenía como símbolo aquella imagen del hombre enmascarado caminando bajo la nieve, imaginada y puesta en escena por Martín Oesterheld, el nieto del guionista. Una imagen que se repite con este regreso de El Eternauta, ahora decididamente como personaje, a los kioscos porteños. De la mano de su dibujante original, a treinta y seis años de su primera aparición, el rostro de El Eternauta se ha vuelto a mezclar entre las tapas de las revistas. Estas iniciales 32 páginas mensuales con formato de comic de la saga de “El Regreso” concretan un demorado sueño de Solano López: el de volver a dibujar aquel personaje creado junto a Oesterheld como si volviese a aparecer en el Buenos Aires de hoy en día. Con guiones del cordobés Pablo Maiztegui, un colaborador de Solano López desde hace una década, este nuevo Eternauta muestra un mundo en el que los Manos han ganado la guerra y han reescrito la historia, hecho las paces con sus dominados e incluso adoptado los hijos de los vencidos. Una historia que reunirá a Juan Salvo con su hija Martita, y que comienza con el sueño recurrente de la ya no tan pequeña Marta con ese personaje que se acerca caminando en medio de una nieve muy extraña.

Ser real
“Eternauta es un neologismo, una palabra nueva con múltiples resonancias itinerantes –de argonauta griego a cosmonauta soviético– inventada de una vez y para siempre por Oesterheld para nombrar al protagonista y ponerle un título al mejor relato de aventuras que se ha escrito en este país”, precisó Juan Sasturain en el prólogo a la última reedición de aquel primer Eternauta, que Solano López fue invitado a dibujar en 1957, cuando el proyecto editorial de Oesterheld –que incluía las revistas Hora Cero y Frontera– decidió editar una revista semanal, llamada directamente HoraCero Semanal. Según recuerda Francisco Solano López para el No, sentado en el living de su hogar en Almagro, cuando Oesterheld decidió comenzar la nueva revista, les preguntó a sus dibujantes qué era lo que querían hacer. “Le dije que quería seguir haciendo ciencia ficción, pero en un contexto más realista, que facilite la identificación con los personajes. Y ahí fue que me dio para dibujar El Eternauta, algo que según parece ya tenía pensado desde antes.”
Dos décadas después de aquella charla iniciática con Oesterheld, a Solano López le volvieron a proponer dibujarlo, esta vez una segunda parte de la historieta original, para la revista Skorpio. Por entonces el guionista vivía medio en la clandestinidad por su militancia en Montoneros y el dibujante tenía permanentes discusiones ideológicas con su hijo Gabriel, que también era militante. “Me llamaron diciéndome que le habían propuesto a Oesterheld hacer una continuación y querían saber si yo estaba interesado en dibujarla. Me anoté enseguida, pero mi sorpresa llegó después, cuando me comenzaron a llegar unos guiones en los que los muchachos de las cavernas hacían la guerrilla contra los invasores”, recuerda Solano, que asegura que tal vez hubiese estado prevenido, de haber leído la versión de El Eternauta que Oesterheld reescribió y profundizó ideológicamente en 1969 para que la dibujase Breccia. “Yo le tenía medio alergia a esa versión, porque me habían dejado de lado”, confiesa Solano, que recuerda que terminó discutiendo a dos bandas para la época de esa segunda parte para Record. “Me sentía en medio de un sandwich, discutiendo con mi hijo y con Héctor alternativamente”, explica el dibujante, que apenas si accedió a esbozar los rostros de los personajes en las primeras hojas de una tercera parte de El Eternauta que la editorial realizó cuando Oesterheld ya había desaparecido. “Me persiguieron mucho para que lo hiciera, y me ganaron por cansancio”, recuerda. “Era la época en que lo único que yo quería era sacar a mi hijo de la cárcel, irme a vivir a Madrid y llevármelo conmigo.”
Hacia mediados de 1982, cuando aquella tercera parte de El Eternauta aparecía sin firma en la revista Skorpio, Sasturain reflexionaba en un revelador artículo publicado en la revista Medios & Comunicación sobre este destino final de Oesterheld como personaje en una historieta sin firma. Apareciendo en El Eternauta original apenas como atento oyente de los relatos de Juan Salvo, el autor –bajo el nombre de Germán– había pasado de ser espectador a personaje en la segunda parte, que lo tuvo como actor y narrador. “Un tránsito elegido como símbolo de compromiso con sus ideas que llegó hasta las últimas consecuencias: ahora, en el Eternauta 3, quien fuera autor se ha convertido solamente en personaje”, escribió Sasturain. “Para mí, El Eternauta es como un personaje real”, asegura Solano. “Porque, aparte de todos los avatares que le suceden en papel y tinta, a los que nos ocupamos de darle vida también nos pasan cosas, a algunos tal vez más pedestres o menos aventureras que a otros, pero que han influido decisivamente en nuestras vidas.”

