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Jueves, 13 de junio de 2002

CONVIVIR CON VIRUS

Convivir con virus

 Por Marta Dillon

Hay algo más que banderas argentinas en el firmamento publicitario de junio. Entre tantas lágrimas emigradas desde las profundidades del ser nacional, impulsadas por los colores patrios, las madres de los futbolistas, golpes bajos al hígado de la crisis, niños de ojos trémulos que sueñan con darle a la redonda y etc, etc; hay unos afiches de tono... triunfalista, podríamos decir, que en un alarde de humor simulan un ideograma oriental que a su vez simula una pareja en típica pose sexual. Es decir, con trazos que podrían ser de escritura japonesa, se supone, dibujan a una persona en cuatro patas y a otra que presiona –por usar un término futbolero– por detrás. La leyenda que acompaña exige esfuerzo para leerla, dado el tamaño de las letras: “así se dice en japonés les vamos a ganar a todos”. Es una propaganda de forros, de una bien ponderada marca nacional de forros, la única con fuertes campañas en vía pública; es de suponer entonces que lo que hacen los ideogramas es coger. ¿Quiere decir esto que coger es ganar? ¿Cómo sabemos quién gana? ¿Será el que acaba antes y mejor, sólo antes o sólo mejor? Digo, porque a esta altura no quisiera pensar que el ganador es quien, en lunfardo, ha logrado mojar su niembro, perdón, su miembro, en el agujero adecuado. Sería impensable que a esta altura del partido alguien se vanaglorie de haber conseguido algo para lo cual se supone que ha tenido consentimiento, puesto que si no estaríamos ya entrando en ámbitos penales y en ese caso difícilmente se gane. Si vamos un poco más allá en la interpretación, a juzgar por el guiño lingüístico, podríamos suponer también que la penetración se está realizando por canales non sanctos. Todos conocemos el afán en la metáfora anal que caracteriza a nuestro agresivo ser nacional. ¿De eso se tratará ganar, entonces? ¿De sodomizar a alguien más? ¿Quiénes pierden entonces? Recuerdo que en el último congreso nacional de sida, en Mendoza, un preservativo alto como un obelisco inflable recibía a los asistentes con una inmensa sonrisa dibujada y una leyenda a mi juicio nada feliz: “Si vas a hacer un gol, ponete la camiseta”. Los responsables de la idea explicaron que se trataba de buscar un lenguaje que llegara a todos, que resultara simpático y que fuera fácilmente asimilable por los varones. Puede ser que así se llegue sobre todo a los varones, pero también es cierto que es una manera poco original de reforzar estereotipos que convierten al acto sexual en una contienda y a los protagonistas en performers más preocupados en el rendimiento que en las posibilidades de un encuentro sin guión en el que todo puede suceder, que no entiende de triunfos y fracasos y en el que el sometimiento sólo puede ser consentido e incluso intercambiable. Es una pena, sobre todo para los y las librepensadoras que disfrutamos y sufrimos con la contienda deportiva, que sea el humor de cromagnon el que siga campeando en torno a los placeres del sexo y sus metáforas. En mi buena fe supongo que los afiches de Tulipán no hablan de coger cuando quieren decir ganar, ni de alguna de sus variables, porque si así fuera bien valdría la pena perder, sobre todo frente a algunas selecciones (¿vieron la italiana?), que a todas luces podrían jactarse de un excelente estado físico.

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