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Jueves, 31 de marzo de 2016

AVANZADA POST DIE ANTWOORD

Sudáfrika Bandaazaas

Tras el paso consagratorio del huracán rap-ravero, va una fokken guía de lo que pasa allá.

 Por Yumber Vera Rojas

Prometió y cumplió. Die Antwoord no sólo se consagró como revelación del Lollapalooza Argentina 2016: fue el campeón del festival. Lo demostró en su sideshow en La Rural y lo confirmó en el Hipódromo de San Isidro, donde niños, locos por el baile, raperos, punks, gays y chicas trans, abducidos por la viralización de su propuesta y arengados por su “motherfuckers jump”, le entregaron su amor a Yolandi y dejaron sin zapas a Ninja. Pero al mismo tiempo que registraba en las redes sociales su trip por la ciudad, en el que se pudo ver al Todopoderoso del zef sacudirse al ritmo de Los Redondos frente a un carrito de choripán en Retiro, el grupo fue acusado de chanta y ladri. Y eso habla bien de la coherencia del huracán blanco africano, pues nunca pasa inadvertido.

Aunque destaca entre sus colegas por su visceralidad sonora y estética, la terna de rap raver de Ciudad del Cabo es buen reflejo del auge de la electrónica sudafricana, cuyo primer campanazo se produjo en la era post apartheid con el kwaito. Fundamentado en la hibridación del house ralentizado (Sudáfrica ostenta actualmente el mayor mercado de house en el mundo) con hip hop y ritmos tradicionales locales, el género creció tanto y tan rápido que saltó de las villas de Johannesburgo a todo el país, sin medir raza, etnia ni edad. Eso quedó en evidencia en 2015 en el show televisivo SA’s Got Talent, donde DJ Arch Jnr, de apenas 3 años, mostró más polenta que David Guetta.

Mientras el pionero Arthur Mafokate, el grupo Tkzee, la fallecida Lebo Mathosam, DJ Black Coffee y más recientemente DJ Cleo pregonaron y desarrollaron el kwaito, en el resto de Sudáfrica surgieron escenas paralelas como el qgom (en Durban) y el psy trance (Ciudad del Cabo). Y eso poco antes del desembarco de festivales internacionales como Ultra Music Festival y Sónar. Lo que abrió el juego para los productores que no formaban parte de ninguna de las movidas establecidas en el país. Ese fue el espaldarazo que precisó el heterodoxismo electro rapero de Spoek Mathambo para romper el culto y alcanzar ribetes universales, y lo mismo pasó con la locura futurista de DJ Spoko y el funk festivo de Sibot.

Luego de que Batuk, Buli, Moonchild, Aero Manyelo, el proyecto solista de Tshepang Ramoba (batero de BLK JKS), DJ Danger Ingozi y DJ Lag continuaran allanando el camino en 2015, el NO (para cubrir la saudade que dejó Die Antwoord y por si quedaste manija) presenta tres apuestas sudafricanas en la electrónica 2016...

Christian Tiger School: el dúo de Cabo Verde lanzó a fines de 2015 su disco debut, The Third Floor. Pese a que lo ampara el sello estadounidense de hip hop Tommy Boy, su sonido es pura melancolía y esperanza, aderezadas por techno, house y electrónica experimental.

Escapism Refuge: álter ego del productor Jason Beukes, originario de Johannesburgo, y con un pasado detrás de la batería. El músico de 22 años editó en marzo su EP Traps ¿A qué suena? A algo así como Radiohead echándole los galgos a Bonobo y A Tribe Called Quest.

Rudeboyz: referente del gqom (variante más minimal y cruda del kwaito, que significa “éxito” y “tambor” en zulú), estos tres chicos malos de Durban pusieron a la venta en 2015 un homónimo EP que desentraña la potencia del género. Su primer bombazo cayó en el Reino Unido.

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