En el mundo
Al regresar a Buenos Aires en la década del noventa, con mucha agua pasada bajo el puente, Francisco Solano López comenzó a coquetear con la idea de volver a dibujar El Eternauta. Pero esta vez sin esperar ningún llamado. En medio de un largo juicio por los derechos del personaje –con los herederos de Oesterheld y Solano de un lado, y los responsables de Editorial Record del otro–, pero avalado por una medida cautelar que le permite seguir haciendo su trabajo, el dibujante comenzó a publicar en 1997 una nueva historia de El Eternauta llamada “El mundo arrepentido”. “Fue una especie de ensayo, a ver qué pasaba”, explica. Aquella historia fue publicada de a una página por semana en Nueva, una revista que por entonces se editaba junto a la edición dominical de varios diarios delinterior. “Por eso fue que me metí con las vacas y las mulitas”, explica Maiztegui, guionista de aquel regreso de prueba de El Eternauta bajo el nombre de Pol, con una historia de apariciones en el Uritorco y mundos alternativos.
“El mundo arrepentido” presentaba a un Eternauta decididamente devenido en personaje de historieta, incluso con un traje y un símbolo en el pecho. “A mí me gusta la historia, es redondita. Pero reconozco que meterse así con semejante personaje puede haberles parecido a muchos casi un sacrilegio”, dice este cordobés que conoció a Solano López durante su exilio madrileño y que se hizo fanático de El Eternauta durante su infancia en Berrotarán, un pueblito en el que los fanáticos del género se podían contar con los dedos de una sola mano. “Eramos tres los que nos juntábamos para leer aquellos fascículos semanales, con tapa en colores, que editó Record a fines de los años setenta”, precisa Maiztegui, que recorrió Europa como buscavidas antes de terminar en Río de Janeiro trabajando al lado de Solano López.
Antes de “El mundo arrepentido”, Solano revela que hubo una idea para retornar a El Eternauta con guión de Ricardo Barreiro, con el que el dibujante realizó la historieta “Ministerio”. “Aquella idea no les gustó a los herederos de Oesterheld. Pero terminó siendo la base para una continuación fallida, realizada por Record, que se llamó ‘Odio Cósmico’, de la que salieron uno o dos números nomás. Ni llegaron a darnos tiempo de que les hiciéramos un juicio”. Después aquella prueba, entonces, llegó el momento de intentar con “El regreso”. Pero antes de eso hubo otro guión, firmado por Juan Sasturain y bautizado “La vencida”. En él, Solano López era quien comenzaba narrando la historia, casi de la misma manera que Germán lo hacía en la versión original. Pero el proyecto no prosperó. Y así es como se llega a la opción que ahora está en la calle, que fue publicada un año y medio atrás por la revista italiana Lancio Story y cuya edición local se retrasó por la crisis de fines de 2001. Y que recién ahora ve la luz, en una edición que tiene al propio Solano López como “editor responsable”.
“Hay que tener en cuenta que ésta es una historia que se escribió en pleno menemismo y la idea central de su trama juega con la posibilidad de hacer consciente esa mentira, que para los que estaban del lado de afuera de la fiesta sólo se veía una tierra arrasada”, avisa Maiztegui, cuya historia se lee como una mezcla entre aquella ideologizada segunda parte de El Eternauta y los relatos que Solano editó en España con guión de su hijo Francisco, en particular la serie Ana. “Esta vez nos metimos a hacer una saga completa, de trescientas páginas, de las que hay dibujadas unas doscientas”, cuenta Solano. “La idea es editar los primeros tres números mensuales y ver ahí si la cosa camina”, explica el dibujante, que actualmente está dibujando una quinta parte de la saga erótica de El Instituto –ideada por Barreiro y continuada por Maiztegui–, para Estados Unidos y para España. Y que sueña con ponerse a dibujar las páginas que faltan de este Eternauta para fin de año. “Esta historia es una metáfora sobre la viabilidad de la Argentina como país”, explica Solano, que asegura que la larga trama se cerrará con la reunión de Salvo con su hija y terminará planteando el interrogante de qué fue lo que pasó con la madre. “Para mí, El Eternauta siempre será la historieta que me dio la oportunidad de dar un vuelco en mi carrera, de tener una personalidad gráfica”, asegura Solano, mientras el personaje nacido de aquellas páginas sigue caminando y caminando, enfundado en su traje.

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