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Jueves, 17 de marzo de 2016

QOME, VOLANDO SIN DISCO

PROPIEDADES HORIZONTALES

Guitarra/percusión + bajo + sitar/sintetizador = 1 obra visceral.

 Por Lola Sasturain

Qome es la banda sin disco editado (todavía) más voladora, hipnótica e inclasificable que se pueda ver hoy, un trío porteño que desconcierta desde su formación: en guitarra y percusión está Joaquín Gómez, que viene de D.I.E.T.R.I.C.H., en bajo Joaquín Adler y en sitar Alan Suez. Comenzaron tocando en Nakama, y en 2009 Joaco empezó a componer sus temas solista. “Me encerraba a tocar en el baño, por la acústica y porque me gustaba internarme con las luces apagadas, el calor y eso de que nadie escuchara bien lo que estaba haciendo... entraba en un trance de otro planeta”, cuenta.

De esas sesiones surgió una obra visceral, un grito primal que fue lo primero de Qome, Pintar, y que definió un poco su línea musical: crescendos climáticos, idiomas inventados y una profundidad primitiva. Hay algo sinestésico en su música orgánica y a la vez nerd: “Partimos de la necesidad de romper un encierro. Con estos cantos, notas largas, me figuro algo horizontal que rompe con las verticales de la ciudad, ese horizonte que no se ve por los edificios”.

Al principio tocaban en clases de yoga, como trabajo. Hasta que necesitaron darle volumen y que la gente abriera los ojos en vez de cerrarlos. Incorporaron el bajo. La percusión, catártica, comenzó con Joaquín golpeando la guitarra desnuda; ahora usan triggers. Y Alan no solo toca el sitar sino también los sintes. Al no tener casi registro de bandas con esta formación, Qome adoptó un camino: “No saber hacia dónde vamos”. A veces, cuando les preguntan, arriesgan que Qome significa “el explorador”.

La afinación que usan está inspirada en una canción de The Eraser, disco de Thom Yorke, y citan a Fever Ray y la música de la India como influencias: “Me fui a la India a tocar y aprender y me encontré con el quilombo y la crudeza y la mugre, pero también con algo muy difícil de explicar: hay gente que tiene muy poco y que dedica su vida entera a algo muy grande. La humanidad está muy avanzada en ciencia, en efectividad, pero hay algo psíquico en lo que no avanzamos. No es lo mismo darle a un mono un fósforo o una bomba nuclear, y nosotros seguimos siendo monos”, dice Alan.

Esa dimensión espiritual es lo que más los motiva a compartir fecha con Tinariwen: “Te hacen llegar todo a través de los ojos. Ansío ver esas miradas. Son tipos que hace veinte años tenían rifles, son nómades, vieron demasiado. ¡Y además nos encanta tocar en el ciclo en que vimos a los Residents!”.

* Martes 22/3 en Martes Indiegentes, Niceto Club, Niceto Vega 5510. Desde las 22 con Tinariwen.

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Imagen: CECILIA SALAS
 
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